martes, 23 de julio de 2013

HOTEL ‘LA MURALLA’: SÍMBOLO DEL TURISMO CEUTÍ


El Parador Hotel La Muralla fue y sigue siendo uno de los símbolos del turismo ceutí. Aunque su construcción coincidió con el boom del turismo en España, la idea de implantar un Parador en la ciudad fue durante décadas una vieja aspiración de las autoridades municipales. Desde la constitución del Patronato Nacional de Turismo -a finales de los años 20- se planteó en varias ocasiones la necesidad de que Ceuta formara parte de la red de Paradores. De hecho, y según información facilitada por el cronista oficial de la ciudad, existen documentos de aquella época y también de la II República en los que se hacen referencia al proyecto de construcción del hotel. Pese a la insistencia de las diferentes autoridades locales, la vieja aspiración no se vio cumplida hasta 1967, año en el que era inaugurado el Gran Hotel La Muralla. Aunque se barajaron otras opciones, finalmente se eligió un lugar privilegiado para construir el nuevo establecimiento hotelero: la zona donde estaba ubicado el antiguo Parque de Artillería, en la Plaza de África, por lo que fue necesaria la cesión de terreno militar por parte del Ministerio de Defensa. El proyecto contemplaba el derribo de los cuarteles de San Manuel y el de la Torre del Reloj. Se aprovechó parte de las Murallas Reales y junto a ellas se edificó el hotel. La intervención del Ministerio de Información y Turismo, a través de ENTURSA (Empresa Nacional de Turismo) resultó fundamental para la puesta en marcha de ‘La Muralla’. Así lo considera José Luís Gómez Barceló, quien afirma que “si no hubiera sido un proyecto estatal, no se podría haber conseguido”. Inicialmente, el hotel quedó integrado en ENTURSA, hasta que en los años 80 entró a formar parte de la Red de Paradores.

Anteproyectos

El 20 de junio de 1961 se celebraba una reunión, en la que pareticiparon José María Gómez López; Alberto Ibáñez Trujillo, alcalde interino de la ciudad; Jesús Díaz de Espina, delegado provincial de Información y Turismo; José Osuna Fajardo, jefe superior de Arquitectura del Ministerio de Información y Fortuno Jerace, arquitecto norteamericano y asesor de la Dirección General de Turismo. El objetivo de este encuentro era establecer las bases para la construcción del Parador en Ceuta y decidir la ubicación del mismo. Se estudiaron los diferentes anteproyectos redactados por los arquitectos del Ministerio de Información y Turismo, seleccionándose dos de ellos. En cuanto al emplazamiento, inicialmente en aquella reunión se decidió que el Parador fuese ubicado en la Avenida Virgen de África, donde actualmente está ubicado el Polifuncional que alberga las instalaciones de la Policía Local y del cuerpo de Bomberos. La decisión fue adoptada, tras visitar diferentes lugares, por los arquitectos Fortuno Jerace y José Osuna. Los dos anteproyectos  fueron publicados al día siguiente en la portada del diario ‘El Faro de Ceuta’. La reunión también sirvió para fijar el presupuesto de la construcción del hotel, que ascendería a los cincuenta millones de las antiguas pesetas. La intención era contar con unas instalaciones hoteleras con capacidad para unas 140 personas. En función de las posibilidades, se dotaría al hotel de unas 65 o 75 habitaciones; además de cuatro ‘suites’. El proyecto incluía un gran salón, comedor con capacidad para doscientas personas, piscina de agua salada, un amplio jardín con terrazas, sala de reuniones. Aunque finalmente el Hotel ‘La Muralla’ se construyó en la Plaza de África, el diseño final estuvo basado en los dos anteproyectos redactados por los arquitectos del Ministerio de Información y Turismo.

