sábado, 20 de diciembre de 2014

‘CASINO’ DE VILLAJOVITA: LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ

Muchos vecinos y antiguos residentes de esta emblemática barriada aún recuerdan con cariño -y cierta añoranza- el antiguo Centro Parroquial, Recreativo y Cultural; conocido popularmente como ‘Casino de Villajovita’. Desde su fundación y hasta  su desaparición en la década de los 90, estuvo ubicado en pleno corazón de la barriada, en lo que años antes fue el cine ‘Rex’. Durante décadas sirvió de punto de encuentro de vecinos y socios, y acogió numerosos eventos culturales, deportivos o sociales. 
Promovido por un grupo de personas, vecinos de la barriada que demandaban un lugar de ocio, en el año 1963 se creaba el Centro Parroquial, Recreativo y Cultural.

El término ‘parroquial’ se incluyó por la implicación de la parroquia San Juan de Dios, especialmente del padre Francisco Almandoz, quien tenía alquilado las instalaciones del antigua cine, cediéndolas para la fundación del ‘Casino de Villajovita’. Poco tiempo después, desapareció la denominación de parroquial. Andrés Gómez, antiguo directivo y persona muy vinculada al centro, recuerda que la idea de crear el centro cultural parte de “diferentes vecinos que solían reunirse en el Bar ‘Toribio’, posteriormente Bar ‘Lesmes’, para echar sus partidas de cartas o dominó. Realizaron diferentes gestiones para ubicar el casino en antiguo cine Rex”.
Entre sus fundadores, y según datos extraídos del libro ‘Crónicas de Villajovita’, escrito por Miguel Ángel López Moreno;  figuran José Acosta, José Pendás, José Varea, Manuel Sentís, Alfonso Espinosa ‘el guardia’ o Ramón Galindo. 
El 12 de octubre de 1963 abría sus puertas el ‘casino’, aunque previamente se había realizado una serie de reformas en el local, adecuándolo a la idea con la que se ponía en marcha. “Cuando el viejo Rex quedó en manos de los socios fundadores  –recoge el libro ‘Crónicas de Villajovita’- el ilustre maestro don José Acosta Larios utilizó la pequeña cabina del proyector de películas para dar algunas clases particulares; debajo de la cabina se montó un ambigú, en el patio de butacas se colocaron sillas y mesas; en la plataforma de la pantalla se habilitó un escenario y se colocó un televisor”.
Poco después,  el Centro Recreativo y Cultural comenzó a conocerse popularmente como ‘casino’. ¿Por qué esa denominación? A juicio de Andrés Gómez porque “reunía las características de un casino”, aunque matiza que “el centro no se circunscribía únicamente al juego. Se dotó al local de una gran una biblioteca; comenzaron a organizarse múltiples actividades y se creó un grupo de teatro, formado generalmente por vecinos”.
A lo largo de su historia, el ‘casino’ ha contado con varios presidentes. José Pendás fue el primero en ostentar el cargo. Desde el inicio, tanto él como los integrantes de su junta directiva mostraron mucho entusiasmo en el proyecto, traduciéndose esa ilusión en una gran gestión que atrajo a más de un centenar de vecinos. Tras José Pendás, también ejercieron de presidentes, entre otros, José Acosta, Gregorio Basurco, Manuel Ramírez, Alfredo Ronda, Juan Checa o Julio Rodríguez.

Televisor

La adquisición de un televisor supuso un gran acontecimiento para los vecinos puesto que en esa época, según Andrés Fernández tan sólo había dos en toda la barriada: “Uno estaba en el centro, y otro lo tenía un vecino llamado Asensio Guerrero, que solía cobrar una peseta o peseta y media por ver los partidos de fútbol en su casa”. En la década de los sesenta, en el televisor del ‘casino’ los socios presenciaron corridas de toros, programas míticos o partidos de fútbol, tal y como refleja Miguel Ángel López en ‘Crónicas de Villajovita’: “La vieja pantalla del cine se convirtió en escenario, y sobre él, en lugar preferente, colocaron un televisor de buenas dimensiones. En esa tele, auténtica ventana a la historia, vimos discurrir parte de la década. La selección española de fútbol sufrió una dolorosa derrota frente a Argentina por dos a uno, y quedamos eliminados del Mundial de Inglaterra. Era el 1966 y entre otros estaban históricos como Gento, Amancio, Zoco, pero sobre todos, jugaba nuestro ídolo indiscutible: Pirri. […] En ese televisor del Casino vimos la ascensión y gloria de toreros como el Cordobés y Platanito, que no paraba de recibir revolcones bajo la voz inconfundible de Matías Prats”.”
El televisor se convirtió en un gran reclamo, pero sobre todo en un gran aliciente para los vecinos, provocando que el ‘casino’ “se viera invadido de solicitudes”. La demanda por parte de los vecinos solicitando ser socios fue una tónica constante en la historia del Centro Cultural y Recreativo de Villajovita: “Debido a la capacidad se tuvo que establecer un cupo máximo de trescientos socios. A finales de los 60 y principios de los 70 –rememora Andrés Gómez- siempre estaba la pizarra llena de solicitudes. Además para ser aceptado debía contar con el aval de dos socios. Generalmente sólo podían acceder vecinos de la barriada, pero existía cierta flexibilidad con personas que vivían en zonas cercanas como Benítez, Sardinero o Barrio de las Latas”.

Teatro

El teatro fue una de las actividades estrella del ya desparecido ‘casino de Villajovita’. Se potenció el arte dramático con la creación de un grupo teatral formado por vecinos de la barriada, y fueron numerosas las obras que se pusieron en escena en la década de los 60 y 70. Todas ellas fueron representadas sobre el escenario del Centro Recreativo y Cultural, despertando gran interés entre los socios. Entre el elenco de actores, Pepi y Gregorio Basurco; Alfonso Espinosa (el guardia), Carlos Luna, Mari Lesmes o Miguel (el de la tienda) entre otros muchos nombres. Así refleja Miguel Ángel López en ‘Crónicas de Villajovita’ la importancia que tuvo el teatro en la historia del casino: “A principios de los 60, la tradición dramática en Villajovita era vieja. En el escenario del viejo Cine Rex ya se habían representado algunas obras de teatro con un plantel de actores y colaboradores que surgía del propio vecindario. Por eso, cuando se fundó el Casino, el 12 de octubre de 1963, la tradición teatral se vertebró como una de las actividades fundamentales que apoyaron las distintas directivas. Alfonso el guardia, uno de los socios fundadores, solía ser el abanderado y director de los asuntos teatrales del Casino. […] Los actores y colaboradores en estas tareas, todos con una notable afición, eran los propios vecinos del barrio. Trabajos que organizaban y gestionaban ellos mismos por puro amor al arte, nunca mejor dicho. Los Basurco, tía y sobrino –doña Pepita y Gregorio- fueron de los más apasionados y, de una forma u otra siempre estuvieron implicados en las representaciones que se preparaban”.

Actividades

Las fiestas populares como carnaval o navidad se vivían de forma especial en el ‘casino’, aunque a lo largo del año también se organizaban numerosas actividades. Bailes para mayores y pequeños, fiestas infantiles, escalas en hi-fi y un largo etcétera conformaban la programación anual del Centro Recreativo y Cultural. Cuando llegaba el período navideño se preparaban diferentes iniciativas, entre ellas, el baile de Año Nuevo o la cabalgata de Reyes que recorría toda la barriada. “Teníamos nuestra propia cabalgata. Hacíamos gestiones –rememora Andrés Gómez- para que el Ejército nos cedieran caballos y una banda de tambores y cornetas que desfilaba por las calles. Se preparaba una amplia programación, con muchas actividades que tenían un sentido lúdico”. El 6 de enero, los más pequeños recibían regalos de manos de los Reyes Magos. “En el escenario se instalaba una pequeña tómbola”, recuerda Andrés Gómez, quien también destaca la afición que existía por el ajedrez. Se impartían clases a los más pequeños e incluso el ajedrecista Arturo Pomar, gran maestro internacional y varias veces campeón de España, visitó el ‘casino’: “Fue un gran acontecimiento –explica Gómez- porque en ese momento era muy popular. Participó en varias partidas con los niños y con algunos socios”. También Miguel López en ‘Crónicas de Villajovita’ subraya esa afición ajedrecística que se vivía en el centro: “En la órbita del Casino hubo ajedrecistas tan buenos que llegaron a alcanzar un nivel reconocido oficialmente. Entre los mayores estaban don José Acosta Larios y Antonio el pichi, incluso Miguel Martín, que fue presidente de la Federación de Ajedrez de Ceuta. Pepito Carracao enseñó ajedrez a los pequeño como Javier Mosteyrín, que llegó a alcanzar un notable nivel, y a Antoñito Porras”. La sede social del ‘casino’ permanecía cerrada durante la época estival. El ambigú se trasladaba a la playa Benítez, lugar en el cual se disponía de una especie de chiringuito -con servicio de duchas para los socios-, en que se realizaban diversas actividades.



