lunes, 23 de junio de 2014

SD CEUTA: RIVALES PARA LA HISTORIA (II)

En el reportaje titulado ‘SD Ceuta: Rivales para la historia’ conocíamos detalles de los encuentros que el conjunto caballa había disputado frente al Real Madrid y FC Barcelona. Cuatro duelos –dos oficiales y otros tantos amistosos- que forman parte de la historia. Pero a estas citas hay que añadir la eliminatoria copera -a doble partido- jugada frente al Real Madrid en el año 1946, y el encuentro amistoso ante el Athletic de Bilbao disputado en el estadio Alfonso Murube en 1945.

Real Madrid

En la temporada 1945/1946, y tras quedar exenta en la primera ronda, la SD Ceuta se midió al Real Madrid en los octavos de final de la copa del Generalísimo –actual copa del Rey-. El encuentro de ida, disputado el 21 de abril de 1946 en el estadio de Chamartín, finalizaba con un rotundo 6-0 a favor del conjunto madrileño. Por aquel entonces el conjunto caballa militaba en Segunda División, pero ya se había consumado su descenso a Tercera. Pese a la diferencia de categoría, el técnico del Real Madrid, Jacinto Quincoces no quiso asumir ningún tipo de riesgos  y alineó su once de gala. El primer periodo concluía con un ajustado 1-0, gracias sobre todo al gran trabajo realizado por la defensa ceutí y a la fortuna, puesto que el equipo madrileño estrelló hasta tres balones en el poste. El tanto lo anotaba Pruden en el minuto diez, al aprovechar un rechace del cancerbero Casafont tras un lanzamiento de Barinaga. En este primer tiempo, el jugador del Ceuta, Caballero se tuvo que retirar lesionado, siendo sustituido por Abad. Tras la reanudación, el equipo caballa no se amilanó, se hizo con el control del balón y buscó de forma descarada el empate; aunque sin mucha suerte. El Real Madrid supo reaccionar al dominio ceutí y dispuso de varias ocasiones, siendo abortadas por el guardameta Casafont, quien poco pudo hacer para evitar el segundo tanto local. Alsúa firmaba el 2-0. El gol provocó que el Real Madrid se creciera y que la Sociedad Deportiva Ceuta  diera un paso atrás para evitar encajar más goles. Algo que no ocurrió, puesto que el equipo madrileño embotelló a los ceutíes, consiguiendo aumentar su ventaja. Barinaga anotaba el 3-0. Poco antes, el colegiado había anulado un gol a Pruden por posición antirreglamentaria. El Real Madrid no se conformaba y buscaba sentenciar la eliminatoria. Elices, Moleiro y Pruden  conseguían otros tres tantos, redondeando el definitivo 6-0. El resultado pudo ser mucho más amplio si no llega a ser por la magnífica actuación del cancerbero Casafont. El encuentro estuvo marcado por la lluvia y por el estado del terreno de juego, totalmente embarrado.  El estadio de Chamartín registró una media entrada. El Real Madrid puso en liza el siguiente once inicial: Bañón; Clemente, Corona; Ipiña, Moleiro, Huete; Alsua, Rafa, Pruden, Barinaga y Elices. Por su parte, la Sociedad Deportiva Ceuta jugó con Casafont; Perico, Victorero; Gil, Lesmes, Carvajal; Abad, Caballero, Carnero, Japón y Morla. El encuentro fue dirigido por el colegiado Obiol Pons.

