lunes, 23 de diciembre de 2013

CANAL SUR RADIO SE GESTÓ EN CEUTA


Canal Sur Radio ha conmemorado este año su vigésimo quinto aniversario. Aunque desde el 28 de febrero venía emitiendo en pruebas, fue el 11 de noviembre de 1988 cuando la radio pública de Andalucía iniciaba oficialmente sus emisiones. Suponía el principio de un proyecto que tuvo sus orígenes en Ceuta. José María Durán Ayo, quien posteriormente fue nombrado director de Canal Sur Radio, fue el encargado de redactar el boceto que incluía las bases de la que meses después se convertía en la radio pública andaluza. José María Durán desempañaba su labor profesional en Radio Nacional de España (RNE) y fue trasladado de forma provisional a Ceuta para instalar una delegación de este ente público en la ciudad norteafricana. Durante su estancia en Ceuta recibía una llamada de Salvador Domínguez, por aquel entonces director general de radiodifusión de la Junta de Andalucía, encargándole la puesta en marcha de Canal Sur Radio. Así lo explicaba José María Durán en una entrevista emitida hace algunos años en la radio pública andaluza: “En Ceuta vivía en una modestísima vivienda que me había prestado la Delegación de Obras Públicas al estar en esta ciudad montando una emisora de Radio Nacional de España. Un día estaba haciendo mi trabajo en un despacho de la Dirección de Carreteras cuando me llamó Salvador Domínguez y me dio la oportunidad de poner en marcha la radio pública de Andalucía. En esas mismas oficinas, en una máquina de escribir; hice un documento con todos los detalles que dieron origen a Canal Sur Radio. Estuve trabajando durante dos o tres meses hasta que en unos folios quedó reflejado todo el proyecto”.

José María Durán aún conserva aquel documento redactado en uno de los despachos de la Delegación de Obras Públicas, y que fueron los orígenes de un proyecto que acaba de cumplir su primer cuarto de siglo. Una radio cien por cien andaluza, pero gestada en Ceuta.

sábado, 23 de noviembre de 2013

ANCHOAS 'CEUTA' Y 'MELILLA', UN PRODUCTO DE CALIDAD EN ARGENTINA


A más de nueve mil kilómetros de Ceuta, en Mar de la Plata (Argentina), el empresario melillense Manuel Nucete rinde su particular homenaje a Ceuta y a su tierra natal. Lo hace comercializando anchoas bajo dos marcas con el nombre de las ciudades autónomas. Ambas fueron registradas hace 35 años y cuentan con un gran prestigio en tierras argentinas, aunque también son exportadas a Brasil.
Manuel Nucete lleva prácticamente toda su vida dedicado al sector conservero. Actualmente cuenta con 74 años, pero pronto aprendió una profesión que -asegura- le sigue apasionando, y que conoció a temprana edad: “Me quedé sin padre a los ocho años. Me crié con mi abuelo materno y con él aprendí el oficio. Años después, la independencia de Marruecos provocó un descenso del contingente militar, y como vendíamos mucho a los cuarteles, lo notamos bastante. Además comenzó a escasear las anchoas, por lo que pasado un tiempo tuve que buscar nuevos horizontes”, recuerda el empresario melillense, quien llegó a Argentina con veintisiete años. Inicialmente se dedicó a una profesión muy distinta a la que había ejercido en su tierra natal, aunque no  tardó mucho en dedicarse a su vocación y emprender una aventura empresarial que aún hoy sigue activa: “Me vine con mis primos hermanos que son productores de aceitunas y que actualmente forman parte de una de las cooperativas más fuertes del país argentino con una elaboración de setenta millones de kilos, pero yo tenía ganas de seguir haciendo lo que siempre había hecho en Melilla. En cuanto pude me vine a la Mar de Plata, que es el puerto pesquero más importante de la República Argentina. Estas costas son riquísimas y nunca faltan las anchoas o bocartes, y así empecé con esta empresa. Sigo haciendo lo que hice toda mi vida. Empecé con diez años; y ya llevo sesenta y cuatro con las anchoas. Es algo que llevo en la sangre”. Fue en el año 1978 cuando fundó Terramare S.R.L., empresa con la que registró las marcas ‘Ceuta’ y ‘Melilla’.  Desde entonces las dos ciudades autónomas dan nombre a un producto de calidad que se comercializa en grandes superficies e incluso en otros países: “Hace ya treinta y cinco años que están en el mercado, en empresas multinacionales como Carrefour, Walmart o Jumbo Retail. Y también exportamos nuestros productos a otros países como Brasil o España, donde vendemos las anchoas de mayor tamaño, que allí escasean”.
Las marcas ‘Ceuta’ y ‘Melilla’, con el paso del tiempo se han consolidado en el mercado y cuentan con un gran prestigio, fruto –afirma Manuel Nucete- del trabajo artesanal que les  caracterizan y distingue del resto de empresas: “La diferencia que tienen nuestros productos comparativamente con  otras marcas, sin ánimo de desprestigiar, es nuestra elaboración. Estos mares de acá son más fríos, por lo que el bocarte está más armado. Tienen más escamas y la piel más gruesa, entonces a la hora de  trabajar el filete de anchoa, no hay que tener escrúpulo y cortarle bastante para que no lleve espinas y que salga un buen jamoncito”. La estrategia comercial que siempre ha seguido el empresario melillense ha sido apostar por la calidad, lo que provoca un aumento en el precio final en detrimento de un mayor volumen de ventas: “La anchoa no es un producto de consumo masivo, por tanto yo prefiero vender menos pero que sea un producto muy bueno.”. El objetivo es llegar a un consumidor que sepa valorar el trabajo artesanal y la calidad de la anchoa: “El que normalmente come bocarte lo hace por placer y no se fija en la diferencia de precios porque sabe que está degustando un gran producto. Y así hemos conseguido que nuestras marcas sean muy valoradas. Hacemos una producción 100% artesanal y limitada”.
En cuanto a los precios, una lata (octavillo) de anchoas ‘Ceuta’ de 60 gramos suele costas 1,20 dólares. Hay frascos de mayor tamaño y la variedad de productos –también distribuidos con el nombre de las dos ciudades autónomas-  es bastante amplia. Al margen de las tradicionales anchoas en salazón, también podemos encontrar filetes de anchoa a la calabresa o con alcaparras y aceite de oliva.
Las etiquetas de las anchoas ‘Melilla’ lucen el escudo de la ciudad autónoma, mientras que en el caso de los frascos de la marca ‘Ceuta’ se aprecia el diseño de una pequeña embarcación sobre el mar, con un cielo celeste sobre el que figura el escudo de la ciudad. No es extraño que Manuel Nucete, por su condición de melillense, registrara una marca con el nombre de su ciudad natal, pero más llamativo es que también lo hiciera con el de Ceuta. La razón es clara: “Son dos ciudades que quiero mucho, de alma y corazón”. Desconoce cuándo será, pero la intención del empresario afincado en Argentina es viajar en un futuro a España. Su idea es visitar ambas ciudades autónomas. Mientras tanto, en Mar de la Plata, Manuel Nucete seguirá poniendo el mismo empeño que viene demostrando desde hace décadas para que las anchoas ‘Ceuta’ y ‘Melilla’ continúen siendo un producto de alta calidad, y a su vez un homenaje a ambas ciudades españolas.  

martes, 15 de octubre de 2013

LA BALLENERA DE BELIONES: UNA JOYA DE LA HISTORIA INDUSTRIAL DE CEUTA

Son muchas las industrias y fábricas que han ido desapareciendo en Ceuta a lo largo de las últimas décadas. Todas forman parte de un pasado, que difiere mucho del presente, en el que el sector industrial es prácticamente inexistente. Algunas de esas antiguas empresas han quedado en el olvido, pero otras permanecen en la memoria de muchos ceutíes que han ido transmitiendo su existencia. Es el caso de la antigua ballenera, inaugurada el 24 de junio de 1947. Estuvo ubicada en Beliones (Belyounech), cuando -lo que hoy es una localidad marroquí- pertenecía a España, antes de la independencia del país vecino en el año 1956. Aunque abandonado, aún hoy se conserva el edificio que durante apenas ocho años albergó aquella antigua ballenera. Su implantación fue llevada a cabo por la empresa Industrial Marítima S.A.