Cesión de los terrenos

13 de enero de 1962, la sala de juntas del edificio del Gobierno General acogía la firma de la escritura de cesión de los terrenos por parte del Ayuntamiento para la construcción del Parador. En el acto, que contó con las presencia de las principales autoridades de la ciudad; el jefe de los Servicios de Arquitectura del Ministerio de Información y Turismo fue exponiendo los principales detalles del proyecto. José Osuna -señalando todas sus explicaciones en el plano- comentó que el nuevo hotel contaría con sesenta habitaciones y cuatro apartamentos que podrían alojar a un máximo de ciento veintiocho personas. El establecimiento hotelero estaría dotado de varios salones sociales, biblioteca, dos bares, terrazas de verano, piscinas, garaje y aparcamientos. Además todas las habitaciones dispondrían de aire acondicionado, teléfono, cuarto de baño y receptores de televisión. Todo ello ocuparía una superficie de unos doce mil metros cuadrados. El jefe de los Servicios de Arquitectura del Ministerio de Información y Turismo afirmaba que se habían “compaginado las características que distinguen a los Paradores Nacionales de Turismo, con las necesidades peculiares de Ceuta, debido a la carencia en ésta de alojamientos de categoría”. “Por ello, el nuevo establecimiento –añadía- contribuirá notablemente a paliar tan acuciante problema, sin sacrificar nada al lujo, puesto que se trata de un alojamiento cuya clasificación es la Primera A”.
Tras el derribo de los antiguos cuarteles, las obras de edificación del nuevo hotel se iniciaron el 10 de agosto de 1965. El proyecto fue diseñado por el prestigioso arquitecto Carlos Picardo Castello -autor del Hotel Jerez o responsable de la remodelación del Hotel Alfonso XIII de Sevilla-, y que contó con la participación del ceutí Fernando Moreno Barberá.

Inauguración

La inauguración del Gran Hotel La Muralla se producía el 29 de mayo de 1967. El acto estuvo presidido por Antonio García Rodríguez-Acosta, subsecretario de Turismo; y José Muslera González-Burgos, teniente general jefe del Ejército del Norte de África y gobernador general de las Plazas de Soberanía. Además también contó con la presencia, entre otros, de José Sirvent Dargent, presidente del Instituto Nacional de Turismo; Rafael Muñoz, director-gerente de la Empresa Nacional de Turismo (ENTURSA) y el alcalde de la ciudad, Alberto Ibáñez Trujillo. Tras la bendición de las nuevas instalaciones por parte del vicario general de la Diócesis, Isidro Conde; daba comienzo el acto inaugural en el que intervenía en primer lugar el alcalde de Ceuta, quien destacaba en su discurso –tal y como recogía la prensa local- la imperiosa necesidad que tenía la ciudad de contar con un hotel de estas características, puesto que la carencia de plazas hoteleras se había convertido en un gran problema: “[…] Ceuta, que tenía un problema quizás de lo más angustioso al tocar en ella sensiblemente ese impacto crucial que hoy es el turismo, tenía ante sí un panorama verdaderamente trágico. No bastaba el esfuerzo corto y poco potente de la iniciativa privada para paliar un problema angustioso que tocábamos todos los ceutíes cuado comenzaba la temporada de verano y el movimiento turístico, ascendente o descendente de la península hacia el vecino país de Marruecos, o bien el turismo nato de Ceuta se aproximaba y llegaba a sus momentos cruciales. Para nosotros ¿por qué no decirlo? era hasta bochornoso el tener que contemplar como aquellos visitantes demandaban toda clase de alojamientos sin que pudiera acceder a los mismos”.


A continuación tomaba la palabra el presidente del Instituto Nacional de Industria, quien repasaba las numerosas gestiones realizadas por parte de las Administraciones para la construcción del Gran Hotel ‘La Muralla’, destacando que las nuevas instalaciones permitirían a Ceuta “incorporarse al fenómeno socio-económico de nuestro tiempo: el turismo”. José Sirvent también subrayaba que “el hotel está clasificado  como 1ª A y es de gran prestancia y noble traza, lo que no impide por otra parte –manifestó- que posea cierto funcionalismo y que esté abierto a la luz y a la naturaleza. Es un alojamiento confortable, práctico y adecuado a las necesidades de la población. Sus dimensiones se han atemperado a la financiación en un principio autorizada por el Gobierno; pero con una visión de futuro, el edificio principal ha sido concebido para que en su día, si la explotación la exigiese, pueda ser ampliado en altura, construyéndose dos plantas más de habitaciones”.
Por su parte, el subsecretario de Turismo era el encargado de cerrar el turno de intervenciones. Antonio García Rodríguez-Acosta daba mucha importancia a la evolución que el turismo estaba experimentando en el país y a las consecuencias económicas que ello conllevaba: “En 1966 entraron en España 17.521.000 turistas, produciendo un ingreso de 1.249 millones de dólares. Y Ceuta no podía quedar ajena a este gran movimiento que está produciendo tantos beneficios al país”. El subsecretario de turismo, y en representación del ministro del área, inauguraba oficialmente el hotel. Tras el acto, las autoridades recorrían las nuevas instalaciones y posteriormente asistían a un almuerzo.
El turismo de Ceuta registró un importante impulso con la apertura del Hotel La Muralla, suponiendo, según explica José Luís Gómez Barceló, “un gran revulsivo para la ciudad porque no existían instalaciones de estas características. Se contaba con hoteles pequeños como el ‘Alhambra’, el ‘Términus’ o el ‘Atlante’, lo que era el antiguo ‘Majestic’ y hasta entonces considerado el mejor hotel de Ceuta”.