Fin del ‘casino’


Ya en la década de los 90 comenzó el declive del Centro Recreativo y Cultural de Villajovita, que al igual que otras entidades ilustres de la ciudad, estaba abocado a la desaparición. No existe una causa concreta que derivara en su cierre definitivo, quizás fueron varias. Pero parte del ‘casino’ sigue vivo. Y no solamente en la memoria de los antiguos vecinos y socios, sino físicamente, puesto que una casa situada en la zona posterior, guarda el archivo de aquel centro que durante años fue ejemplo de convivencia vecinal, y de desarrollo de la vida social y cultural. 

lunes, 24 de noviembre de 2014

domingo, 19 de octubre de 2014

CEUTA TAMBIÉN TIENE SU DAMA


No es tan popular como la de Elche, pero Ceuta también cuenta con su dama. Fue creada por el escultor ceutí Ángel Ruiz Lillo (1930-1989), quien no pudo ver cumplido su deseo de que la ‘Dama de Ceuta’ fuera trasladada a su ciudad natal desde Minnéapolis (Minnessota); lugar en el que había fijado su residencia a mediados de la década de los 50. Actualmente, la escultura que Ángel Ruiz Lillo creó como homenaje a Ceuta, se encuentra en paradero desconocido tras ser vendida toda la obra del artista –tal y como quedó reflejado en su testamento- con el objetivo de impulsar una beca que lleva su nombre y que anualmente permite que un joven español realice sus estudios universitarios en Minnesota o un estadounidense lo haga en España.
Ángel Ruiz Lillo prácticamente desarrolló toda su carrera artística en Estados Unidos, aunque siempre mantuvo su vinculación con Ceuta, ciudad en la que permanecen sus raíces familiares y a la que solía viajar cada verano. Tras residir algunos años en la localidad gaditana de Medina Sidonia, regresaba a Ceuta. A principios de la década de los 50, y gracias a una beca concedida por el Ayuntamiento de Ceuta comenzó sus estudios universitarios en la Escuela Superior de Bellas Artes ‘Santa Isabel de Hungría’ de Sevilla, donde realizó los dos primeros cursos de una carrera que continuó posteriormente en Madrid; concretamente en la Escuela Superior de Bellas Artes de ‘San Fernando’. En 1955, Ángel Ruiz Lillo regresaba a Ceuta, pero apenas dos años después decidía abandonar la ciudad para poner rumbo a Minneápolis (Minnesota),  donde inició una destacada trayectoria artística que se prolongó algo más de tres décadas. En septiembre del año 1989, fallecía en tierras estadounidenses como consecuencia de una  enfermedad denominada Amiatrofia Muscular Progresiva.

Época difícil

La vida de Ángel Ruiz Lillo estuvo marcado por el pasado político de su padre, Ángel Ruiz Enciso, lo que motivó –a juicio de su sobrino Jacinto León- que el artista ceutí encontrara muchas dificultades en su tierra natal: “Por diferentes razones no lo tuvo fácil. Tras realizar la carrera en Sevilla y en Madrid, regresó a Ceuta, pero le tocó vivir en una sociedad muy crispada y para él fue difícil porque era hijo de alcalde republicano que mataron durante la Guerra Civil. Su padre también es conocido en la historia de Ceuta por ser vicedirector del diario ‘El Renacimiento’ y haber militado en el partido de Sánchez Prado. Además mi tío profesaba la religión evangélica. No le daban trabajo en ningún sitio, le llegaron a apedrear y tomó la decisión de irse de Ceuta”.
Ángel Ruiz Lillo emigró a Estados Unidos, fijando su residencia en St. Paul, capital de Minneápolis. Allí emprendía una nueva etapa en la que se fraguó su gran trayectoria como escultor y pintor. El artista ceutí se dedicó a la docencia, pero sus inicios en el Estado de Minnesota fueron bastante humildes: “Aprendió ingles –explica su sobrino- y trabajó en diferentes lugares. Fue limpiacristales, después limpiador o trabajaba en lo que le salía hasta que en los años 59-60 pudo hacer unos estudios de graduación en la Universidad de Minneápolis. Empezó a trabajar en escuelas públicas y privadas, y compaginaba esta labor como profesor con su actividad particular como artista”.
Según datos extraídos de la biografía elaborada por Germán Borrachero e incluida en la colección ‘Cuadernos del Revellín’ -publicación editada por la Dirección Provincial del Ministerio de Cultura en Ceuta- Ángel Ruiz Lillo realizaba en el año 1959 sus primeras exposiciones en Rochester y St. Paul. Posteriormente creó una compañía ‘denominada ‘Ángel Lillo Creations” haciéndose “con una clientela de personajes relevantes de la vida social, religiosa, cultural y política del estado de Minnesota de los que con frecuencia recibía encargos”. Entre otras muestras, el artista ceutí expuso sus obras en la Exposición Colectiva de la Feria del Estado de Minnesota, en el ‘Women´s City Club’ (St. Paul. Minnesota), en la ‘Kramer Galleries’ (St. Paul. Minnesota) o en el ‘Faribault Art Center/Ivan Whillock Studio) (Faribault. Minnesota). Parte de su obra permanece expuesta en el ‘Minneápolis Institute of Arts’, formando parte del patrimonio artístico del estado de Minnesota.

Cariño a Ceuta

A pesar de las dificultades y episodios negativos vividos por Ángel Ruiz Lillo en Ceuta, el artista  nunca perdió su cariño hacia su tierra natal. Jacinto León lo define como “muy caballa”. “Le tocó vivir una época, socialmente hablando, muy mala -reflexiona su sobrino-, pero no tenía ningún tipo de resentimiento por algunos hechos que sufrió. Tenía –continúa- un amor singular por su tierra”.
Las palabras de Jacinto León vienen avaladas por las declaraciones públicas que en numerosas ocasiones realizó Ruiz Lillo a distintos medios de comunicación y que Germán Borrachero recogía en ‘Cuadernos del Revellín’. Entre ellas, extraemos la publicada en el rotativo ‘La Voz’ a principios de la década de los cincuenta: “Yo no renuncio a mi naturaleza caballa y me siento orgulloso de ser ceutí. Esta tierra es magnífica y lo único que le censuro es su desidia o modorra para no volcarse en la exteriorización de tanta belleza como encierra”. Años después volvía a expresar, en esta ocasión en las páginas del diario ‘El Faro’ su sentimiento de cariño hacia Ceuta: “El caso es que algo de mi arte no sólo se vea en los Estados Unidos. Deseo ardientemente, como buen caballa, dejar huella de mi trabajo en esta tierra que me vio nacer y de la que me siento enormemente orgulloso”.

La ’Dama de Ceuta’

La ‘Dama de Ceuta’ fue una de las obras más importantes en su prolífica trayectoria como escultor. No sólo por la calidad de la misma, sino por el significado sentimental que tenía para el artista ceutí. Era una de sus obras preferidas, puesto que suponía un homenaje a su tierra. La ‘Dama de Ceuta’ está inspirada en otra  gran obra -en este caso de la naturaleza- como es la ‘Mujer Muerta’. Jacinto León, quien tuvo ocasión de ver la escultura en la vivienda de su tío en Minneápolis, no duda en definirla como “una belleza”. Pero sobre todo, destaca el sentimiento que Ángel Ruiz Lillo puso en su creación: “La hizo pensando en que quería donarla al pueblo de Ceuta como muestra de agradecimiento por la beca que en su día le concedió el Ayuntamiento; y gracias a la cual pudo realizar la carrera de Bellas Artes. Fue su forma de agradecer a la institución y a la ciudadanía en general, esa ayuda que recibió”.


El deseo del artista ceutí era que la ‘Dama de Ceuta’ fuera trasladada a si ciudad natal. Se hicieron gestiones para ello, pero todas fueron infructuosas; por lo que Ángel Ruiz Lillo falleció sin ver cumplida su ilusión: “Quiso donarla –recuerda Jacinto León-, pero no lo consiguió porque a la persona que ostentaba el cargo de concejal de cultura no le pareció bien la idea. La obra era donada de forma gratuita, pero el coste económico del traslado desde la ciudad de Minneápolis a Ceuta era de tres millones de pesetas. La persona responsable del área de cultura en aquellos momentos no pudo o no quiso que la ‘Dama de Ceuta’ estuviera con los ceutíes”. 

