Aunque el más conocido fue
el del año 2002, la isla de Perejil (situada a seis millas de Ceuta) ha sido
motivo de discusión y enfrentamientos diplomáticos en varias ocasiones. Así lo
recoge el estudio ‘La isla Perejil, la
perla decimonónica del Mediterráneo’, un trabajo de investigación publicado en
el año 2014. Sus autores, Javier Gil y Óscar Garrido, basándose en
documentación oficial, recopilan los diferentes conflictos que ha tenido como
protagonista al pequeño islote durante el siglo XIX.
La isla del perejil es y ha
sido considerada un punto estratégico en el control del Mediterráneo, por tanto,
muy codiciada; y prueba de ello, han sido los distintos conflictos
internacionales registrados a lo largo de los años con países como Francia,
España, Reino Unido, Marruecos o incluso Estados Unidos como protagonista. Y el
motivo, el mismo: hacerse con el control del pequeño, pero ansiado islote.
Según explica Javier Gil,
uno de los autores del citado trabajo de investigación, la zona geográfica del
Mediterráneo y la frontera marítima entre Europa y África “siempre ha contado con varios puntos con un
interés estratégico muy importantes. Uno de ellos ha sido la isla del Perejil y
especialmente para España y Reino Unido, puesto que les hubiese permitido tener
todo el control del Mediterráneo”.
Primer conflicto del siglo XIX
El primero de los
incidentes por la posesión del islote se producía en 1808. El 5 de abril del
citado año, refleja el estudio ‘La isla Perejil, la perla decimonónica del
Mediterráneo’, el gobernador de Ceuta, Ramón Carvajal comunicaba por escrito a
Pedro Cevallos, secretario de Estado de Fernando VII que “el capitán Juan
Alcuña, del corsario español bote número 47 había visto fondear en las
inmediaciones de la Isla Perejil a dos místicos ingleses, una cañonera y dos
bergantines a la vela, que posteriormente han entrado en la isla con gente y
tropa”. En esa misma nota se informaba que se “envió una barquilla pescadora a
Perejil para ver lo que estaba ocurriendo y que vieron a doscientos hombres de
tropa trabajando”.
Dos semanas después, el
cónsul general de España en Marruecos, Antonio González Salmón remite un
despacho al secretario de Estado de Fernando VII informando de la “ocupación de
los ingleses” y advirtiendo que Reino Unido pretendía “dañar a España e
interceptar los socorros a Ceuta”. El cónsul general de España en Marruecos también
escribió al sultán marroquí, Mulay Sulaymán explicando las -a su juicio-
consecuencias de la presencia británica en el islote: “[…] Se están
fortificando para tener un paso franco e imponer un yugo por el cual venga a
ser este reino (Marruecos) dependiente del de Inglaterra y dañar a cuantas
embarcaciones quieran incomodar el paso único por donde se comunican Océano y
el Mediterráneo, pues agregada a la posesión de Gibraltar la de dicha isla,
quedan dueños absolutos del Estrecho”. En este documento, González Salmón
también asegura que cuenta “con la información de que los ingleses ofrecen
retirarse siempre que los marroquíes ocupen dicha isla” y sospecha que “los
ingleses han ocupado la isla con la excusa de que quieren evitar de esta manera
que España y Francia hagan lo propio”.
Días más tarde, el cónsul
general de España en Marruecos informa que su homólogo francés “ha hecho causa
común con España contra la ocupación inglesa de Perejil”. De hecho, ambos
países –según se refleja en el estudio ‘La isla Perejil, la perla decimonónica
del Mediterráneo’- se plantearon expulsar de forma conjunta a los ingleses del
islote. Marruecos no les obligaría a irse, pero tampoco se opondría a que
España y Francia “arrojasen a los ingleses a la fuerza”. El 26 de abril de
1808, Antonio Pascual de Borbón y Sajonia (infante de España e hijo de Carlos
III) analizaba con el secretario de Estado la posibilidad de enviar una
expedición “para desalojar a los ingleses” de la isla. En un escrito fechado el
5 de mayo, Ben-Ábd-delSelahui, ministro bajá de Tetuán y Tánger responde al
vicecónsul español que Reino Unido “ha ocupado la isla sin la anuencia marroquí
y que el sultán no tiene intención en este momento de ocupar Perejil”. Sólo
condicionaba la expulsión de los ingleses a que “esta ocupación supusiera algún
perjuicio para sus vasallos”.
Según explica Javier Gil,
uno de los autores de ‘La isla Perejil, la perla decimonónica del Mediterráneo’
a ‘CEUTA REPORTAJES’, Reino Unido terminó abandonando el islote. Los escasos
documentos de aquella época –lo achacan a las sustracciones efectuadas por los
franceses durante la guerra de la Independencia- impiden conocer más detalles
del por qué los ingleses ocuparon la isla, aunque en un informe fechado en 1831
(casi veinticinco años después) el que fuera cónsul general español en
Marruecos durante el conflicto, explica que “la entrada del ejército francés en
España a principios de 1808 fue la oportunidad que esperaban los ingleses desde
hacía tiempo para conseguir un enclave en el Norte de África”. Una especie de
justificación que también, a tenor de lo recogido en ese documento, pretendía
contar con Marruecos como aliado, ya que Reino Unido expuso al sultán Mulay Sulaymán
que “la ambición de conquista del emperador francés le llevaría a, después de
apoderarse de España, intentar tomar la plaza de Gibraltar y que para ello los
galos ocuparían los puntos de la costa africana que considerasen más adecuados
para conseguir Gibraltar y bloquear la entrada de víveres y armas en enclave
inglés”. Ante esa supuesta invasión del peñón, los británicos “consiguieron
atraerse la voluntad del primer ministro del sultán, Sid Mohammed El Selagui,
al que reglaron doce mil duros para que convenciera al rey de Marruecos de la
cesión de la isla del Perejil a manos británicas. Según este documento fechado
en 1931, “de esta manera consiguieron que el sultán les concediese
sigilosamente la isla, de la cual tomaron posesión”, aunque posteriormente el
rey de Marruecos, tras “convencerle el cónsul general español en Marruecos,
dándose cuenta del peligro al que se exponía” dio marcha atrás en la cesión de
Perejil a Reino Unido.