Instalaciones

Según publicaba en sus páginas ‘El Faro de Ceuta’, las instalaciones de la antigua ballenera estaban compuestas por una gran nave, dividida en tres salas. En la primera se encontraba la maquinaria. Junto a ella, una segunda dependencia que albergaba las calderas de vapor y el grupo que distribuía electricidad a toda la factoría. La tercera de las salas, la de mayor dimensión, era la destinada para el tratamiento de las ballenas capturadas. Entre la maquinaria, la factoría contaba con un total de diez autoclaves donde se introducía la carne. Ocho se utilizaban para estas funciones, y dos para el tratamiento de la osamenta. El coste de esta maquinaria superaba los dos millones y medio de las antiguas pesetas. También en esta sala estaban ubicadas dos grandes máquinas, de 18 toneladas y media cada una, en las que se introducía el tocino de las ballenas; extrayéndose el aceite para un posterior uso industrial. En apenas dos horas y media se podían sacar hasta seis toneladas. Junto a esta maquinaria se encontraban el secadero, varios depósitos donde se vertía el aceite extraído; y un gran horno, en el que se introducían todos los residuos del cetáceo para ser transformados en abono. Bajo el suelo de la segunda sala, existía un gran depósito de agua. Fuera de las instalaciones, en la parte posterior de la factoría había –permanece todavía- una rampa con una longitud de cuarenta metros de largo (quince de ellos se introducen en el mar) y diez de ancho. La rampa fue construida sobre las rocas, reforzada con cemento recubierta con tablones. Un chalet donde se ubicaban las oficinas; y un pabellón destinado a los trabajadores con dormitorios, duchas, servicios, cocina y comedores; completaban las instalaciones construidas por Industrial Marítima S.A. Las obras se prolongaron algo más de nueve meses.
La implantación de la ballenera supuso una fuente de ingresos para muchos ceutíes y también marroquíes residentes en la zona de Beliones. Según la prensa de la época, se contrataron a unas doscientas personas, entre las que se encontraban trabajadores noruegos con gran experiencia en la caza y tratamiento de ballenas. El Consejo de Administración de Industrial Marítima S.A. estaba presidido por el marqués de Casa Pizarro. Enrique Mora de Codecido era el consejero-delegado, mientras que José Ignacio Moreno de Aizpurúa ejercía como director administrativo. La ballenera disponía inicialmente de un buque: el ‘Alcatraz’, que posteriormente fue renombrado como Benzú. Esta embarcación, con un peso de 500 toneladas, contaba en su cubierta con varios cañones, los cuales disparaban arpones compuestos por cuatro ganchos articulados que se activaban de forma giratoria cuando impactaba con el cetáceo. Esta acción, que hacia explosionar la carga de explosivos que portaba la punta del arpón, provocaban la muerte de la ballena. Posteriormente, Industrial Marítima S.A incorporó a su flota el buque ‘Hval IV’.

Inauguración

Con la presencia de las principales autoridades militares y civiles tanto del Protectorado Español en Marruecos como de Ceuta, el 24 de junio de 1947 tenía lugar la inauguración de la ballenera. Tras realizar un minucioso recorrido por las instalaciones de la factoría, la esposa del presidente del Consejo de Administración de Industrial Marítima S.A, rompía contra una de las paredes de la rampa una botella de champagne. Posteriormente el marqués de Casa Pizarro tomaba la palabra destacando –según publicaba ‘El Faro de Ceuta’- que “España no va a ser de los últimos países que establecen esta clase de industria”, resaltando que “solamente Inglaterra, Holanda, Rusia, Japón y Alemania se han ocupado de implantar una factoría de ballenas”.

Primera captura

El 10 de diciembre de 1947, casi seis meses después de su apertura, se cazaba el primer cetáceo. El ballenero ‘Hvual VI’, capitaneado por el noruego Hjlmar Paulsen partía en la madrugada del 8 de diciembre. Apenas un día más tarde daba aviso a la factoría de que había sido cazada una ballena, poniendo rumbo a Benzú. Pasada las nueve y cuarto de la mañana, tal y como relataba ‘El Faro de Ceuta’ en sus páginas (11 de diciembre de 1947), el ‘Hval IV’ arribaba a la factoría remolcando al cetáceo. Tres pequeñas embarcaciones salieron al encuentro del buque noruego para facilitar la labor de acercamiento a la rampa. La ballena pesaba 55.000 kilos y medía 16,7 metros de largo y 2,1 de alto. Una vez subida a la rampa, se procedió al despiece del animal, para su posterior tratamiento en la factoría.
La prensa de la época recogía el testimonio de Hjlmar Paulsen, quien ofrecía detalles sobre la operación llevada a cabo horas antes: “La ballena que acabamos de dejar aquí, la vimos el día nueve, a cuarenta millas al Oeste del Cabo de Santa María. A los quince minutos de perseguirla –proseguía- le lanzamos el arpón y a los diez minutos la ballena era arrimada al costado del barco, ya dispuesta para su amarre, y fue traída a la factoría”. Minutos después, el capitán noruego regresaba a bordo del ‘Hvual IV’ para continuar la búsqueda de nuevas ballenas. Los días posteriores fueron bastante fructíferos porque en apenas una semana se capturaron cinco ballenas y tres cachalotes, uno de ellos con un peso de sesenta y cinco toneladas.


Septem Nostra

El presidente y arqueólogo de la Asociación Septem Nostra visitaba hace algunos años, acompañado por otros miembros de la entidad ecologista, las antiguas instalaciones de la ballenera. José Manuel Pérez en su desplazamiento a Beliones tuvo ocasión de conversar con Abselam, un vecino de la localidad marroquí y que en su día fue trabajador de la ballenera: “Nos explicó –cuenta Pérez Rivera- como funcionaba, qué especies capturaban, cómo era el día a día o cómo trabajaban. Nos dio detalles de todo ello e incluso nos enseñó un antiguo cuchillo de los que se utilizaban para el despiece de las capturas”.
Curiosamente y a diferencia de lo que se pueda pensar, la carne no era lo más valioso del cetáceo: “Era secundaria, ya que realmente lo que interesaba de las ballenas era el aceite que se extraía de la grasa del animal, alcanzado mayor valor el que procedía del cráneo”.
Los integrantes de Septem Nostra pudieron comprobar que “no queda nada de lo que fue la factoría”. Las instalaciones están abandonadas, pero poseen, a juicio de José Manuel Pérez Rivera “un gran valor etnográfico, y además forman parte del patrimonio industrial de Ceuta”. “Aunque esté en territorio marroquí – continúa- la ballenera está muy vinculada a Ceuta y a la historia del Protectorado Español”.
Pese a la importante inversión económica, siete años después de su apertura, Industrial Marítima S.A se vio obligada a cesar las operaciones de la factoría, puesto que en aquella época la población de ballenas en la zona del Golfo de Cádiz –tal y como recoge el libro ‘Cazadores de ballenas en el Golfo de Cádiz (Edición, notas y anexos de Jaime Conde)- había descendido considerablemente. ¿La causa?: “Entre los años 20 y 30 había habido un auténtico abuso. Se instaló una importante factoría en Getares y se hizo una carnicería”, explica Pérez Rivera. Esta circunstancia pasó factura a Industrial Marítima S.A, provocando “que el año de más captura fuera de 150 ejemplares, una cifra importante, pero baja en comparación con otras épocas”.
Ese descenso en la población de cetáceos marcó el devenir de la antigua ballenera,
pero no fue la única razón que generó su cierre en el año 1954: “Se dieron una serie de circunstancias. A las escasas capturas hay que añadir que se produjo la finalización
del Protectorado o que el aceite ya no era tan usado”, subraya Pérez Rivera. En 1986, la Comisión Ballenera Internacional (CBI) decretó la prohibición de la captura de ballenas. Aunque eran otros tiempos, en los que se daba más valor a las materias primas que se extraían de los cetáceos que a la vida de éstos, actualmente –cuando la percepción es totalmente distinta- puede llamar la atención que existieran este tipo de factorías, pero el presidente de Septem Nostra considera que “aunque nos puede chocar por la concienciación que existe ahora sobre la conservación de los cetáceos, es una industria que corresponde a otra época en la que no había tal concienciación”.