Enfado

El presidente de la Sociedad Deportiva Ceuta, Emilio Arranz valoraba en las páginas del diario ‘El Faro de Ceuta’ el choque frente al Real Madrid. El máximo dirigente del club caballa consideraba que el resultado final había sido demasiado castigo para su equipo:  “Pese a que el Madrid jugó muchísimo  y atraviesa una magnífica forma, el tanto de 6-0 es excesivo para la admirable tenacidad y pundonor con que sobre el fangal de Chamartín derrocharon casi todos nuestros hombres”. Arranz destacaba la gran labor realizada por Casafont, Lesmes, Carvajal, Perico, Victorero, Gil y Morla, pero se mostraba muy crítico con el resto de futbolistas. “El esfuerzo titánico de nuestro equipo que arrancó delirantes ovaciones del sensato y deportista público madrileño, que hizo de Casafont un verdadero héroe popular y que mantuvo el marco con el precario 1 a 0 durante sesenta minutos, de nada sirvió ante la desdichada actuación de jugadores que, ya por su incapacidad o por su apatía y desinterés, ni supieron rendir en los puestos a ellos confiados ni procuraron ayudar a sus compañeros”.  El presidente de la Sociedad Ceuta culpaba a la línea de ataque y no dudó en señalar a los jugadores, que a su juicio, no rindieron de la forma esperada en Chamartín: “estoy muy disgustado con la tripleta central del ataque. Para lo que hizo, Carnero pudo quedarse en Vigo. En cuanto a los interiores, es preferible no hablar… Ya procuraré eliminar esa falta de pundonor y cariño al club de la que ambos dieron abundantes pruebas en Chamartín”, advertía Emilio Arranza, quien elogiaba el gran encuentro protagonizado por el cancerbero Casafont: “Cuajó una de las mejores tardes de su vida deportiva. El Madrid jugó tanto en la segunda parte que de no tener Casafont una gran tarde nos hubiéramos traído una docena de goles. Debido al barro, hubo necesidad de cambiarle la camiseta en tres ocasiones. Cuando terminó el encuentro, todo el público puesto en pie le ovacionó hasta que la entrada de los vestuarios”.


Partido de vuelta

El 29 de abril, siete días después del partido disputado en Chamartín, se jugaba el choque de vuelta en el estadio Alfonso Murube. La Sociedad Deportiva Ceuta se imponía por un gol a cero a un Real Madrid –quizás porque la eliminatoria estaba ya resuelta- bastante apático. Así lo destacaba la crónica del partido publicada en la prensa local, calificando de “desastroso” el encuentro realizado por el conjunto ‘merengue’. Lolo fue el autor del tanto que supuso el histórico triunfo de la Sociedad Deportiva Ceuta frente al Real Madrid. Al igual que ocurriera en el partido de ida, la lluvia provocó que el estado del terreno de juego estuviera en malas condiciones. Esta circunstancia no impidió que los jugadores del conjunto caballa mostraran su mejor imagen para evitar una nueva goleada. Las primeras ocasiones claras del encuentro fueron para la SD Ceuta. En el minuto 16 un centro de Abad fue rematado por Japón, obligando a intervenir al guardameta visitante. El rechace de Bañón fue recogido por Lolo que estrelló el balón en el travesaño. El control del juego era alterno, aunque fue el equipo ceutí el que volvió a disfrutar de una gran ocasión para inaugurar el marcador. Abad, tras el saque de un córner veía como su remate de cabeza se encontraba con el poste. La última oportunidad del primer período la protagonizó el Real Madrid por mediación de Pruden. Su disparo fue atajado por el cancerbero Casafont.
En la segunda mitad, se intercambiaron los papeles con respecto a lo que hubiera sido lo lógico, ya que fue la SD Ceuta la que tomó el control del juego, presionando al rival y viendo como el Real Madrid comenzaba a jugar a la defensiva; aunque la superioridad no se vio traducida en goles. A los pocos minutos del inicio de esta segunda parte, Morla protagonizaba la gran jugada del partido. El delantero ceutí se marchaba de tres futbolistas, y cuando encaraba la portería, Clemente lo frenaba con una clara zancadilla. El colegiado del encuentro no lo dudó y señaló el punto de penalti. Lesmes desaprovechaba el lanzamiento desde los once metros al estrellar el balón en el larguero. Poco después, el propio Lesmes remataba de cabeza un saque de esquina, pero el gol fue anulado al entender que la jugada venía precedida de una falta a un defensor madridista.  La fortuna no sonreía al Ceuta que volvía a toparse con el travesaño tras una falta botada por Lesmes, quien participaba en la jugada del gol. El defensa ceutí lanzaba una falta y Lolo remataba de cabeza consiguiendo el 1-0. Poco antes de la finalización del encuentro, Lesmes era expulsado al realizar una falta sobre Pruden. La remontada era una auténtica utopía, pero  ello no impidió que la SD Ceuta plantara cara, e incluso superara a todo un Real Madrid.
Marcelino Morla, técnico de la SD Ceuta puso en liza el siguiente once inicial: Casafont; Perico, Victorero; Gil, Lesmes, Carvajal; Abad, Japón, Torres, Lolo y Morla. Por su parte, el Real Madrid jugó con Bañón; Clemente, Corona; Moleiro, Ipiña, Iluete; Alsúa, Rafa, Pruden, Barinaga y Elices. El colegiado sevillano Higinio Antonio Peral fue el encargado de dirigir la contienda.