En el año 1977, Ángel Ruiz Lillo ya expresó su deseo en las páginas del diario ‘El Faro de Ceuta’. Germán Borrachero recuperaba en ‘Cuadernos del Revellín’ las manifestaciones del artista ceutí: “Nací en Ceuta, y aunque llevo veinte años residiendo en los Estados Unidos, soy por supuesto ceutí. He hecho ya muchas obras de temas ceutíes, entre ellas la ‘Dama de Ceuta’ que está en Norteamérica, pero me gustaría, como caballa que soy, dejar algo de mi arte en mi pueblo, dejarla en Ceuta”. Años más tarde, el escritor y columnista Juan Díaz Fernández reivindicaba en ‘El Faro de Ceuta’ que la obra de Ruiz Lillo fuera expuesta en Ceuta: “[…] Pero Ángel R. Lillo, hijo de Ceuta, tiene una vieja espina clavada en su corazón. Y es que una de sus esculturas más queridas, la ‘Dama de Ceuta’, no se halla precisamente aquí, en la ciudad que se inspiró y cuyo nombre lleva. Yo pienso que resulta ciertamente una triste ironía del destino el hecho de que otras dos esculturas de un escultor foráneo se yergan al cielo en pleno centro de la ciudad, allí en medio del jardín donde convergen el Rebellín por un lado y la Marina y la Gran Vía por otro. El Ayuntamiento llegó a pagar por ellas veinte millones de pesetas, según me ha dicho alguien que me merece mucho crédito. En cambio, cuando Ángel le propuso su ‘Dama de Ceuta’, no encontró más que obstáculos y cortapisas. Así que, como esta cuestión merece que se rompan lanzas, quiero yo aquí romper la primera, a fin de que la ‘Dama de Ceuta’ se quede donde debe estar, en Ceuta, y no en la sala de algún museo norteamericano […]”. Incluso, Juan Díaz Fernández proponía en ese mismo artículo que se organizara una suscripción popular para sufragar los gastos derivados del transporte de la ‘Dama de Ceuta’ desde Minneápolis.
El hecho de que no cumpliera el deseo de Ángel Ruiz Lillo hizo que el artista ceutí “se muriera con el amor propio bastante fastidiado”, reconoce Jacinto León, quien no oculta que “mi ilusión es que la ‘Dama de Ceuta’ estuviera en nuestra ciudad”.
El sobrino de Ángel Ruiz Lillo dispuso de una gran oportunidad para que la ‘Dama de Ceuta’ fuera trasladada a Ceuta, ya que Jacinto León en el año 1991 fue nombrado concejal de Cultura, cargo que ostentó hasta 1994. Posteriormente, tras la conversión de Ceuta en Ciudad Autónoma, fue viceconsejero de Educación y Cultura, pero consideró que “no era ni ético ni moral dedicarme a gestionar una cuestión particular mientras desempeñaba una función pública”.

Testamento

La muerte no sorprendió a Ángel Ruiz Lillo. Meses antes le habían diagnosticado una enfermedad mortal. Consciente de que sería su último viaje, el artista ceutí se desplazó en verano –como había hecho desde que se había afincado en Estados Unidos- a su tierra natal. Sabía que la muerte le esperaba, y por ello quiso despedirse de su familia y amigos. Una muestra en la sala de exposiciones de Caja Ceuta supuso un gran homenaje, pero a la vez la despedida oficial al artista caballa. Era su última muestra y la preparó con bastante entusiasmo: “Fue una exposición muy especial con muchas de sus obras tanto escultóricas como pictóricas”, rememora Jacinto León quien vivió de cerca los últimos días de Ángel Ruiz Lillo: “Aproximadamente le quedaban dos meses de vida e intentamos convencerle para que se quedara aquí, pero me confesó que él necesitaba el sosiego, la espiritualidad y tranquilidad que le daba su casa y su entorno en Estados Unidos. A mediados de agosto, Jorge Castro León –otro sobrino del artista- y yo nos trasladamos a Minneápolis y le acompañamos hasta que se produjo su muerte”.
La última voluntad de Ángel Ruiz Lillo, y así quedó reflejado en su testamento, fue donar toda su colección artística. Incluida la ‘Dama de Ceuta’. “Toda su obra cultural, junto a su casa y sus bienes fueron cedidos a la Universidad de Minneápolis para que con los fondos obtenidos se gestionara la Fundación de la Amistad de Ángel Ruiz Lillo (Angel Ruiz Lillo Friendship Scholarship). Está becada con 5000 $ anuales y permite que cada curso un estudiante de Estados Unidos pueda venir a estudiar a España o uno español lo pueda hacer en Minnesota”, explica Jacinto León, quien se muestra “orgullosísimo que de mi tío dejara todo su patrimonio a una obra cultural y educativa. Fue una decisión que adoptó durante sus últimos meses de vida”.


Hasta su muerte, la ‘Dama de Ceuta’ permaneció en la vivienda del escultor ceutí: “Tenía una casa de doble planta con un gran jardín –describe su sobrino-. Era una típica vivienda americana. La escultura estaba expuesta a la entrada de la casa”. Actualmente, la familia de de Ángel Ruiz Lillo desconoce donde se encuentra la talla escultórica inspirada en la ‘Mujer muerta’. Puede estar en un museo o formar parte de una colección privada. La intención de Jacinto León es “intentar recuperarla. Entre mis planes futuros, cuando tenga tiempo y presupuesto, me gustaría trasladarme a Estados Unidos y hacer gestiones con la Universidad de Minnéapolis para acceder a la administración de su testamento para saber quien adquirió la ‘Dama de Ceuta’. Creo que puede estar expuesta a la entrada de un museo o cualquier institución cultural de Ceuta”.
¿Veremos algún día la ‘Dama de Ceuta’ en la ciudad que inspiró a su autor. Jacinto León no pierde la ilusión. Esa misma que Ángel Ruiz Lillo mostró públicamente, aunque no pudo ver cumplida. Su obra está repartida por muchos lugares del mundo. En Ceuta, curiosamente, -salvo colecciones particulares- ninguna. En 2011, la Ciudad Autónoma aprobaba conceder a una calle situada en Loma Colmenar el nombre de Ángel Ruiz Lillo. Un homenaje merecido, pero quizás insuficiente con un artista de prestigio internacional que presumió de ser ceutí. Su ciudad natal sigue en deuda con él.

domingo, 31 de agosto de 2014

MANUEL OLIVENCIA: UNO DE LOS PADRES DE LA EXPO’92


Por muchos motivos, 1992 fue un gran año para España. La Exposición Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona significaron una gran reválida. Ambas citas, que cambiaron la imagen del país, trajeron consigo inversiones millonarias en infraestructuras y una importante mejora de las comunicaciones. En el caso de la capital hispalense el legado que dejó la Expo’92 todavía hoy se puede apreciar. Pero en 1984, cuando aún restaban casi ocho años para la cita, había que poner los cimientos de un proyecto en el que España se jugaba mucho. Por aquel entonces, Manuel Olivencia (Ronda, 1929) fue nombrado comisario general de la Exposición Universal. Su misión no era fácil porque había que empezar prácticamente de la nada. No sólo había que potenciar las infraestructuras, muy deficitarias para lo que requería una cita de tal envergadura, sino también diseñar como sería la Exposición Universal. Manuel Olivencia, quien vivió unos años en Ceuta y su vinculación con la ciudad continúa siendo permanente –incluso mantiene lazos familiares- desempeñó un papel fundamental en el éxito final de la Expo’92. Pero antes de su nombramiento había declinado la propuesta que le había realizado Felipe González, por aquel entonces, presidente del Gobierno. 
En una entrevista concedida al ‘Diario de Sevilla’ recuerda que “González me sorprende con una llamada para nombrarme comisario de la Expo. Le dije que no y él insistió en que fuera a verle”. La reunión entre ambos se produjo poco después, y Manuel Olivencia mantuvo su negativa. Felipe González le volvió a llamar para intentar convencerle, y en ese segundo encuentro aceptó el cargo. Pero no fue la insistencia del presidente del Gobierno lo que motivó su cambio de opinión. Realmente fue debido a una llamada: “Entre las dos entrevistas con Felipe González –explica en las páginas del rotativo sevillano- hay una llamada del Rey Don Juan Carlos I. El contenido no puedo revelarlo pero se supo que se había realizado porque me llamó mientras estaba dando clase en la antigua Facultad de Derecho”. Estaba claro que esa llamada no se produjo al móvil, porque todavía no se habían presentado. Precisamente los teléfonos móviles, tal y como reconoce Manuel Olivencia, fueron “una de las atracciones del Pabellón de Telefónica”. 