Maquinaria

Tras el cierre de la ballenera, se produjo el desmantelamiento de las instalaciones. Parte de la maquinaria fue trasladada a Cangas do Morrazo (Galicia, donde se puso en marcha la factoría de Balea, gestionada por la empresa ‘Massó Hermanos S.A.’, que adquirió cinco autoclaves, el aparato ‘Hartmann’ para derretir el aceite y cinco depósitos para almacenarlo. El coste total de la venta –según la web www.entremosnapanificadora.com- no superó el millón de las antiguas pesetas. La ballenera gallega, que llegó a ser catalogada como la segunda más importante de Europa, cesó sus actividades en el año 1983.

Copla de carnaval

La carne de ballena comenzó a venderse en el mercado, convirtiéndose en un producto muy demandado –quizás por su bajo coste- y muy popular en la ciudad. Tanto que en la década de los 40 una de las murgas ceutíes, tal y como rescata Francisco Sánchez Montoya en ‘Antología de los Carnavales’, cantaba la siguiente copla:
“Ya se ‘acabao’ el hambre / Ceuta está de enhorabuena / Por venderse en el mercado / Tanta carne de ballena / Que nos tiene majaretas a / Casadas y solteras / Por la mañana temprano / Ya tienen la cola puesta / Discutiendo las Marías / El guiso de la ballena / Unas dicen con tomate / Otras dicen con pimiento / Yo lo he comido en adobo / Y está la mar de buena / En escabeche con sus guisantes / Y sus salsitas y en amarillo / Eso decía uno que vende / Chocolatinas en un carrillo / Y resulta que de venderse / En este pueblo / Tanta carne de ballena / Yo he visto a un tío pegando saltos / Y echando espuma por la moquera / ¡Ballena!”.
Julio Ríos es uno de los muchos ceutíes que en aquella época degustaron carne de ballena. Sobre su sabor, recuerda que “era insípido y un poco duro”, aunque lo que “más me gustaba es que no tenía espina”.

Factoría de Getares

En el libro titulado ‘Cazadores de Ballenas en el Golfo de Cádiz’, el capitán Mariano Vargas Mendoza expone que “en aquellos años estaba todavía cercana la hambruna que se había padecido en todo el país a finales de los años cuarenta del siglo XX. Miles de personas habían muerto, al no tener nada que llevarse a la boca. España, carente de recursos y con sus tierras esquilmadas, volvió sus ojos hacia la mar. No sólo se desarrolló mucho toda la industria sardinera y atunera, sino que se amplió la ballenera, abriéndose dos estaciones de caza en las puertas del Estrecho, una en Ceuta y la otra en Algeciras”. En referencia a la segunda, ésta fue instalada en la zona de Getares. Actualmente aún son visibles los restos de aquella factoría que cesaba sus actividades en el año 1963. La empresa fue gestionada por la ‘Sociedad Ballenera del Estrecho’, llegando a contar hasta con un centenar de trabajadores. No fue la única factoría que albergó la zona de Getares, puesto que anteriormente, en 1914, varios socios noruegos crearon la Compañía Ballenera Española. En seis años llegaron a cazar 3.609 rorcuales y 345 cachalotes.


Fuente de ingresos

Durante varios años se produjo una caza indiscriminada de ballenas en la zona del Estrecho. La actividad comercial, legal en aquellos tiempos, generó importantes beneficios a las empresas que operaron en la zona. Varias décadas después, y gracias al turismo, los cetáceos siguen siendo una importante fuente de ingresos. Desde mediados de la década de los 80, especialmente en la zona del Estrecho, se han venido fomentado los avistamientos, implantándose un considerable número de empresas –principalmente en Tarifa-. La Fundación Migres realizó un estudio socioeconómico sobre el impacto que ejerce este tipo de turismo en el Campo de Gibraltar, calculando que anualmente son más de 10.000 las personas que demandan este tipo de servicios. Este interés genera en Andalucía –según un informe elaborado por el Grupo de Conservación, Información e Investigación de Cetáceos (CIRCE)- unos ingresos anuales de cinco millones de euros.  
Pero no solamente los avistamientos de cetáceos suponen un reclamo turístico,
también lo son las instalaciones que en su día albergaron una factoría como la que hubo en la zona de Beliones. En las Islas Azores (Portugal) se encuentran abiertos al público el museo de los Balleneros (Isla de Pico) y el museo de la Industria Ballenera de San Roque. En Galicia, la Xunta adquirió en 1992 las antiguas instalaciones de la antigua conservera Massó en Bueu (Pontevedra), convirtiéndolo en el año 2002 en un museo dedicado al mundo de la pesca artesanal e industria conservera. Próximo a este lugar, en Cangas do Morrazo, en la antigua factoría donde se transportó la maquinaria procedente de la ballenera de Beliones, se estudia la posibilidad de crear un museo centrado en la ballena y su industria. 
En 1954, la factoría de Beliones cerraba sus puertas. Lo que en un principio parecía un gran negocio, no generó la rentabilidad esperada. En sus siete años de historia fueron capturados un total de 317 rorcuales y 337 cachalotes.

sábado, 14 de septiembre de 2013

jueves, 22 de agosto de 2013

TENGO UNA CARTA PARA USTED…


Todo comenzó por casualidad. A Erundina Espí López, aficionada a escribir cartas, en el año 1977 se le ocurrió enviarle una postal de Ceuta a la reina Doña Sofía, felicitándola con motivo de su cumpleaños. La idea surgió porque coincidía con la fecha de nacimiento de su cuñada. Diez días después, la Casa Real le respondía a través de un telegrama firmado por Nicolás Cotoner y Cotoner, marqués de Mondéjar quien agradecía la felicitación en nombre de la Casa Real. Desde entonces, han sido muchas las cartas remitidas por Erundina Espí López a altos cargos  nacionales e internacionales; obteniendo respuesta de casi todos. Cartas, telegramas e incluso  fotografías recibidas como contestación a sus postales; conforman una colección que Erundina guarda como un gran tesoro. Y no es para menos. En el álbum donde conserva todas las misivas recibidas, encontramos respuestas de los diferentes presidentes del Gobierno, a los que tenía por costumbre felicitar cuando se producía su nombramiento. Así ocurrió en 1982,  cuando remitía una postal a Felipe González, pidiéndole que “no se olvidara de Ceuta”. Apenas tres meses después, le contestaban desde Moncloa asegurándole que defendería los intereses de Ceuta y Melilla. La carta estaba firmada por el propio Felipe González, y reflejaba el siguiente texto: “He recibido su tarjeta y no quiero dejar de transmitirle mi afecto por Ceuta y Melilla, porque para mí son España, sin ninguna duda, y dedico todo mi esfuerzo y voluntad al bien de todos los españoles”
Anteriormente, el 22 de abril de 1981 había remitido una carta a Ronald Reagan con motivo de su nombramiento como presidente del Gobierno de Estados Unidos. “Le tenía cierta simpatía por haberlo visto interpretar varias películas”, reconoce Erundina, quien aunque no esperaba respuesta, la Casa Blanca a través de su embajada en Madrid le agradeció el gesto, remitiéndole una carta firmada por el embajador estadounidense John R. Riddle: “Se me ha encomendado, en nombre del presidente Reagan, le haga llegar su más sincero agradecimiento por su amable felicitación y palabras de aliento y esperanza para él y el pueblo americano”.