El Athletic de Bilbao, en Ceuta

Tras disputar dos encuentros amistosos en Marruecos, la expedición del Athletic de Bilbao llegaba a Ceuta el 15 de septiembre de 1945. Lo hacía un día antes del choque que iba a disputar en  el estadio ‘Alfonso Murube’ frente a la Sociedad Deportiva Ceuta.  Por aquel entonces el cuadro caballa militaba en Segunda División. La presencia del equipo vasco despertó bastante expectación en la ciudad. A nivel institucional, el Ayuntamiento ofreció una recepción al club rojiblanco. No fue el único acto en honor del conjunto bilbaíno, ya que la propia Sociedad Deportiva Ceuta  organizó en ‘La Huerta’ una verbena con distintas actuaciones musicales. En el plano estrictamente deportivo, el 16 de septiembre –una semana antes del inicio de la competición liguera- el estadio ‘Alfonso Murube’ acogía el esperado duelo que finalizaba con triunfo rojiblanco por cuatro goles a dos. Según destacaba la prensa local, ninguno de los dos equipos defraudó y protagonizaron un atractivo encuentro. En los primeros minutos, el choque estuvo bastante abierto con llegadas por parte de uno y otro equipo. Pese a que el Athletic de Bilbao partía como favorito, la SD Ceuta no tuvo ningún tipo de complejos para crear las primeras ocasiones. De hecho, fue el cuadro caballa el que inauguraba el marcador. En el minuto 21, Caballero tras un pase de Martin batía a Lezama, consiguiendo el 1-0. Apenas once minutos después llega el empate gracias a un tanto de Gainza que aprovechaba un error de la defensa ceutí para lanzar un potente disparo con el que establecía el 1-1. El gol no pareció afectar al Ceuta, ya que el conjunto blanco puso en aprietos en varias ocasiones a Lezama. En una de ellas, Martín estrellaba el balón en el larguero. El equipo caballa había merecido más, pero los primeros cuarenta y cinco minutos concluían con el empate a un tanto.
En la segunda mitad, el Athletic de Bilbao conseguía darle la vuelta al marcador por mediación de Gárate. Su disparo fue desviado por el cancerbero Suárez, pero no pudo evitar el 2-1. La SD Ceuta dispuso de varias ocasiones para empatar, pero sin embargo, fue el equipo rojiblanco el que lograba aumentar su ventaja. En el minuto 78, Arrate aprovechaba una jugada iniciada por Zarra para anotar el 3-1, dejando encarrilada la victoria visitante. Tres minutos después, el Athletic sentenciaba el partido gracias a un gol de Zarra. Gran jugada de Gainza que tras driblar a Torres y Baceta centró para que el delantero vasco, lanzándose en plancha, cabeceara a la red. Era el 1-4. El Ceuta no se dio por vencido, y Arreta establecía el definitivo 2-4 en el minuto 86.
El Athletic de Bilbao, salvo la ausencia del lesionado Iriondo, puso en liza su once de gala: Lezama; Arqueta, Oceja; Celaya, Bertol, Urra; Panizo, Venancio, Zarra, Gárate y Gainza. También participaron Mieza, Barrenechea,  Mugarra y Albizua. Por parte de la Sociedad Deportiva Ceuta jugaron: Suárez; Baceta, Victorrero; Torres, Japón, Carvajal; Abad, Martín, Arrieta, Caballero y Morla.

Esa temporada (1945/46) el Athletic de Bilbao finalizó en la tercera posición, proclamándose Zarra el máximo goleador de la competición liguera con veinticuatro tantos. La Sociedad Deportiva Ceuta consumó su descenso a Tercera División. 