El 20 de abril de 1992 se inauguró la Expo’92. Precisamente aquel día, Manuel Olivencia se encontraba en Ceuta. Nueve meses antes se había acordado su cese. Ya anteriormente, tal y como reconoce el propio Olivencia, había presentado su dimisión por “motivos políticos y de organización”. Atrás quedaban siete años de trabajo, marcados por los inicios. Había que partir de cero: “Cuando fui nombrado comisario –rememora Manuel Olivencia- creé un equipo de trabajo muy competente y que todo lo llevó a cabo de la nada. Las condiciones de Sevilla hacían inviable la organización de un acontecimiento de las dimensiones que tiene una exposición universal”. Casi a contra reloj había que poner los pilares en los que se apoyaría la Expo’92. Lo primero, mejorar las comunicaciones: “Fue necesario no solamente ordenar la Isla de la Cartuja; sino los alrededores, las infraestructuras de comunicaciones, las rondas y carreteras exteriores, la autovía de Sevilla, la autovía que cruza de forma horizontal Andalucía, de Huelva a Almería. Además había que mejorar el transporte ferroviario, el aeropuerto y el puerto de Sevilla donde se instalaron diez o doce nuevos puentes sobre el río Gualdalquivir”. 
Paralelamente a la elaboración de la hoja de ruta para la mejora de las infraestructuras y de las comunicaciones, también había que elegir el sentido que se le quería dar a la exposición universal: “Ni siquiera existía un idea de lo que podía ser la Expo’92. Tuvimos que forjarlo todo, incluso el sentido que debía tener una cita mundial a finales del siglo XX y en plena revolución de las telecomunicaciones”. Una vez encontrada y consensuada la idea “quisimos convertir la Isla de la Cartuja, en Sevilla, en la Plaza Mayor de lo que ya era una aldea global. Es decir, el mundo descubierto por Colón”. La Exposición Universal, a juicio de Manuel Olivencia, debía ser “un lugar de encuentro físico de presencia, de entendimiento, de diálogo, de planes de futuro, y también de negocio. Y eso fue la Isla de Cartuja durante seis meses”. En cuanto a si se cumplieron o no los objetivos propuestos inicialmente, Manuel Olivencia se muestra rotundo a la hora de afirmar que la Expo’92 fue “un éxito mal aprovechado”. ¿El motivo? “Falló –explica- el mensaje político, intelectual y cultural que era rendir un homenaje a la capacidad descubridora del hombre, y a la que todavía nos queda por descubrir”. “También falló –prosigue- el mensaje de conservación de la tierra que también queríamos lanzar al coincidir con la cumbre de Río de Janeiro”. Para el ex comisario de la Expo’92, “predominó la fiesta sobre el mensaje duradero”. Veintidós años después, la Exposición Universal de Sevilla -de forma indirecta- continúa muy presente, especialmente en Sevilla, puesto que fruto de aquellas millonarias e importantes inversiones “quedan las grandes obras en infraestructuras que se hicieron y que suponen un gran legado de la Expo”, explica Manuel Olivencia, quien también destaca como herencia de la cita de 1992, la Isla de la Cartuja, “que está siendo aprovechada”, aunque a su juicio “se le podría haber sacado mayor rendimiento al esfuerzo que se hizo”. Tanto el desarrollo de la Exposición Universal de Sevilla como el trabajo previo a la misma, se tradujo en una considerable mejora de la imagen de España a nivel mundial. Detrás de aquel éxito se encuentran muchos nombres. Entre ellos, el de Manuel Olivencia, uno de los padres de la Expo’92.

lunes, 23 de junio de 2014

SD CEUTA: RIVALES PARA LA HISTORIA (II)

En el reportaje titulado ‘SD Ceuta: Rivales para la historia’ conocíamos detalles de los encuentros que el conjunto caballa había disputado frente al Real Madrid y FC Barcelona. Cuatro duelos –dos oficiales y otros tantos amistosos- que forman parte de la historia. Pero a estas citas hay que añadir la eliminatoria copera -a doble partido- jugada frente al Real Madrid en el año 1946, y el encuentro amistoso ante el Athletic de Bilbao disputado en el estadio Alfonso Murube en 1945.

Real Madrid

En la temporada 1945/1946, y tras quedar exenta en la primera ronda, la SD Ceuta se midió al Real Madrid en los octavos de final de la copa del Generalísimo –actual copa del Rey-. El encuentro de ida, disputado el 21 de abril de 1946 en el estadio de Chamartín, finalizaba con un rotundo 6-0 a favor del conjunto madrileño. Por aquel entonces el conjunto caballa militaba en Segunda División, pero ya se había consumado su descenso a Tercera. Pese a la diferencia de categoría, el técnico del Real Madrid, Jacinto Quincoces no quiso asumir ningún tipo de riesgos  y alineó su once de gala. El primer periodo concluía con un ajustado 1-0, gracias sobre todo al gran trabajo realizado por la defensa ceutí y a la fortuna, puesto que el equipo madrileño estrelló hasta tres balones en el poste. El tanto lo anotaba Pruden en el minuto diez, al aprovechar un rechace del cancerbero Casafont tras un lanzamiento de Barinaga. En este primer tiempo, el jugador del Ceuta, Caballero se tuvo que retirar lesionado, siendo sustituido por Abad. Tras la reanudación, el equipo caballa no se amilanó, se hizo con el control del balón y buscó de forma descarada el empate; aunque sin mucha suerte. El Real Madrid supo reaccionar al dominio ceutí y dispuso de varias ocasiones, siendo abortadas por el guardameta Casafont, quien poco pudo hacer para evitar el segundo tanto local. Alsúa firmaba el 2-0. El gol provocó que el Real Madrid se creciera y que la Sociedad Deportiva Ceuta  diera un paso atrás para evitar encajar más goles. Algo que no ocurrió, puesto que el equipo madrileño embotelló a los ceutíes, consiguiendo aumentar su ventaja. Barinaga anotaba el 3-0. Poco antes, el colegiado había anulado un gol a Pruden por posición antirreglamentaria. El Real Madrid no se conformaba y buscaba sentenciar la eliminatoria. Elices, Moleiro y Pruden  conseguían otros tres tantos, redondeando el definitivo 6-0. El resultado pudo ser mucho más amplio si no llega a ser por la magnífica actuación del cancerbero Casafont. El encuentro estuvo marcado por la lluvia y por el estado del terreno de juego, totalmente embarrado.  El estadio de Chamartín registró una media entrada. El Real Madrid puso en liza el siguiente once inicial: Bañón; Clemente, Corona; Ipiña, Moleiro, Huete; Alsua, Rafa, Pruden, Barinaga y Elices. Por su parte, la Sociedad Deportiva Ceuta jugó con Casafont; Perico, Victorero; Gil, Lesmes, Carvajal; Abad, Caballero, Carnero, Japón y Morla. El encuentro fue dirigido por el colegiado Obiol Pons.

Enfado

El presidente de la Sociedad Deportiva Ceuta, Emilio Arranz valoraba en las páginas del diario ‘El Faro de Ceuta’ el choque frente al Real Madrid. El máximo dirigente del club caballa consideraba que el resultado final había sido demasiado castigo para su equipo:  “Pese a que el Madrid jugó muchísimo  y atraviesa una magnífica forma, el tanto de 6-0 es excesivo para la admirable tenacidad y pundonor con que sobre el fangal de Chamartín derrocharon casi todos nuestros hombres”. Arranz destacaba la gran labor realizada por Casafont, Lesmes, Carvajal, Perico, Victorero, Gil y Morla, pero se mostraba muy crítico con el resto de futbolistas. “El esfuerzo titánico de nuestro equipo que arrancó delirantes ovaciones del sensato y deportista público madrileño, que hizo de Casafont un verdadero héroe popular y que mantuvo el marco con el precario 1 a 0 durante sesenta minutos, de nada sirvió ante la desdichada actuación de jugadores que, ya por su incapacidad o por su apatía y desinterés, ni supieron rendir en los puestos a ellos confiados ni procuraron ayudar a sus compañeros”.  El presidente de la Sociedad Ceuta culpaba a la línea de ataque y no dudó en señalar a los jugadores, que a su juicio, no rindieron de la forma esperada en Chamartín: “estoy muy disgustado con la tripleta central del ataque. Para lo que hizo, Carnero pudo quedarse en Vigo. En cuanto a los interiores, es preferible no hablar… Ya procuraré eliminar esa falta de pundonor y cariño al club de la que ambos dieron abundantes pruebas en Chamartín”, advertía Emilio Arranza, quien elogiaba el gran encuentro protagonizado por el cancerbero Casafont: “Cuajó una de las mejores tardes de su vida deportiva. El Madrid jugó tanto en la segunda parte que de no tener Casafont una gran tarde nos hubiéramos traído una docena de goles. Debido al barro, hubo necesidad de cambiarle la camiseta en tres ocasiones. Cuando terminó el encuentro, todo el público puesto en pie le ovacionó hasta que la entrada de los vestuarios”.