Felicitar a la reina por su cumpleaños se convirtió en una tradición. Los telegramas venían firmados por el marqués de Mondéjar y posteriormente por Sabino Fernández.
Pero en 1982, fue la propia Doña Sofía la que rubricaba la contestación. El telegrama reflejaba lo siguiente: “Muchísimas gracias por tan cariñosa felicitación en el día de mi cumpleaños. Afectuosamente, Sofía Reina”  
El fallecimiento del padre del monarca Don Juan Carlos (1993) o la efeméride del veinte aniversario de su proclamación como rey de España fueron otro de los motivos que llevaron a Erundina Espí a ponerse en contacto con la Casa Real. En ambas ocasiones la respuesta venía firmada por el vizconde de Almansa.  En 2008, fue la última vez que remitió una postal al palacio de la Zarzuela, obteniendo respuesta en todas las ocasiones.
En el año 1990 y con motivo del fallecimiento Stéfano Casiraghi, marido de la princesa de Mónaco, Erundina le envió una postal en la que le mostraba el pésame. La contestación tardó en llegar, pero en 1992, lo hizo. La carta, escrita en francés y con escudo de la Casa Real, reflejaba lo siguiente: “S.A.S. la princesse Caroline de Monaco, très sensible aux aimables voux que vos lui avez adressées, vous remercie vivement de cette délicate pensée” (Su Alteza Serenísima la princesa Carolina de Mónaco, muy sensible a las amables palabras que le habéis dirigido, os agradece  vivamente este comentario tan delicado).
La española y la monaquense no fueron las únicas casas reales con las que se puso en contacto Erundina, puesto que el año 1993 también le remitió una misiva a la reina de Bélgica con motivo del fallecimiento de su marido. Fabiola de Bélgica le respondió mandándole una fotografía suya junto a quien había sido su pareja. A la izquierda de la imagen, y escrito a mano, figuraba este texto: “Con mi agradecimiento por vuestra ferviente comunión con mi esperanza y con mi profundo sentimiento de gratitud por el don del amor que no es eterno”. Lo firmaba Fabiola de Bélgica.
Al igual que ocurriera con Felipe González, Erundina Espí envió una carta felicitando a José María Aznar cuando en el año 1996 era nombrado presidente del Gobierno. Las elecciones se celebraron en el mes de marzo, pero la respuesta no llegó hasta diciembre, aunque en ella, José María Aznar le pedía disculpas por el retraso. No fue la primera vez que obtenía la contestación de José María Aznar, ya que un año antes de llegar a la Moncloa, y como consecuencia del atentado que sufrió, Erundina le había enviado una postal.
En el año 2000, José Luís Rodríguez Zapatero vencía en las elecciones generales. El relevo al frente de la Moncloa propició que Erundina Espí volviera a remitir una postal al nuevo presidente del Gobierno solicitándole especial atención a Ceuta y Melilla ante las históricas reivindicaciones por parte de Marruecos. En esta ocasión, como había ocurrido hasta entonces, también obtuvo respuesta en una carta rubricada por el propio José Luís Rodríguez Zapatero, que le tranquilizaba en referencia al futuro de ambas ciudades: “[…] En cuanto al tema que le preocupa, me gustaría que estuviera tranquila”.
Erundina Espí, tal y como hizo con anteriores presidentes del Gobierno, también ha remitido una postal a Mariano Rajoy, aunque de momento, el actual mandatario no contestado.

Respuestas del Papa Juan Pablo II, Adolfo Suárez y una larga lista de artistas como Carmen Sevillla, Perlita de Huelva, Rocío Jurado o Manolo Escobar completan la colección de Erundina Espí, quien gracias a su afición por escribir cartas, ha recibido más de una satisfacción y casi siempre una sorpresa agradable. Y es que no todos los días se recibe una carta firmada por un presidente del Gobierno o por la mismísima reina Doña Sofía.

martes, 23 de julio de 2013

HOTEL ‘LA MURALLA’: SÍMBOLO DEL TURISMO CEUTÍ


El Parador Hotel La Muralla fue y sigue siendo uno de los símbolos del turismo ceutí. Aunque su construcción coincidió con el boom del turismo en España, la idea de implantar un Parador en la ciudad fue durante décadas una vieja aspiración de las autoridades municipales. Desde la constitución del Patronato Nacional de Turismo -a finales de los años 20- se planteó en varias ocasiones la necesidad de que Ceuta formara parte de la red de Paradores. De hecho, y según información facilitada por el cronista oficial de la ciudad, existen documentos de aquella época y también de la II República en los que se hacen referencia al proyecto de construcción del hotel. Pese a la insistencia de las diferentes autoridades locales, la vieja aspiración no se vio cumplida hasta 1967, año en el que era inaugurado el Gran Hotel La Muralla. Aunque se barajaron otras opciones, finalmente se eligió un lugar privilegiado para construir el nuevo establecimiento hotelero: la zona donde estaba ubicado el antiguo Parque de Artillería, en la Plaza de África, por lo que fue necesaria la cesión de terreno militar por parte del Ministerio de Defensa. El proyecto contemplaba el derribo de los cuarteles de San Manuel y el de la Torre del Reloj. Se aprovechó parte de las Murallas Reales y junto a ellas se edificó el hotel. La intervención del Ministerio de Información y Turismo, a través de ENTURSA (Empresa Nacional de Turismo) resultó fundamental para la puesta en marcha de ‘La Muralla’. Así lo considera José Luís Gómez Barceló, quien afirma que “si no hubiera sido un proyecto estatal, no se podría haber conseguido”. Inicialmente, el hotel quedó integrado en ENTURSA, hasta que en los años 80 entró a formar parte de la Red de Paradores.

Anteproyectos

El 20 de junio de 1961 se celebraba una reunión, en la que pareticiparon José María Gómez López; Alberto Ibáñez Trujillo, alcalde interino de la ciudad; Jesús Díaz de Espina, delegado provincial de Información y Turismo; José Osuna Fajardo, jefe superior de Arquitectura del Ministerio de Información y Fortuno Jerace, arquitecto norteamericano y asesor de la Dirección General de Turismo. El objetivo de este encuentro era establecer las bases para la construcción del Parador en Ceuta y decidir la ubicación del mismo. Se estudiaron los diferentes anteproyectos redactados por los arquitectos del Ministerio de Información y Turismo, seleccionándose dos de ellos. En cuanto al emplazamiento, inicialmente en aquella reunión se decidió que el Parador fuese ubicado en la Avenida Virgen de África, donde actualmente está ubicado el Polifuncional que alberga las instalaciones de la Policía Local y del cuerpo de Bomberos. La decisión fue adoptada, tras visitar diferentes lugares, por los arquitectos Fortuno Jerace y José Osuna. Los dos anteproyectos  fueron publicados al día siguiente en la portada del diario ‘El Faro de Ceuta’. La reunión también sirvió para fijar el presupuesto de la construcción del hotel, que ascendería a los cincuenta millones de las antiguas pesetas. La intención era contar con unas instalaciones hoteleras con capacidad para unas 140 personas. En función de las posibilidades, se dotaría al hotel de unas 65 o 75 habitaciones; además de cuatro ‘suites’. El proyecto incluía un gran salón, comedor con capacidad para doscientas personas, piscina de agua salada, un amplio jardín con terrazas, sala de reuniones. Aunque finalmente el Hotel ‘La Muralla’ se construyó en la Plaza de África, el diseño final estuvo basado en los dos anteproyectos redactados por los arquitectos del Ministerio de Información y Turismo.