Medalla de oro de la ciudad al Instituto Nacional de Industria

Coincidiendo con el acto inaugural del Gran Hotel ‘La Muralla’, tenía lugar la imposición de la medalla de oro de la ciudad al Instituto Nacional de Industria. La distinción, aprobada por unanimidad en un pleno extraordinario, pretendía mostrar el agradecimiento del consistorio ceutí –según recogía el diario ABC- por el impulso del I.N.I. a varios proyectos, considerados claves para el desarrollo turístico e industrial de la ciudad. Y así lo reflejaba el acta plenaria: “La real, efectiva y decisiva presencia del Instituto Nacional de Industria que, por sí  o por sus filiales, ha dado un giro insospechado a nuestra vida industrial, cifrando su atención en los puntos claves de unas deficitarias actividades que su intervención ha sabido convertir en positivas, despejando preocupaciones que aún pesarían sobre la ciudad con las extraordinarias dificultades que llevan consigo”. “En materia de comunicación marítima –continuaba la moción-, la empresa Elcano construyó los transbordadores ‘Virgen de África’ y ‘Victoria’, que tan importantes servicios están prestando en la travesía del Estrecho. En el capítulo de energía eléctrica fueron atendidas las necesidades con la central térmica del muelle Cañonero Dato y, más tarde, con la del Tarajal. […] Otra y muy interesante faceta de la actividad comercial era la instalación de frigoríficos para conservar artículos que hoy constituyen base especial, y la I.G.F.I.S.A. construyó en la recién urbanizada zona portuaria del ya nombrado muelle Cañonero Dato unas magníficas instalaciones donde se almacenan alimentos congelados. Por último, la Empresa Nacional de Turismo emprende la gigantesca obra de levantar el estupendo hotel La Muralla, que coloca a Ceuta en primera fila”. Diferentes actuaciones que traducido en pesetas, y según recogía el acta plenaria, ascendían a un total de “380 millones que han determinado, al mismo tiempo, la creación de numerosos puestos de trabajo y la apertura hacia nuevas posibilidades en orden a la prosperidad y el bienestar de la ciudad”. José Muslera González-Burgos, teniente general jefe del Ejército del Norte de África y gobernador general de las Plazas de Soberanía; y el alcalde de Ceuta, Alberto Ibáñez Trujillo fueron los encargados de imponer la Medalla de oro de la ciudad al presidente del Instituto Nacional de Industria, José Sirvent.

Explosión

Uno de los episodios más tristes en la historia del Hotel la Muralla se vivió el 26 de junio de 1975. Aquel día estallaron dos artefactos en Ceuta, uno de ellos un coche bomba aparcado entre la Comandancia General y el establecimiento hotelero. Según recogía la prensa local, la explosión se produjo a las tres y cinco de la tarde, al estallar una bomba que estaba adosada a un vehículo con matrícula marroquí que, al parecer, ya llevaba varios días aparcado en las inmediaciones del hotel. No se produjeron daños personales. El lateral del edificio de ‘La Muralla’ recibió los impactos de la explosión, provocando la ruptura de cristales. Según recogía en sus páginas el diario El Faro de Ceuta, “el ruido que produjo el estallido fue impresionante, pero tanto el personal del hotel como los clientes que se encontraban en él, en el comedor, en la barra y en las habitaciones dieron muestras de una gran serenidad y no hubo el menor síntoma de pánico”.