Partido de vuelta

El 29 de abril, siete días después del partido disputado en Chamartín, se jugaba el choque de vuelta en el estadio Alfonso Murube. La Sociedad Deportiva Ceuta se imponía por un gol a cero a un Real Madrid –quizás porque la eliminatoria estaba ya resuelta- bastante apático. Así lo destacaba la crónica del partido publicada en la prensa local, calificando de “desastroso” el encuentro realizado por el conjunto ‘merengue’. Lolo fue el autor del tanto que supuso el histórico triunfo de la Sociedad Deportiva Ceuta frente al Real Madrid. Al igual que ocurriera en el partido de ida, la lluvia provocó que el estado del terreno de juego estuviera en malas condiciones. Esta circunstancia no impidió que los jugadores del conjunto caballa mostraran su mejor imagen para evitar una nueva goleada. Las primeras ocasiones claras del encuentro fueron para la SD Ceuta. En el minuto 16 un centro de Abad fue rematado por Japón, obligando a intervenir al guardameta visitante. El rechace de Bañón fue recogido por Lolo que estrelló el balón en el travesaño. El control del juego era alterno, aunque fue el equipo ceutí el que volvió a disfrutar de una gran ocasión para inaugurar el marcador. Abad, tras el saque de un córner veía como su remate de cabeza se encontraba con el poste. La última oportunidad del primer período la protagonizó el Real Madrid por mediación de Pruden. Su disparo fue atajado por el cancerbero Casafont.
En la segunda mitad, se intercambiaron los papeles con respecto a lo que hubiera sido lo lógico, ya que fue la SD Ceuta la que tomó el control del juego, presionando al rival y viendo como el Real Madrid comenzaba a jugar a la defensiva; aunque la superioridad no se vio traducida en goles. A los pocos minutos del inicio de esta segunda parte, Morla protagonizaba la gran jugada del partido. El delantero ceutí se marchaba de tres futbolistas, y cuando encaraba la portería, Clemente lo frenaba con una clara zancadilla. El colegiado del encuentro no lo dudó y señaló el punto de penalti. Lesmes desaprovechaba el lanzamiento desde los once metros al estrellar el balón en el larguero. Poco después, el propio Lesmes remataba de cabeza un saque de esquina, pero el gol fue anulado al entender que la jugada venía precedida de una falta a un defensor madridista.  La fortuna no sonreía al Ceuta que volvía a toparse con el travesaño tras una falta botada por Lesmes, quien participaba en la jugada del gol. El defensa ceutí lanzaba una falta y Lolo remataba de cabeza consiguiendo el 1-0. Poco antes de la finalización del encuentro, Lesmes era expulsado al realizar una falta sobre Pruden. La remontada era una auténtica utopía, pero  ello no impidió que la SD Ceuta plantara cara, e incluso superara a todo un Real Madrid.
Marcelino Morla, técnico de la SD Ceuta puso en liza el siguiente once inicial: Casafont; Perico, Victorero; Gil, Lesmes, Carvajal; Abad, Japón, Torres, Lolo y Morla. Por su parte, el Real Madrid jugó con Bañón; Clemente, Corona; Moleiro, Ipiña, Iluete; Alsúa, Rafa, Pruden, Barinaga y Elices. El colegiado sevillano Higinio Antonio Peral fue el encargado de dirigir la contienda.



El Athletic de Bilbao, en Ceuta

Tras disputar dos encuentros amistosos en Marruecos, la expedición del Athletic de Bilbao llegaba a Ceuta el 15 de septiembre de 1945. Lo hacía un día antes del choque que iba a disputar en  el estadio ‘Alfonso Murube’ frente a la Sociedad Deportiva Ceuta.  Por aquel entonces el cuadro caballa militaba en Segunda División. La presencia del equipo vasco despertó bastante expectación en la ciudad. A nivel institucional, el Ayuntamiento ofreció una recepción al club rojiblanco. No fue el único acto en honor del conjunto bilbaíno, ya que la propia Sociedad Deportiva Ceuta  organizó en ‘La Huerta’ una verbena con distintas actuaciones musicales. En el plano estrictamente deportivo, el 16 de septiembre –una semana antes del inicio de la competición liguera- el estadio ‘Alfonso Murube’ acogía el esperado duelo que finalizaba con triunfo rojiblanco por cuatro goles a dos. Según destacaba la prensa local, ninguno de los dos equipos defraudó y protagonizaron un atractivo encuentro. En los primeros minutos, el choque estuvo bastante abierto con llegadas por parte de uno y otro equipo. Pese a que el Athletic de Bilbao partía como favorito, la SD Ceuta no tuvo ningún tipo de complejos para crear las primeras ocasiones. De hecho, fue el cuadro caballa el que inauguraba el marcador. En el minuto 21, Caballero tras un pase de Martin batía a Lezama, consiguiendo el 1-0. Apenas once minutos después llega el empate gracias a un tanto de Gainza que aprovechaba un error de la defensa ceutí para lanzar un potente disparo con el que establecía el 1-1. El gol no pareció afectar al Ceuta, ya que el conjunto blanco puso en aprietos en varias ocasiones a Lezama. En una de ellas, Martín estrellaba el balón en el larguero. El equipo caballa había merecido más, pero los primeros cuarenta y cinco minutos concluían con el empate a un tanto.
En la segunda mitad, el Athletic de Bilbao conseguía darle la vuelta al marcador por mediación de Gárate. Su disparo fue desviado por el cancerbero Suárez, pero no pudo evitar el 2-1. La SD Ceuta dispuso de varias ocasiones para empatar, pero sin embargo, fue el equipo rojiblanco el que lograba aumentar su ventaja. En el minuto 78, Arrate aprovechaba una jugada iniciada por Zarra para anotar el 3-1, dejando encarrilada la victoria visitante. Tres minutos después, el Athletic sentenciaba el partido gracias a un gol de Zarra. Gran jugada de Gainza que tras driblar a Torres y Baceta centró para que el delantero vasco, lanzándose en plancha, cabeceara a la red. Era el 1-4. El Ceuta no se dio por vencido, y Arreta establecía el definitivo 2-4 en el minuto 86.
El Athletic de Bilbao, salvo la ausencia del lesionado Iriondo, puso en liza su once de gala: Lezama; Arqueta, Oceja; Celaya, Bertol, Urra; Panizo, Venancio, Zarra, Gárate y Gainza. También participaron Mieza, Barrenechea,  Mugarra y Albizua. Por parte de la Sociedad Deportiva Ceuta jugaron: Suárez; Baceta, Victorrero; Torres, Japón, Carvajal; Abad, Martín, Arrieta, Caballero y Morla.

Esa temporada (1945/46) el Athletic de Bilbao finalizó en la tercera posición, proclamándose Zarra el máximo goleador de la competición liguera con veinticuatro tantos. La Sociedad Deportiva Ceuta consumó su descenso a Tercera División. 

domingo, 1 de junio de 2014

PRIMERAS MUJERES POLICÍAS LOCALES DE CEUTA


Pasarán a la historia por ser las primeras mujeres policías de Ceuta. Maricarmen Godino, Pilar Ugarte, Paqui García, María Teresa Vidal, Pilar Martín Vilches y Rafaela Muñoz Velasco  ingresaron en el cuerpo en 1975. Un año antes, el Ayuntamiento de Ceuta publicaba en el Boletín Oficial de Ceuta la convocatoria “mediante oposición en libre concurrencia” de seis plazas de “Guardias de la Policía Municipal femeninos”. Un edicto específico para mujeres, que convertía a la ciudad ceutí en una de las primeras localidades españolas en incorporar féminas a su plantilla policial. Anteriormente tan sólo Madrid y Córdoba contaban con mujeres policías.
Cuando fue publicada la convocatoria, Pilar Ugarte tenía veinte años. Por aquel entonces se encontraba de vacaciones en Barcelona, pero su padre realizó todos los trámites. “Era policía, y él mismo recogió y entregó toda la documentación. Como pudo hizo mi firma, y presentó todo lo que pedían en las bases”. Pilar no duda en afirmar –lo hace con orgullo- que “tengo que agradecerle a mi padre lo que hizo en aquel momento”. 
Paqui García, otras de las primeras mujeres policías de Ceuta, había vivido en Francia. Esta circunstancia hacía que, tal y como reconoce, su forma de pensar fuera diferente. Por ello, no dudó en cursar la documentación necesaria para poder optar a una de las seis plazas convocadas.