Cesión de los terrenos

13 de enero de 1962, la sala de juntas del edificio del Gobierno General acogía la firma de la escritura de cesión de los terrenos por parte del Ayuntamiento para la construcción del Parador. En el acto, que contó con las presencia de las principales autoridades de la ciudad; el jefe de los Servicios de Arquitectura del Ministerio de Información y Turismo fue exponiendo los principales detalles del proyecto. José Osuna -señalando todas sus explicaciones en el plano- comentó que el nuevo hotel contaría con sesenta habitaciones y cuatro apartamentos que podrían alojar a un máximo de ciento veintiocho personas. El establecimiento hotelero estaría dotado de varios salones sociales, biblioteca, dos bares, terrazas de verano, piscinas, garaje y aparcamientos. Además todas las habitaciones dispondrían de aire acondicionado, teléfono, cuarto de baño y receptores de televisión. Todo ello ocuparía una superficie de unos doce mil metros cuadrados. El jefe de los Servicios de Arquitectura del Ministerio de Información y Turismo afirmaba que se habían “compaginado las características que distinguen a los Paradores Nacionales de Turismo, con las necesidades peculiares de Ceuta, debido a la carencia en ésta de alojamientos de categoría”. “Por ello, el nuevo establecimiento –añadía- contribuirá notablemente a paliar tan acuciante problema, sin sacrificar nada al lujo, puesto que se trata de un alojamiento cuya clasificación es la Primera A”.
Tras el derribo de los antiguos cuarteles, las obras de edificación del nuevo hotel se iniciaron el 10 de agosto de 1965. El proyecto fue diseñado por el prestigioso arquitecto Carlos Picardo Castello -autor del Hotel Jerez o responsable de la remodelación del Hotel Alfonso XIII de Sevilla-, y que contó con la participación del ceutí Fernando Moreno Barberá.

Inauguración

La inauguración del Gran Hotel La Muralla se producía el 29 de mayo de 1967. El acto estuvo presidido por Antonio García Rodríguez-Acosta, subsecretario de Turismo; y José Muslera González-Burgos, teniente general jefe del Ejército del Norte de África y gobernador general de las Plazas de Soberanía. Además también contó con la presencia, entre otros, de José Sirvent Dargent, presidente del Instituto Nacional de Turismo; Rafael Muñoz, director-gerente de la Empresa Nacional de Turismo (ENTURSA) y el alcalde de la ciudad, Alberto Ibáñez Trujillo. Tras la bendición de las nuevas instalaciones por parte del vicario general de la Diócesis, Isidro Conde; daba comienzo el acto inaugural en el que intervenía en primer lugar el alcalde de Ceuta, quien destacaba en su discurso –tal y como recogía la prensa local- la imperiosa necesidad que tenía la ciudad de contar con un hotel de estas características, puesto que la carencia de plazas hoteleras se había convertido en un gran problema: “[…] Ceuta, que tenía un problema quizás de lo más angustioso al tocar en ella sensiblemente ese impacto crucial que hoy es el turismo, tenía ante sí un panorama verdaderamente trágico. No bastaba el esfuerzo corto y poco potente de la iniciativa privada para paliar un problema angustioso que tocábamos todos los ceutíes cuado comenzaba la temporada de verano y el movimiento turístico, ascendente o descendente de la península hacia el vecino país de Marruecos, o bien el turismo nato de Ceuta se aproximaba y llegaba a sus momentos cruciales. Para nosotros ¿por qué no decirlo? era hasta bochornoso el tener que contemplar como aquellos visitantes demandaban toda clase de alojamientos sin que pudiera acceder a los mismos”.


A continuación tomaba la palabra el presidente del Instituto Nacional de Industria, quien repasaba las numerosas gestiones realizadas por parte de las Administraciones para la construcción del Gran Hotel ‘La Muralla’, destacando que las nuevas instalaciones permitirían a Ceuta “incorporarse al fenómeno socio-económico de nuestro tiempo: el turismo”. José Sirvent también subrayaba que “el hotel está clasificado  como 1ª A y es de gran prestancia y noble traza, lo que no impide por otra parte –manifestó- que posea cierto funcionalismo y que esté abierto a la luz y a la naturaleza. Es un alojamiento confortable, práctico y adecuado a las necesidades de la población. Sus dimensiones se han atemperado a la financiación en un principio autorizada por el Gobierno; pero con una visión de futuro, el edificio principal ha sido concebido para que en su día, si la explotación la exigiese, pueda ser ampliado en altura, construyéndose dos plantas más de habitaciones”.
Por su parte, el subsecretario de Turismo era el encargado de cerrar el turno de intervenciones. Antonio García Rodríguez-Acosta daba mucha importancia a la evolución que el turismo estaba experimentando en el país y a las consecuencias económicas que ello conllevaba: “En 1966 entraron en España 17.521.000 turistas, produciendo un ingreso de 1.249 millones de dólares. Y Ceuta no podía quedar ajena a este gran movimiento que está produciendo tantos beneficios al país”. El subsecretario de turismo, y en representación del ministro del área, inauguraba oficialmente el hotel. Tras el acto, las autoridades recorrían las nuevas instalaciones y posteriormente asistían a un almuerzo.
El turismo de Ceuta registró un importante impulso con la apertura del Hotel La Muralla, suponiendo, según explica José Luís Gómez Barceló, “un gran revulsivo para la ciudad porque no existían instalaciones de estas características. Se contaba con hoteles pequeños como el ‘Alhambra’, el ‘Términus’ o el ‘Atlante’, lo que era el antiguo ‘Majestic’ y hasta entonces considerado el mejor hotel de Ceuta”.

Medalla de oro de la ciudad al Instituto Nacional de Industria

Coincidiendo con el acto inaugural del Gran Hotel ‘La Muralla’, tenía lugar la imposición de la medalla de oro de la ciudad al Instituto Nacional de Industria. La distinción, aprobada por unanimidad en un pleno extraordinario, pretendía mostrar el agradecimiento del consistorio ceutí –según recogía el diario ABC- por el impulso del I.N.I. a varios proyectos, considerados claves para el desarrollo turístico e industrial de la ciudad. Y así lo reflejaba el acta plenaria: “La real, efectiva y decisiva presencia del Instituto Nacional de Industria que, por sí  o por sus filiales, ha dado un giro insospechado a nuestra vida industrial, cifrando su atención en los puntos claves de unas deficitarias actividades que su intervención ha sabido convertir en positivas, despejando preocupaciones que aún pesarían sobre la ciudad con las extraordinarias dificultades que llevan consigo”. “En materia de comunicación marítima –continuaba la moción-, la empresa Elcano construyó los transbordadores ‘Virgen de África’ y ‘Victoria’, que tan importantes servicios están prestando en la travesía del Estrecho. En el capítulo de energía eléctrica fueron atendidas las necesidades con la central térmica del muelle Cañonero Dato y, más tarde, con la del Tarajal. […] Otra y muy interesante faceta de la actividad comercial era la instalación de frigoríficos para conservar artículos que hoy constituyen base especial, y la I.G.F.I.S.A. construyó en la recién urbanizada zona portuaria del ya nombrado muelle Cañonero Dato unas magníficas instalaciones donde se almacenan alimentos congelados. Por último, la Empresa Nacional de Turismo emprende la gigantesca obra de levantar el estupendo hotel La Muralla, que coloca a Ceuta en primera fila”. Diferentes actuaciones que traducido en pesetas, y según recogía el acta plenaria, ascendían a un total de “380 millones que han determinado, al mismo tiempo, la creación de numerosos puestos de trabajo y la apertura hacia nuevas posibilidades en orden a la prosperidad y el bienestar de la ciudad”. José Muslera González-Burgos, teniente general jefe del Ejército del Norte de África y gobernador general de las Plazas de Soberanía; y el alcalde de Ceuta, Alberto Ibáñez Trujillo fueron los encargados de imponer la Medalla de oro de la ciudad al presidente del Instituto Nacional de Industria, José Sirvent.