Libro de firmas

El Parador Hotel La Muralla cuenta desde sus inicios con un libro de firmas. Su contenido es dado a conocer por primera vez en este reportaje. No todas las visitas ilustres dejaron su rúbrica, aunque entre sus páginas guarda dedicatorias de destacadas personalidades. Entre ellas, la de dos ex presidentes del Gobierno: Adolfo Suárez González y José Luís Rodríguez Zapatero. Ambos visitaron el Parador durante su mandato, lo que da mucho más valor a lo plasmado en su momento en el libro de firmas. El 6 de diciembre de 1980 –apenas dos meses antes del 23-F-, Adolfo Suárez escribió lo siguiente: “Para el Hotel La Muralla, con la especial gratitud de una persona que se siente especialmente vinculado a su empresa”. Por su parte, José Luís Rodríguez Zapatero firmaba el 1 de febrero de 2006, reflejando lo siguiente: “Para el Parador de Ceuta y todos su trabajadores, con cariño, lealtad y gratitud”.
Otro destacado político, Manuel Fraga Iribarne dejaba plasmada su rúbrica el 10 de febrero de 1979. Su dedicatoria era significativa, puesto que el Hotel ‘La Muralla’ se construía durante su etapa al frente del Ministerio de Información y Turismo, principal promotor del proyecto. Fraga Iribarne lo recordaba en una de las páginas del libro: “Con mi satisfacción de ver en pleno funcionamiento y éxito el Hotel La Muralla de Ceuta, que en su día me correspondió la lucha de poner en marcha al servicio de Ceuta, ciudad de España”. Firmó como secretario de Alianza Popular Coalición Democrática.
En el libro también destacan la de varios ex alcaldes (Fructuoso Miaja, Aurelio Puya o Basilio Fernández) y la rúbrica de la por aquel entonces princesa de Marruecos, Lalla Lamia Solh -tía del actual monarca del país vecino-, quien mostraba, en francés, su agradecimiento por la hospitalidad: “Merci beaucoup par votre accueil” (Muchas gracias por su acogida).

Isabel González

Artistas, políticos, miembros de la Casa Real, futbolistas o toreros. A lo largo de su historia, han sido numerosas las personalidades o personajes populares que se han alojado en el Hotel La Muralla. Isabel González, actualmente jefa de Servicio de piso; ha sido testigo de la gran mayoría de esas visitas destacadas y ha vivido innumerables anécdotas. Una de ellas la protagonizó el mismísimo Adolfo Suárez: “Yo era telefonista  y tuve que hacer el turno de noche porque consideraron que si el presidente del Gobierno utilizaba el teléfono, sería más bonito que escuchara una voz femenina”. Y Adolfo Suárez llamó a la una de la madrugada: “Nos pidió que le consiguiéramos, no se me olvidará en la vida, Ducados Internacional. A esa hora -rememora Isabel González- no encontramos ningún sitio abierto y no pudimos atender a su petición”.
En otra ocasión, Isabel González tuvo que dejar sus funciones para hacer de chófer de Manolo Escobar: “Por mucho que insistíamos, no encontramos taxi, y perdía el barco; por lo que me ofrecí a llevarlo al puerto en mi propio coche”.
En el año 1995, coincidiendo con la inauguración del Parque Marítimo del Mediterráneo, se grabó en las instalaciones diseñadas por el arquitecto César Manrique un programa de televisión –emitido posteriormente en Antena 3- que  reunió a un destacado número de artistas. Entre ellos, Alejandro Sanz o Rocío Jurado, quienes se hospedaron en el hotel ‘La Muralla’. La artista chipionera “me llamó a las dos de la tarde porque el vestido que iba a utilizar esa noche en la gala, tenía una mancha. Subí y me pidió que, por favor, hiciera lo posible para quitársela. Tuvimos que llevar el traje a una tintorería, y finalmente pudo lucirlo”.

Aunque como buena profesional no desvela nombres, Isabel González recuerda que el componente de un grupo musical, “arrojó un teléfono por la ventana”. Ante la sorpresa de los empleados del hotel, la única razón dada es que “se había enfadado”.