Bases

Según recogían las bases publicadas en el BOCCE, las aspirantes debían reunir los siguientes requisitos:

a)      Ser mujer, de nacionalidad española, soltera o viuda, o casada y separada judicialmente, con pronunciamiento favorable.
b)      Tener cumplidos 18 años de edad el último día de presentación de instancias y no exceder de 35.
c)       Tener una talla mínima de 1’60 metros.
d)      Observar buena conducta, carecer de antecedentes penales, y no encontrarse procesada al solicitar tomar parte en la oposición o durante ésta, así como no haber sido expulsada de ningún Cuerpo del Estado, Provincia o Municipio, organismos Corporativos, Empresas concesionarias de Servicios Públicos o intervenidos por el Estado.
e)      Estar en posesión del certificado de escolaridad o superior a estos.
f)       No padecer enfermedad ni defecto físico que le impida el normal ejercicio de la función.
g)      Haber cumplido el Servicio Social de la Mujer o estar exenta del mismo.


Además de estos requisitos, las aspirantes debían superar una serie de pruebas tanto físicas como teóricas. Entre ellas, un ejercicio compuesto por cuatro partes: “lectura, escritura al dictado, Aritmética, consistente en desarrollar una suma, resta, multiplicación y división de números enteros y por último resolver un problema de regla de tres simple”. Las bases también exigían la realización de un ejercicio práctico, para el que disponían de dos horas, y en el que además de demostrar sus conocimientos sobre las señales de circulación, las matrículas de vehículos nacionales y extranjeros o el tratamiento de autoridades, debían redactar “un parte, libremente señalado por el tribunal, referido a infracción de las Ordenanzas Municipales” y realizar un croquis sobre un supuesto “accidente ocurrido en la vía pública, bien sea de circulación o por otras causas”. También era obligatorio saber “enumerar y localizar los principales edificios públicos de la ciudad”.

Junto a estas pruebas, se debía realizar otro ejercicio escrito consistente en “la ejecución de dos temas designados por sorteo, igual para todas las aspirantes: Uno del Reglamento interior de la Policía Municipal y otro de Nociones de Derecho Penal”. Para la ejecución del mismo, disponían de dos horas y media. El conocimiento del Código de Circulación también figuraba entre las pruebas. Las opositoras tuvieron que someterse a un examen oral en el que debían desarrollar “dos temas que será a suerte de entre los que figuran en el programa de Código de Circulación anexo a esta convocatoria”. No se exigía saber idiomas, pero las bases incluían un ejercicio con carácter voluntario y que sólo podían realizar aquellas aspirantes que hubieran aprobado todos los ejercicios de la oposición. Sin ser obligatorio, sí que superar la prueba de idiomas permitía aumentar la puntuación total.

Paqui, Pilar y Maricarmen prepararon las pruebas teóricas con José Salvador Cárdenas, quien contaba con una gran experiencia en la formación de aspirantes tanto a la Policía como al Cuerpo de Bomberos. El porcentaje de aprobados era bastante alto. Por la mañana impartía las clases en el Ayuntamiento, y por la tarde lo hacía en una oficina situada en la calle Teniente Olmo. Maricarmen Godino recuerda que “tenía un sistema que le iba bastante bien. Al grupo de por la mañana le decía que había una chica que estaba muy preparada, y a mí me motivaba diciéndome lo mismo sobre el resto de alumnas que iban por la mañana”. Esta fórmula provocaba que “nos picáramos y que nos pusiéramos las pilas”. Pilar Ugarte, que formaba parte del grupo matutino, confiesa que cuando veían a Maricarmen Godino decían “ahí va la empollona”. Unos meses antes de las oposiciones, se dieron cuenta que “nos tenía a todas engañadas”. Las tres coinciden en que la exigencia de José Salvador Cárdenas fue “fundamental para que superáramos las oposiciones”. Paqui García resalta que “era muy exigente, pero lo hacía por nuestro bien; y siempre debemos estar agradecidas por su trabajo”. Una labor que, a juicio de Maricarmen Godino, “tiene mucho más valor porque nunca cobraba y lo hacía de forma altruista”.

Pruebas físicas

Además de las pruebas teóricas, las oposiciones también incluían una serie de ejercicios físicos. Según recogían las bases, todos eran “obligatorios, siendo cada uno de ellos eliminatorios”. Las pruebas eran las siguientes:

a)      Correr  60 metros en 12 segundos.
b)      Salto de altura de 0,80 metros con carrera previa.
c)       Salto de longitud de 2 metros con carrera previa.
d)      Levantamiento de peso de 18 kilos en cada brazo hasta la altura de las caderas.

Las aspirantes, en caso de no superar el ejercicio, disponían de una segunda oportunidad.  Maricarmen, Pilar y Paqui califican el período que estuvieron preparando las pruebas físicas como “horroroso”.  Joaquín García de la Torre fue el encargado de entrenarlas. “Nos preparaba por la mañana en el Parque de Bomberos”, recuerda Pilar Ugarte, quien no olvida “una marca que hicimos en una zona del monte Hacho para poder ir a correr cuando no podíamos entrenarnos con él. Nos íbamos allí y corríamos sobre esa marca que habíamos pintado en el suelo”.

Autorización paterna

Tras la publicación del nombre de las opositoras aprobadas, éstas disponían de treinta días para presentar toda la documentación necesaria y exigida en las bases. Entre ella, una “certificación de buena conducta expedido por la Alcaldía respectiva”. Por aquel entonces, la minoría de edad estaba establecida en los veintiún años, por lo que todas las opositoras que hubieran superado las pruebas, y no hubieran cumplido esta edad debían aportar una autorización paterna o de la persona a quien correspondiera la tutela legal. Se consideraba “indispensable” este documento “para su ingreso como Guardia de la Policía Municipal de este Ayuntamiento, sin cuyo requisito no podrán ser nombradas, quedando anuladas todas sus actuaciones en caso de presentar esta autorización y por tanto eliminada de la oposición”.
En el año 1975, fecha en la que se realizan las pruebas de acceso, Pilar Ugarte contaba con veinte años, por lo que “tuve que ir al Juzgado. Allí –explica- mi padre tuvo que firmar el consentimiento y ya pude presentar toda la documentación”.