Explosión

Uno de los episodios más tristes en la historia del Hotel la Muralla se vivió el 26 de junio de 1975. Aquel día estallaron dos artefactos en Ceuta, uno de ellos un coche bomba aparcado entre la Comandancia General y el establecimiento hotelero. Según recogía la prensa local, la explosión se produjo a las tres y cinco de la tarde, al estallar una bomba que estaba adosada a un vehículo con matrícula marroquí que, al parecer, ya llevaba varios días aparcado en las inmediaciones del hotel. No se produjeron daños personales. El lateral del edificio de ‘La Muralla’ recibió los impactos de la explosión, provocando la ruptura de cristales. Según recogía en sus páginas el diario El Faro de Ceuta, “el ruido que produjo el estallido fue impresionante, pero tanto el personal del hotel como los clientes que se encontraban en él, en el comedor, en la barra y en las habitaciones dieron muestras de una gran serenidad y no hubo el menor síntoma de pánico”.



Libro de firmas

El Parador Hotel La Muralla cuenta desde sus inicios con un libro de firmas. Su contenido es dado a conocer por primera vez en este reportaje. No todas las visitas ilustres dejaron su rúbrica, aunque entre sus páginas guarda dedicatorias de destacadas personalidades. Entre ellas, la de dos ex presidentes del Gobierno: Adolfo Suárez González y José Luís Rodríguez Zapatero. Ambos visitaron el Parador durante su mandato, lo que da mucho más valor a lo plasmado en su momento en el libro de firmas. El 6 de diciembre de 1980 –apenas dos meses antes del 23-F-, Adolfo Suárez escribió lo siguiente: “Para el Hotel La Muralla, con la especial gratitud de una persona que se siente especialmente vinculado a su empresa”. Por su parte, José Luís Rodríguez Zapatero firmaba el 1 de febrero de 2006, reflejando lo siguiente: “Para el Parador de Ceuta y todos su trabajadores, con cariño, lealtad y gratitud”.
Otro destacado político, Manuel Fraga Iribarne dejaba plasmada su rúbrica el 10 de febrero de 1979. Su dedicatoria era significativa, puesto que el Hotel ‘La Muralla’ se construía durante su etapa al frente del Ministerio de Información y Turismo, principal promotor del proyecto. Fraga Iribarne lo recordaba en una de las páginas del libro: “Con mi satisfacción de ver en pleno funcionamiento y éxito el Hotel La Muralla de Ceuta, que en su día me correspondió la lucha de poner en marcha al servicio de Ceuta, ciudad de España”. Firmó como secretario de Alianza Popular Coalición Democrática.
En el libro también destacan la de varios ex alcaldes (Fructuoso Miaja, Aurelio Puya o Basilio Fernández) y la rúbrica de la por aquel entonces princesa de Marruecos, Lalla Lamia Solh -tía del actual monarca del país vecino-, quien mostraba, en francés, su agradecimiento por la hospitalidad: “Merci beaucoup par votre accueil” (Muchas gracias por su acogida).

Isabel González

Artistas, políticos, miembros de la Casa Real, futbolistas o toreros. A lo largo de su historia, han sido numerosas las personalidades o personajes populares que se han alojado en el Hotel La Muralla. Isabel González, actualmente jefa de Servicio de piso; ha sido testigo de la gran mayoría de esas visitas destacadas y ha vivido innumerables anécdotas. Una de ellas la protagonizó el mismísimo Adolfo Suárez: “Yo era telefonista  y tuve que hacer el turno de noche porque consideraron que si el presidente del Gobierno utilizaba el teléfono, sería más bonito que escuchara una voz femenina”. Y Adolfo Suárez llamó a la una de la madrugada: “Nos pidió que le consiguiéramos, no se me olvidará en la vida, Ducados Internacional. A esa hora -rememora Isabel González- no encontramos ningún sitio abierto y no pudimos atender a su petición”.
En otra ocasión, Isabel González tuvo que dejar sus funciones para hacer de chófer de Manolo Escobar: “Por mucho que insistíamos, no encontramos taxi, y perdía el barco; por lo que me ofrecí a llevarlo al puerto en mi propio coche”.
En el año 1995, coincidiendo con la inauguración del Parque Marítimo del Mediterráneo, se grabó en las instalaciones diseñadas por el arquitecto César Manrique un programa de televisión –emitido posteriormente en Antena 3- que  reunió a un destacado número de artistas. Entre ellos, Alejandro Sanz o Rocío Jurado, quienes se hospedaron en el hotel ‘La Muralla’. La artista chipionera “me llamó a las dos de la tarde porque el vestido que iba a utilizar esa noche en la gala, tenía una mancha. Subí y me pidió que, por favor, hiciera lo posible para quitársela. Tuvimos que llevar el traje a una tintorería, y finalmente pudo lucirlo”.

Aunque como buena profesional no desvela nombres, Isabel González recuerda que el componente de un grupo musical, “arrojó un teléfono por la ventana”. Ante la sorpresa de los empleados del hotel, la única razón dada es que “se había enfadado”.

martes, 25 de junio de 2013

HOTEL FLOTANTE EN CEUTA: UN PROYECTO QUE NUNCA SE HIZO REALIDAD

‘Hoteles Suborn Yatch’ ha anunciado recientemente la intención de instalar un hotel flotante en Gibraltar. La empresa, que tiene su sede en Finlandia, tiene previsto generar unos 200 empleos para cubrir distintos puestos como camareros, recepcionistas, animadores o cocineros. El hotel flotante 'Sunborn', que se instalará en la zona de Ocean Village de Gibraltar, se trata de un complejo vacacional de cuatro estrellas y que cuenta con 167 habitaciones -entre ellas 18 suites-, además de numerosos servicios a bordo como restaurantes de alta cocina, spa, gimnasio, discotecas, zona de copas y cócteles o salas para eventos. El buque, considerado un superyate, tiene una eslora de 142 metros, y dispone de 15.500 metros cuadrados de superficie distribuidos en siete plantas.

El Gobierno gibraltareño ha destacado la importancia que tiene para la colonia la llegada de este hotel flotante, ya que generará –defiende el primer ministro Fabián Picardo- “un importante impacto económico” en la zona. Se espera la llegada de turistas con un alto nivel adquisitivo.


Hotel flotante en Ceuta

Esta iniciativa, que puede parecer novedosa, ya se planteó en Ceuta hace veinticinco años. El proyecto partió de una empresa privada como respuesta a la importante carencia de plazas hoteleras que por aquel entonces sufría la ciudad. El alto coste de la operación, frustró la posibilidad de su implantación.
Según publicaba el diario ‘El Faro de Ceuta’ en su edición del 8 de noviembre de 1978, la idea era instalar un hotel flotante con capacidad para unas 450 personas, y que además contara con restaurante, bares, discoteca, zona comercial y peluquería.
El mismo quedaría atracado en el muelle de España, aunque se barajaron otras opciones, debido a que era necesaria la implantación de una depuradora que tratara las aguas fecales procedentes del buque. La iniciativa, avalada por la Junta Obras del Puerto y el Centro de Iniciativas y Turismo, la pretendía poner en marcha ‘VIPE’, grupo empresarial que, entre otros negocios, gestionaba el ‘Delfín verde’, afamado restaurante de la época. El proyecto podría haber generado –según sus responsables- entre 50 y 60 puestos de trabajo. Según exponían los promotores del proyecto en las páginas del diario decano, la idea surgió por “la gran falta de plazas hoteleras que nuestra ciudad padece. Ello y que en el plazo mínimo de un mes o dos podría estar en funcionamiento nos animó a acometer este proyecto que estimamos hubiera sido el más idóneo”. Otra razón más para apostar por el hotel flotante fue el atractivo turístico que “hubiera representado para Ceuta”. 
Tras estudiar varias opciones, el grupo ‘VIPE’ se decantó por el buque ‘Ciudad de Ibiza II’, perteneciente a la compañía Trasmediterránea, pero conllevaba un importante desembolso, puesto que además de la contratación del barco, había que acometer una serie de trabajos de acondicionamiento. Todo ello, y según explicaban en las páginas del diario decano Pedro Pérez y Miguel Villalba, suponía una “cifra prohibitiva” para la empresa, que continuó negociando en busca de una rebaja en el coste de la operación. Trasmediterránea accedió a reducir el importe inicial, pero la cantidad “sobrepasaba” las previsiones del grupo ‘VIPE’.
Finalmente, y tras sondear el mercado, quedó descartado un proyecto que hubiera sido pionero en Europa, puesto que por aquel entonces, la experiencia tan sólo se había llevado a cabo en Hong Kong.