Para Javier Gil, los
ingleses ocuparon la isla persiguiendo varios objetivos: “El primero, que en
caso de guerra con España o con Francia, tuviese el control del tráfico
marítimo del Mediterráneo, lo que suponía dar un golpe en la mesa; y el
segundo, atacar las posiciones de España en África incluida Ceuta”.
Diferentes fuentes también
coinciden en que la Junta de Cádiz estableció en el islote una guarnición con
el objetivo de vigilar el paso de las naves napoleónicas por el Estrecho e
incluso apuntan a que poco tiempo después, arribaban a la isla soldados
ingleses de Gibraltar “para reforzar a las fuerzas españolas”. España llegó a artillar (armar de artillería)
y efectuar algunos trabajos de defensa en el pequeño islote.
En 1813, Fernando VII dio la orden de “evacuar
la isla por razones económicas”.
Nuevo
intento por parte de Reino Unido
El 13 de febrero de 1824,
el cónsul de España en Marruecos, Alejandro Briarly remitía un despacho al, por
aquel entonces secretario de Estado de Fernando VII en el que informaba que el
cónsul británico en Marruecos se había trasladado a la Corte de Fez para
solicitar al sultán, Mulay Abderraman la “adquisición” de la isla Perejil.
Aunque no contaba con mucha más
información, aseguraba que “la respuesta marroquí ha sido favorable”.
El conde de Ofalia (secretario
de Estado de Fernando VII) respondía al cónsul español el 4 de marzo, “dándole
órdenes, de parte del rey, de ponerse de acuerdo con cónsul de Francia en
Marruecos para conjuntamente impedir que tenga lugar la expresada concesión”.
Siguiendo las directrices
dadas en ese último escrito, el cónsul español mantiene una reunión con su
homólogo francés, y “éste le ha comunicado que ya ha pedido explicaciones al
sultán”.
El diálogo bilateral entre
España y Francia continuó en días sucesivos. El 20 de marzo el conde Ofalia
remite al duque de San Carlos, embajador español en Francia con la intención de
que “presione desde París para que el gobierno francés incremente sus esfuerzos
y no llegue a producirse la cesión de Perejil a los ingleses”. La respuesta de
Francia es que su “el ministro de Asuntos Exteriores, el vizconde de
Chateaubriand también ha tenido noticias sobre la cuestión de Perejil y se
propone escribir al embajador de Francia en Gran Bretaña, el príncipe de
Polignac para que pida en Londres una explicación”.
El sultán marroquí envía
una carta en la que reconoce “la importancia de esta isla”, pero zanja la
polémica afirmando que no se cederá a ninguna potencia “aún, cuando nos diesen
los tesoros que serían necesarios para cubrir el espacio que hallo en el globo
mirado de Levante a Poniente”.
Pese a esta declaración, el
cónsul español duda de las intenciones de Marruecos y afirma en un despacho
“tener el convencimiento, apoyado en los movimientos militares de los ingleses
en la zona, que la isla ha sido cedida secretamente a Inglaterra”. El
Ministerio de la Guerra decide, en previsión de posibles acontecimientos,
“reforzar la guarnición de Ceuta y proporcionarle los auxilios que pueda
necesitar”. Finalmente, destaca el estudio ‘La isla Perejil, la perla
decimonónica del Mediterráneo’, que los ingleses no ocuparon el islote.
Javier Gil, entre sus
conclusiones afirma a ‘CEUTA REPORTAJES’ que “la determinación inglesa, supuso
que España se pusiera las pilas y consiguiera que el islote no fuera ocupado”.
Insistencia
inglesa
La insistencia por parte de
Reino Unido de ocupar la isla del Perejil no cesó, y volvió a intentarlo tanto
en 1831 como en 1833. Es precisamente este año cuando el gobernador de Ceuta,
Francisco de Haro asegura en un documento oficial que “el gobierno inglés ha
vuelto a solicitar al sultán la cesión de la isla Perejil prometiendo en
recompensa fortificar los puntos de la costa que más lo necesiten para su
defensa”. Según este mismo escrito, el
sultán “se negó a aceptar la proposición inglesa”.
El gobernador de Ceuta ante
la presión inglesa decide acercarse a la isla, aunque sin desembarcar en ella,
y certificar su posición estratégica. Así lo narra en un despacho remitido al
ministro de la Guerra: “Con las precauciones debidas, para evitar toda sospecha
a los moros vecinos, me embarqué en una de las falúas del servicio de sanidad
en este puerto. Sin desembarcar en dicho punto tuve ocasión de cerciorarme de
la ventajosa situación topográfica que ocupa, no quedando duda que una vez
dueños los ingleses de dicha isla, lo serían de todo el mar del Estrecho,
puesto que los buques que van y vienen por el mismo tienen por necesidad que
pasar muy inmediatos y casi todos bajo del tiro de cañón”.
En ambos casos, las
gestiones por parte de Reino Unido no pasaron de ser meros intentos por hacerse
con el control de ‘Perejil’.
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