Ingreso en la Policía Local

Una vez incorporadas a la plantilla policial, a las seis nuevas agentes se les encomendó dirigir el tráfico en el centro de la ciudad. Concretamente, en la plaza de la Constitución –por aquel entonces Plaza General Galera-, calle Padilla y calle Real. Pese a que había varias ubicaciones, estos tres puntos eran sus únicos destinos. Tres desempeñaban su labor en el turno de mañana, y otras tantas lo hacían en el de la tarde. Su presencia no pasó desapercibida. No era una imagen muy habitual, por lo que despertó bastante expectación entre la ciudadanía. “Era una época –recuerda Maricarmen Godino- en la que los soldados salía de uniforme e iban al edificio de Telefónica a llamar por teléfono. En cada lado de la calle había barandas, y por la tarde era una atracción para los militares mientras esperaban la conferencia con su familia en la península. Y por la mañana, todas las mujeres que iban al mercado o estaban paseando se paraban y se quedaban mirando”.  
Tal era la expectación, que muchos –especialmente turistas- les solicitaban hacerse una fotografía con ellas: “No estaban acostumbrados a ver mujeres policías y se fotografiaban con nosotras. Tuvimos que pedir autorización al Ayuntamiento, y nos lo concedieron”, rememora Maricarmen Godino, quien aún conserva una antigua instantánea junto a un visitante extranjero que “por señas, me pidió que me hiciera una foto con él. Se mostró muy agradecido y se fue. Dos o tres meses después me enviaron una carta del Ayuntamiento, y cuando abrí el sobre vi la fotografía que me hice con el turista que no me había pedido la dirección, pero que se la ingenió para mandarla al Ayuntamiento para que me la dieran”. En el reverso de aquella fotografía, realizada hace más de treinta y ocho años, figura una dedicatoria que todavía no ha traducido. Pilar Ugarte, otra de las primeras mujeres policías de Ceuta, corrobora el testimonio de su compañera  a la hora de afirmar que “todos los días nos pedían hacerse fotos”. “Además de la presencia de muchos militares –explica-, era una época en la que venía mucha gente a comprar a Ceuta, y también se fotografiaban con nosotras”
Uno de los aspectos más llamativos fue el uniforme. El mismo incluía un bolso, tacones y un bombín. “Íbamos por la calle y parecíamos más unas azafatas, que realmente lo que éramos, policías”, ironiza Pilar Ugarte. El atuendo -no  lo oculta Maricarmen Godino- les hacía sentirse “un adorno más de la vía pública”.
Muy pronto, las nuevas agentes obtuvieron el apoyo del resto de sus compañeros. Se convirtieron en ‘las niñas’: “La plantilla estaba formada por gente mayor, apenas había juventud. Nos cuidaban y nos tenían entre algodones”, recuerda Pilar Ugarte, quien afirma que “era impensable que nos dejaran ir al cruce del Morro”. “Por aquel entonces –explica Maricarmen Godino- había en el cuartel una botella de cuero con unas bolitas de bingo. Cada puesto donde nos debíamos situar para dirigir el tráfico estaba numerado. Cuando llegaban los compañeros del turno de mañana, cogían una bola y en función del número que les tocaba, iban a la zona que les correspondía. Y por la tarde igual”. Pero ellas estaban exentas de ese sorteo porque su destino era siempre el mismo: la zona centro. “Los cruces de Plaza de la Constitución, Padilla y Calle Real tenían sus números, pero estaban quitados”, añade Maricarmen Godino. Así permanecieron durante dos años, hasta que comenzaron a reivindicar igualdad en su labor profesional. Eran y se sentían policías, por lo que solicitaron efectuar el mismo trabajo que sus compañeros para poder dirigir el tráfico en otras zonas de la ciudad.  “Dijimos que nosotras también participaríamos en el sorteo de los puestos, y que iríamos donde nos tocara”, recuerda Maricarmen Godino ante la atenta mirada de Pilar Ugarte, quien justifica aquella reivindicación: “Queríamos ejercer de policías y realizar el mismo trabajo que hacían el resto de compañeros, porque para eso habíamos entrado en el Cuerpo”.

Aumenta la plantilla mujeres policías

Durante más de dos décadas, las seis primeras mujeres policías de Ceuta fueron las únicas féminas de la plantilla. Desde su  ingreso, aunque posteriormente se habían convocados oposiciones para el Cuerpo de la Policía Local –las plazas eran mixtas- ninguna mujer había accedido, hasta que en el año 1996 se incorporó a la plantilla ceutí, Belén Gómez. Procedente de Murcia, su llegada se produjo a través de una permuta. Belén Gómez, quien aprobó sus oposiciones en 1989, recuerda que cuando llegó “aún chocaba el hecho de ver a una mujer policía en la calle. La gente me miraba extrañada”. En Murcia, reconoce, había más mujeres policías y realizaban un trabajo idéntico al de sus compañeros. Sin embargo en Ceuta “cuando llegué no había ninguna mujer en la calle”. Fue destinada al área de Seguridad Ciudadana, y “estuve patrullando en el 092 con los mismos turnos que sus compañeros”.
En 1999, tres años después de la incorporación de Belén Gómez, la plantilla femenina de la Policía Local –hasta entonces formada por siete agentes- aumentaba con el ingreso de Isabel Tizón y María del Mar Luque. Ambas accedían a través de una convocatoria, convirtiéndose en las siguientes mujeres policías, tras el ingreso en 1975 de las seis primeras policías, que lo hacían mediante unas oposiciones en Ceuta. Isabel Tizón tenía por aquel entonces 23 años. No guarda muy buenos recuerdos de la preparación de aquella convocatoria: “Fue duro preparar las pruebas físicas. Había mucha competitividad, mucho nivel y la preparación debía ser muy alta. Lo pasé mal; fue angustioso y muy estresante”. Tal fue la dureza, que afirma con bastante rotundidad que si “hubiese suspendido, no se hubiera presentado por segunda vez”.
Superar las pruebas supuso “una gran satisfacción”, por lo que el esfuerzo mereció la pena.

Actualmente


Treinta y nueve años después de su incorporación, tres de aquellas primeras mujeres policías de Ceuta continúan formando parte de la plantilla. El resto, se han jubilado por enfermedad. Actualmente la plantilla femenina está actualmente compuesta por trece agentes. A la pregunta de si se han arrepentido de haber ingresado en la Policía Local, Pilar Ugarte, Paqui García y Maricarmen Godino responden -y lo hacen casi al unísono- que “nunca”, destacando que “hemos evolucionado y supimos adaptarnos a un trabajo en el que sólo había hombres”. Juntas prepararon las oposiciones y posteriormente, “siendo unas niñas” ingresaron en el Cuerpo. Las tres llevan más de media vida compartiendo experiencias. “Somos una familia”, aseveran.  Por ello, ahora esperan que el destino les mantenga unidas para poder cumplir un deseo: “jubilarnos juntas”.


sábado, 10 de mayo de 2014

RADIO CEUTA (EAJ 46): 80 AÑOS DE HISTORIA

Los inicios de Radio Ceuta se remontan a la década de los años 30. La sociedad  ‘Mas, Bernaola y Compañía’ solicitó a la Dirección General de Telecomunicaciones la instalación de una emisora de poca potencia y considerada como emisora local. Mientras llegaba la autorización por parte del Gobierno, la empresa fue realizando las oportunas gestiones para la instalación de antenas, construcción del centro emisor y el acondicionamiento de los estudios, que fueron ubicados en un desaparecido edificio sobre cuyo solar se construyó años después el colegio ‘Beatriz de Silva’.
El 17 de marzo de 1933 el Ayuntamiento de Ceuta aprobaba en sesión plenaria el proyecto de instalación de los postes y el inicio de las obras del centro emisor en el monte Hacho. Superado un período de prueba, y tras una inspección por parte de la Dirección General de Telecomunicaciones, el Cuerpo de Telégrafos concedía la licencia para que se comenzasen las emisiones con el indicativo E.A.J. 46, y con una potencia de 200 watios. El 9 de mayo de 1934, una voz dulce, la de Salud Tejero, anunciaba a las doce del mediodía el inicio, de forma oficial, de las emisiones de Radio Ceuta.

Guerra Civil

Durante la tarde del 17 de julio de 1936 los estudios de Radio Ceuta y el centro emisor, ubicado en el Monte Hacho, fueron tomados por el Ejército. La ocupación militar no se reflejó en antena, puesto que los programas se emitieron con absoluta normalidad.
Por la noche, tras la despedida de los locutores, comenzó a sonar el himno nacional de la época –II República-, circunstancia que llamó la atención de los oyentes, puesto que tan sólo era costumbre escucharlo tras un acto oficial. Sin embargo el 18 de julio, y bajo la supervisión de los militares, la programación de Radio Ceuta se limitó a la emisión de música, que sólo se veía interrumpida por la voz de Salud Tejero, quien en ocasiones ofrecía el indicativo de la emisora, anunciaba otro disco o daba lectura a los comunicados oficiales que emitía el Ejército.
El 23 de julio, el por aquel entonces jefe de la Legión, el teniente coronel Juan Yagüe, visitó los estudios de Radio Ceuta y pronunció un discurso que fue ofrecido a distintos puntos del país, y en el que informó sobre la situación de las unidades que se hallaban combatiendo en diversos frentes de la península. Hasta mediados de 1937, diferentes autoridades (Martínez Simancas, Ruiz Fornells, Jiménez Mora o Duque Sampayo) fueron ofreciendo con carácter diario un discurso a la ciudadanía.
Radio Ceuta sirvió también de enlace entre ceutíes a los que el inicio de la Guerra les había sorprendido en la costa malagueña o residían en esta zona y sus familiares que permanecían en Ceuta. A través de los micrófonos de EAJ-46, y siempre controlado por la censura, se emitieron saludos y mensajes, que permitieron a muchos ceutíes en la Costa del Sol conocer la situación de sus familiares en la ciudad. Fue un importante servicio el que prestó Radio Ceuta, y prueba de ello fue el considerable número de personas que acudieron a los estudios para que se enviara el ansiado mensaje que concedía cierta tranquilidad a sus familias.
Durante la Guerra Civil, Radio Ceuta nunca sufrió ningún atentado directo en sus estudios, aunque sí se detectaron grandes trozos de metralla en las inmediaciones del centro emisor, lo que evidenciaba que se habían producidos ataques desde el mar.