Ciudad de Ibiza 

El ‘Ciudad de Ibiza II’, buque elegido inicialmente por el grupo empresarial ‘VIPE’, permanecía atracado en el puerto de Palma de Mallorca, después de que la compañía Trasmediterránea lo hubiera retirado del servicio. El barco contaba con una eslora de 93,11 metros y una manga de 13,46. El calado era de 5,38. Disponía de un total de 108 camarotes, ubicados en la proa, con una capacidad total de 251 pasajeros. Según publica la web ‘trasmeships.es’, durante varios años estuvo realizando la ruta entre Valencia y Palma. Posteriormente, cubrió otros servicios entre Baleares y Cataluña; y también realizó las líneas Sevilla-Canarias y Málaga-Melilla. Tras ser vendido para desguace en subasta pública, en el año 1978 navegó rumbo a Vilanova i la Geltrú, donde se procedió a su desguace. 

martes, 21 de mayo de 2013

SOLIDARIDAD EN ALTA MAR

                                               Fotografía: Germinal Castillo

martes, 23 de abril de 2013

viernes, 8 de marzo de 2013

LA LLEGADA DE LA 'ALTA VELOCIDAD' A LA LÍNEA MARÍTIMA ENTRE CEUTA Y ALGECIRAS

En una época en la que los viajes entre Ceuta y Algeciras se aproximaban a la hora y media de travesía, la llegada de buques rápidos a la línea del Estrecho -en la década de los 80- supuso un importante avance en las comunicaciones marítimas entre ambos puertos. No solamente porque el trayecto veía considerablemente reducido su tiempo, sino también porque se incorporaban buques mucho más modernos que los que hasta entonces operaban. Para comprender la repercusión que tuvo la llegada de la ‘alta velocidad’ a la línea del Estrecho hay que retrotraerse hasta la década de los 70,  puesto que las rotaciones entre Ceuta y Algeciras eran bastante escasas y la navegación muy lenta. De hecho, hasta 1973 -año en el que se que implantaba la naviera ‘Isleña de Navegación S.A.’(ISNASA)-, tan sólo operaba la compañía ‘Trasmediterránea’. Lo hacía con los transbordadores ‘Virgen de África’ y ‘Victoria’ que realizaban dos únicas salidas diarias en ambos sentidos. ‘ISNASA’, empresa con sede social en las Islas Baleares inició su andadura en el Estrecho con el buque ‘Menorca’, un pequeño barco con capacidad para 200 personas que no disponía de bodega-garaje para transportar vehículos, y que supuestamente efectuaba la travesía en una hora. Según datos extraídos de la página web ‘webmar.com’, el 28 de abril de 1973 comenzaba sus operaciones entre Ceuta y Algeciras, realizando inicialmente dos viajes desde ambas ciudades; por lo que se duplicaban las rotaciones en la línea marítima del Estrecho. Apenas tres años después, ‘Isleña de Navegación S.A.’ sufría una importante crisis económica que provocó que le fueran embargados algunos barcos de su flota. La llegada de nuevos accionistas permitió superar la situación, apostando los inversores por la línea del Estrecho. Se incorporaron los buques ‘Baleares’ e ‘Isla de Mallorca’. Posteriormente, ‘ISNASA’ fletó el buque ‘Msland’, que estuvo operando hasta 1980, año en el que se produjo un importante avance en el transporte marítimo entre Ceuta y Algeciras con la incorporación de nuevos barcos: ‘Bahía de Ceuta’, ‘Punta Europa’, ‘Bahía de Málaga’ y ‘Bahía de Cádiz’. Aunque no fue una respuesta inmediata, ‘Trasmediterránea’ se vio obligada a sustituir sus obsoletos transbordadores por los ferrys ‘Ciudad de Ceuta’ y ‘Ciudad de Zaragoza’. La competencia en el Estrecho duró poco tiempo, puesto que ambas compañías establecieron un pool -con tarifas pactadas- que se mantuvo hasta finales de los 80. Fue precisamente a finales de esta década cuando se produjo la que podemos denominar la gran revolución en el transporte marítimo entre Ceuta y Algeciras, al apostar ‘Trasmediterránea’ por la incorporación de los hydrofoils (o hidroalas); pequeñas embarcaciones que sólo transportaban pasajeros, pero que podían realizar la travesía en apenas media hora. El barco se elevaba, dejando el caso fuera del mar, y navegaba sobre una especie de alas.


Primer buque rápido

Aunque la ‘alta velocidad’hacía años que ya se había implantado en otros países, e incluso en varias líneas marítimas españolas, fue a finales de 1987 cuando la compañía ‘Trasmediterránea’ inició –según datos extraídos de la página web ‘webmar.com’- una fase experimental con el hidroala ‘El Halcón Maltés’. Las pruebas, que se realizaron en varios puertos -entre ellos los de Ceuta y Algeciras- resultaron muy positivas, puesto que un año después, una empresa filial de Trasmediterránea: ‘Naviera Mallorquina’ adquiría los hydrofoils denominados ‘Pez volador’ y ‘Tiburón’ para la creación de sendas líneas rápidas en la zona de Baleares. Los buques de ‘alta velocidad’ generaban, además de una mejora en las comunicaciones marítimas, nuevas expectativas empresariales. Por ello en el año 1989, ‘Trasmediterránea’ optó por implantar en la línea del Estrecho un servicio de buques rápidos, incorporando el hidroala ‘Tiburón’, lo que supuso un punto de inflexión en la comunicación marítima entre los puertos de Ceuta y Algeciras.

El ‘Tiburón’, hydrofolil que pertenecía a ‘Naviera Mallorquina’, comenzó operando con varias rotaciones entre ambas orillas. Aparentemente suponía un gran avance, puesto que los pasajeros veían reducido el tiempo de travesía e incrementado el número de salidas, ya que tanto ‘Trasmediterránea’ como ‘ISNASA’ mantuvieron sus buques convencionales. Pero también tenía sus inconvenientes. Entre ellos, la imposibilidad de que los hidroalas pudieran navegar cuando las condiciones meteorológicas eran mínimamente adversas.
El hydrofoil ‘Tiburón’ fue construido en 1986 en Georgia. Contaba con una eslora de 34,5 metros y una manga de 5,80. Tenía capacidad para transportar un total de 155 pasajeros y podía alcanzar una velocidad máxima de 34 nudos.
La línea de ‘alta velocidad’ resultó bastante positiva para la compañía ‘Trasmediterránea’ que tanto a finales  de los años 80 como principios de los 90 fue incorporando a su flota nuevos buques rápidos y de mayor capacidad. En el caso de la ruta del Estrecho estuvieron operando los hidroalas ‘San Cristóbal II’ –buque fletado por la compañía italiana SNAV-, ‘Pez volador’, ‘Marrajo’, ‘Tintorera’ y ‘Barracuda’. Salvo en el caso del ‘Pez volador’, todas las embarcaciones superaban los 210 pasajeros de capacidad.



 Catamaranes

Aunque los problemas económicos acechaban a la naviera ‘ISNASA’, la compañía no dudó en renovar su flota y seguir cubriendo la línea Ceuta-Algeciras, principal fuente de ingresos en aquellos momentos. En el año 1990 adquiría los catamaranes ‘Caribbean Princess’ y ‘Bahamian Princess’, buques pertenecientes a la empresa ‘Viking Express Ltd’ y que estaban navegando en el Caribe. ‘ISNASA’ los rebautizó como ‘Sevilla noventa y dos’ y ‘Rápido de Algeciras’, incorporándolos a la ruta del Estrecho y creando la línea denominada ‘Isnasa Express’. La compañía mantuvo sus barcos convencionales, que compaginaban sus rotaciones con los buques rápidos. La incorporación de los catamaranes, que realizaban la travesía en poco más de media hora, suponía un nuevo avance en las comunicaciones entre ambas orillas, puesto que aunque no podían transportar vehículos, la capacidad superaba de forma considerable a la de los hydrofoils, alcanzando los 320 pasajeros. Según la web ‘webmar.com’, la compañía ‘ISNASA’ fue intervenida judicialmente en el año 1998, declarándose en quiebra. Los trabajadores fueron absorbidos por la naviera Euroferrys.


Fast ferry

La ‘alta velocidad’ ya se había implantado de forma clara en la ruta del Estrecho, pero fue en el año 1995 cuando se registró un gran impulso en la línea marítima entre Ceuta y Algeciras al incorporar la compañía ‘Trasmediterránea’ un nuevo tipo de buque rápido denominado ‘fast-ferry’. Se trataba de un nuevo concepto de barco monocasco desarrollado por la Empresa Nacional Bazán y construido en la factoría de San Fernando (Cádiz). Fabricado en aluminio, tiene una capacidad para 450 pasajeros y más de 90 vehículos. La incorporación de esta embarcación permitió aunar ‘rapidez’ –la travesía alcanzaba la hora- y la posibilidad de viajar con vehículo. La Empresa Nacional de Bazán construyó un total de tres ‘fast-ferrys’ que fueron bautizados como ‘Albayzin’, ‘Alcántara’ y ‘Almudaina’. Los dos últimos fueron adquiridos por la compañía ‘Trasmediterránea’, aunque todos ellos operaron en la ruta Ceuta-Algeciras. De hecho, el ‘Albayzin’ fuel primer ‘fast-ferry’ que cubrió la línea entre ambas ciudades, pese a que inicialmente fue comprado por la compañía ‘Buquebús’. La naviera argentina, según la web ‘trasmeship.es’, adquirió el buque con los colores de ‘Trasmediterránea’, y posteriormente lo fletó a la empresa ‘Sea Shuttle’ que lo destinó a Nueva Zelanda. El ‘Albayzin’ sufrió una importante avería en los engranajes. Tras ser reparado, fue fletado a la compañía ‘Trasmediterránea’ que en octubre de 1995 lo incorporó a la línea Ceuta-Algeciras.
Ese mismo año, se produjo la botadura del ‘Alcántara’, buque al que se le introdujo una serie de mejoras con respecto al primer ‘fast-ferry’. Entre sus nuevas prestaciones, incluía un sistema de amortiguación de cuatro alerones que propiciaban mayor estabilidad en la navegación. Inicialmente fue destinado a las líneas Tarragona-Palma y Palma-Ibiza-Valencia, aunque también prestó servicios en la ruta del Estrecho.
El tercer buque de la serie construida por la Empresa Nacional de Bazán fue el ‘Almudaina’. Primero cubrió la línea entre Barcelona-Palma, pasando posteriormente a la ruta Valencia-Ibiza. Alternó sus viajes entre la península y Baleares con diferentes servicios en la línea del Estrecho. En 1999, la compañía ‘Trasmediterránea’ comenzó a cubrir la ruta entre Ceuta y Algeciras con el catamarán ‘Fast Ceuta’, buque que anteriormente había pertenecido a la naviera ‘Buquebús’, y que había navegado bajo el nombre de ‘Ronda Marina’. De este modo, ‘Trasmediterránea’ comenzaba a operar con este tipo de barcos, que ya permitían transportar, además de turismos, camiones o vehículos pesados. Posteriormente incorporó a su flota los catamaranes ‘Milenium’, ‘Milenium 2’ y ‘Alborán’ –antiguo ‘Avemar’-. Este último, aunque todos han cubierto la ruta entre ambas orillas, es el que realiza actualmente la travesía entre los puertos de Ceuta y Algeciras.


Nuevas navieras

En el año 1997 se produjo la irrupción de una nueva naviera en la zona del Estrecho: la hispano-argentina ‘Buquebús’, que desde el primer momento operó con buques de ‘alta velocidad’. Según un informe publicado por el Ministerio de Medio Ambiente, la primera embarcación que incorporó  a la ruta entre los puertos de Ceuta y Algeciras fue el ‘Albayzin’, que estuvo navegando hasta 1998. Posteriormente lo hizo con el catamarán ‘Patricia Olivia’.Con capacidad para 520 pasajeros y 92 vehículos podía alcanzar una velocidad de 42 nudos. Junto al ‘Patricia Olivia’ también realizaron servicios en esta línea el ‘Avemar’ (vendido en el año 2000 a la compañía Trasmediterránea), el ‘Ronda Marina’ y el ‘Avemar Dos’, buque que mejoraba tanto la capacidad como las prestaciones de sus antecesores. El 19 de septiembre de 2007, la naviera ‘Balearia’ adquirió -según refleja su propia página web- el 100% de las acciones de ‘Buquebús-España’. Poco antes de esta importante compra, ‘Balearia’ ya se había implantado en la zona del Estrecho en las líneas Algeciras-Tánger (2003) y Algeciras-Ceuta (2006). En esta última ruta, ‘Balearia’ ha operado con los buques ‘Jaume I y II’ y actualmente con el ‘Passiò per Formentera’, uno de los ferrys más modernos del sector; y que aúna diseño, comodidad y sostenibilidad. Puede alcanzar una velocidad de 23 nudos, pese a que el consumo de combustible es mucho menor que el de un buque convencional. Invierte una hora y cuarto en realizar la travesía entre Ceuta y Algeciras. Tiene cien metros de eslora y diecisiete de manga. Puede transportar 800 pasajeros y 105 vehículos.


Euroferrys

Fruto de la unión de varios empresarios tanto de Algeciras como de Ceuta, se creaba la naviera Europa Ferrys S.A. (Euroferrys). En junio de 1998 comenzó a operar entre ambas ciudades. También apostó por los buques de ‘alta velocidad’, incorporando el ‘Euroferrys I’, catamarán que contaba con una eslora de 77,46 metros y una manga de 26. Tenía capacidad para 600 pasajeros y 150 vehículos. Propulsado por cuatro motores podía alcanzar una velocidad máxima de 37 nudos. Apenas tres años después adquiría el también catamarán ‘Euroferrys Pacífica’, buque que disponía de una capacidad para 900 pasajeros y 251 vehículos. En el año 2006, la compañía ‘Trasmediterránea’ adquiría el 100% de la naviera ‘Euroferrys’.


Hovercraft

En pleno apogeo de los buques rápidos, a finales de la década de los 80, la línea marítima entre Ceuta y la península veía aumentada su oferta con la implantación de la ruta Ceuta-Málaga. Lo más llamativo fue la utilización de un hovercraft o aerodeslizador, un tipo de buque que se desplaza sobre una especie de colchón neumático. Podía alcanzar una velocidad de 120 kilómetros/hora, uniendo las dos ciudades en apenas una hora y cuarto. Diariamente atracaba en la playa de Benítez, donde se podía apreciar como se desinflaba la base hinchable. La experiencia venía avalada por el éxito que este tipo de buques tenía en el Canal de la Mancha. Inicialmente, y según publicaba el diario ‘El País’ en el año 1983, una empresa inglesa se interesó por establecer una línea de hovercrafts que realizara el trayecto Marbella-La Línea-Ceuta, aunque finalmente se optó por la ruta Ceuta-Málaga, aunque no tuvo mucho éxito y el servicio se suprimió poco tiempo después. 

Casi veinticinco años después de la llegada de la ‘alta velocidad’ a la ruta Ceuta-Algeciras, se puede comprobar la clara evolución que ha experimentado el transporte marítimo. Buques como el ‘Passiò per Formentera’, ‘Ceuta Jet’ o ‘Alborán’ son un claro ejemplo. Nada que ver con aquellos antiguos hydrofoils y pequeños catamaranes que protagonizaron un importante avance en las comunicaciones entre Ceuta y la península.