Finalizada la contienda fueron recuperándose los programas que se emitían bajo unas directrices marcadas por la censura. La programación comenzaba a las trece horas con espacios musicales, y finalizaba tres horas más tarde, reanudándose a las nueve de la noche durante dos horas más.

Fueron años de esplendor para la antigua E.A.J. 46, que marcó una importante época con programas míticos como el protagonizado por Eduardo González Viso, conocido popularmente con el sobrenombre de ‘Papá abuelo’. Los estudios de Radio Ceuta acogían a decenas de niñ@s y jóvenes que seguían en directo este programa infantil que se emitía los jueves por la tarde, y que contaba con una gran audiencia. La asistencia de público era tan numerosa, que se decidió realizarlo desde el teatro Cervantes, aumentando la frecuencia a dos programas semanales.
Con el paso de los años se convirtieron en habituales la representación de obras teatrales y  las actuaciones en directo en los estudios de Radio Ceuta, por los que pasaron estrellas de la época, y que décadas después, algunos de los artistas, están considerados auténticos mitos de la música española como Juanito Valderrama, Manolo Caracol, Manolo Escobar, Marifé de Triana, Juanita Reina, Dolores Abril, el Dúo Dinámico o Antonio Machín, cuya presencia provocó un colapso en las inmediaciones de Radio Ceuta debido al importante número de ciudadanos que se acercaron para ver al artista. La Policía Municipal se vio obligada a cortar el tráfico en la zona.
El constante aumento del número de oyentes suponía un compromiso para los responsables de la emisora que, en su intento de corresponder a la fiel audiencia, incorporaban nuevos programas. Entre ellos el primer espacio dedicado a la información local. Tras solicitar la pertinente autorización a la Delegación de Información y Turismo se puso en marcha el denominado ‘Boletín Informativo’ dirigido por Ramón Pouso y Antonio de la Cruz ‘Tony’. El informativo se emitía a las dos de la tarde dando paso posteriormente al diario hablado de Radio Nacional de España, que era de obligado cumplimiento. Con el tiempo se fueron incluyendo entrevistas, efemérides y actualidad deportiva, que también tuvo su protagonismo con un programa que comenzó a emitirse los fines de semana.
Otro de los programas emblemáticos de la antigua E.A.J. 46, y que aún hoy recuerdan muchos oyentes es el popularmente conocido como ‘discos dedicados’. Su emisión comenzó en 1947 y durante años fue uno de los programas estrella, dado el considerable número de oyentes que, especialmente en fechas señaladas, solicitaban sus discos con dedicatorias y mensajes incluidos.
En el año 1954 se instala en Ceuta una delegación de ‘Radio Dersa’, emisora que contaba con una importante audiencia en Tetuán. Supuso una auténtica lucha entre David y Goliat, puesto que los 200 watios de Radio Ceuta no podían competir con la potencia -20 Kilowatios- de Radio Dersa, que además contaba con un plantel de seis locutores, una gran variedad de programas emitidos en otras emisoras nacionales  y una infraestructura muy superior. Pese a todo Radio Ceuta hizo frente con algunas modificaciones en la programación. La empresa ‘Torres Quevedo’, propietaria de Radio Dersa decide entonces entablar negociaciones con la dirección General de la sociedad  ‘Mas, Bernaola y Compañía’ para comprar Radio Ceuta. El 30 de octubre de 1955 se llega a un acuerdo entre ambas partes. La empresa ‘Torres Quevedo’ adquiere además Radio Melilla. El acuerdo empresarial vino precedido de considerables mejoras tanto en el aspecto técnico como en la programación. Se aumentó el número de horas de emisión, comenzando la misma al mediodía, y finalizando doce horas más tarde de forma ininterrumpida. En el apartado técnico, se dotó a Radio Ceuta de un nuevo poste de 45 metros, que sustituía al anterior. Mientras se llevaron a cabo las labores de montaje se estuvo emitiendo desde el propio edificio donde se encontraban los estudios, lugar en el cual se instaló de forma provisional, un centro emisor y una antena, evitando de este modo la suspensión de las emisiones.
Tras la independencia de Marruecos, Radio Dersa de Tetuán comenzó su declive, provocando que nueve años después la empresa ‘Torres Quevedo’ decidiera deshacerse de Radio Ceuta y Radio Melilla. Ambas emisoras quedaban en una situación casi de abandono. Antonio María Valentín, director general de ‘Torres Quevedo’ decide ceder gratuitamente Radio Ceuta a José Solera Barco –por aquel entonces director de la emisora-, quien declina el ofrecimiento. Ante tal situación José Solera se desplaza a Madrid y mantiene conversaciones con responsables de la Sociedad Española de Radiodifusión (SER), llegándose a un acuerdo por el cual Radio Algeciras asumía la compra de las emisoras de Ceuta y Melilla, creándose la sociedad Radio Algeciras S.A. e integrándose Radio Ceuta en la Cadena SER. Esta circunstancia generó numerosos cambios: nuevos programas y aumento en el horario de emisión.
En 1970 se produce el traslado a los nuevos estudios en la calle Virgilio Oñate. Todo ello coincide con una profunda renovación de los equipos técnicos en el centro emisor. Se instala un nuevo poste de 50 metros de altura donde fueron colocados seis dipolos de Frecuencia Modulada. Radio Ceuta seguía emitiendo a través de Onda Media y nacía una nueva emisora en F.M., que años después se potencia con la llegada de nuevas y jóvenes voces, que aportaron mucha frescura y un estilo de hacer radio muy diferente al que se venía ofreciendo. En 1984 se produjo el relevo en la dirección de Radio Ceuta. José Solera Barco casi cuatro décadas en la emisora cede el testigo a Beatriz Palomo, que permaneció en el cargo hasta 1989, año en el que se produce un nuevo relevo en la dirección. Elisa Beni ejerció como delegada de Radio Ceuta hasta 1992, asumiendo de nuevo la responsabilidad de la dirección Beatriz Palomo.
En 1990, Radio Ceuta se traslada a unos nuevos estudios, instalándose los mismos en Real 90. Entre la década de los 80 y 90 se van ofreciendo diferentes productos como Radio Sol, M-80 o 40 Principales. A mediados de los 90, la emisión de Cadena SER se traslada a F.M. (96.2), y a través de la frecuencia de O.M. (1584), comienza a ofrecerse un nuevo producto: Radiolé Costa del Estrecho.
En el año 2001 se produce la marcha de Beatriz Palomo, asumiendo desde entonces la dirección Antonio Rosa hasta la llegada en 2011 de Joaquín Guirval. Desde 2003 Radio Ceuta emite desde sus estudios ubicados en el Poblado Marinero. La labor de Radio Ceuta fue reconocida en el año 2008 con la concesión de la medalla de la Autonomía por parte de la Ciudad Autónoma de Ceuta.

Actualmente el equipo de Radio Ceuta está formado por Joaquín Guirval (director), Samira Hamadi, Miguel ángel Mendoza y Antonio Martín, quienes conforman el presente de una emisora  que ha sido escuela de grandes profesionales que posteriormente han recalado en otros medios de comunicación. La historia de Radio Ceuta se ha escrito gracias a la fidelidad de sus oyentes, y el trabajo, en ocasiones artesanal, que han realizado profesionales insignes como Salud Tejero, José Luís Díaz, Victoria Más, Ricardo Lacasa, Teodoro Marfil, Roberto Franca, Chema Lizarralde, Juanjo Cerro, Salomón Hachuel, José Manuel Domínguez, Fermín Soto, Carlos Coronado, Javier Navas, Antonio Gómez, Macu Más, Andrés Sánchez, Jesús Ferreiro, Toni de la Cruz (padre e hijo) y los técnicos  Sebastián Jiménez ‘Chano’, Ernesto Valero y el siempre recordado Guillermo Valera. En la parte directiva destacar a José Más, Sergio González Otal, Carlos Vergara, Beatriz Palomo, Elisa Beni y Antonio Rosa. Todos ellos y un largo etcétera de profesionales junto al incondicional apoyo de sus oyentes han permitido que Radio Ceuta, la antigua E.A.J. 46 forme parte de la sociedad ceutí, creciendo, evolucionando y viviendo con ella los acontecimientos más importantes de los últimos ochenta años.