domingo, 1 de junio de 2014

PRIMERAS MUJERES POLICÍAS LOCALES DE CEUTA


Pasarán a la historia por ser las primeras mujeres policías de Ceuta. Maricarmen Godino, Pilar Ugarte, Paqui García, María Teresa Vidal, Pilar Martín Vilches y Rafaela Muñoz Velasco  ingresaron en el cuerpo en 1975. Un año antes, el Ayuntamiento de Ceuta publicaba en el Boletín Oficial de Ceuta la convocatoria “mediante oposición en libre concurrencia” de seis plazas de “Guardias de la Policía Municipal femeninos”. Un edicto específico para mujeres, que convertía a la ciudad ceutí en una de las primeras localidades españolas en incorporar féminas a su plantilla policial. Anteriormente tan sólo Madrid y Córdoba contaban con mujeres policías.
Cuando fue publicada la convocatoria, Pilar Ugarte tenía veinte años. Por aquel entonces se encontraba de vacaciones en Barcelona, pero su padre realizó todos los trámites. “Era policía, y él mismo recogió y entregó toda la documentación. Como pudo hizo mi firma, y presentó todo lo que pedían en las bases”. Pilar no duda en afirmar –lo hace con orgullo- que “tengo que agradecerle a mi padre lo que hizo en aquel momento”. 
Paqui García, otras de las primeras mujeres policías de Ceuta, había vivido en Francia. Esta circunstancia hacía que, tal y como reconoce, su forma de pensar fuera diferente. Por ello, no dudó en cursar la documentación necesaria para poder optar a una de las seis plazas convocadas.

Bases

Según recogían las bases publicadas en el BOCCE, las aspirantes debían reunir los siguientes requisitos:

a)      Ser mujer, de nacionalidad española, soltera o viuda, o casada y separada judicialmente, con pronunciamiento favorable.
b)      Tener cumplidos 18 años de edad el último día de presentación de instancias y no exceder de 35.
c)       Tener una talla mínima de 1’60 metros.
d)      Observar buena conducta, carecer de antecedentes penales, y no encontrarse procesada al solicitar tomar parte en la oposición o durante ésta, así como no haber sido expulsada de ningún Cuerpo del Estado, Provincia o Municipio, organismos Corporativos, Empresas concesionarias de Servicios Públicos o intervenidos por el Estado.
e)      Estar en posesión del certificado de escolaridad o superior a estos.
f)       No padecer enfermedad ni defecto físico que le impida el normal ejercicio de la función.
g)      Haber cumplido el Servicio Social de la Mujer o estar exenta del mismo.


Además de estos requisitos, las aspirantes debían superar una serie de pruebas tanto físicas como teóricas. Entre ellas, un ejercicio compuesto por cuatro partes: “lectura, escritura al dictado, Aritmética, consistente en desarrollar una suma, resta, multiplicación y división de números enteros y por último resolver un problema de regla de tres simple”. Las bases también exigían la realización de un ejercicio práctico, para el que disponían de dos horas, y en el que además de demostrar sus conocimientos sobre las señales de circulación, las matrículas de vehículos nacionales y extranjeros o el tratamiento de autoridades, debían redactar “un parte, libremente señalado por el tribunal, referido a infracción de las Ordenanzas Municipales” y realizar un croquis sobre un supuesto “accidente ocurrido en la vía pública, bien sea de circulación o por otras causas”. También era obligatorio saber “enumerar y localizar los principales edificios públicos de la ciudad”.

Junto a estas pruebas, se debía realizar otro ejercicio escrito consistente en “la ejecución de dos temas designados por sorteo, igual para todas las aspirantes: Uno del Reglamento interior de la Policía Municipal y otro de Nociones de Derecho Penal”. Para la ejecución del mismo, disponían de dos horas y media. El conocimiento del Código de Circulación también figuraba entre las pruebas. Las opositoras tuvieron que someterse a un examen oral en el que debían desarrollar “dos temas que será a suerte de entre los que figuran en el programa de Código de Circulación anexo a esta convocatoria”. No se exigía saber idiomas, pero las bases incluían un ejercicio con carácter voluntario y que sólo podían realizar aquellas aspirantes que hubieran aprobado todos los ejercicios de la oposición. Sin ser obligatorio, sí que superar la prueba de idiomas permitía aumentar la puntuación total.

Paqui, Pilar y Maricarmen prepararon las pruebas teóricas con José Salvador Cárdenas, quien contaba con una gran experiencia en la formación de aspirantes tanto a la Policía como al Cuerpo de Bomberos. El porcentaje de aprobados era bastante alto. Por la mañana impartía las clases en el Ayuntamiento, y por la tarde lo hacía en una oficina situada en la calle Teniente Olmo. Maricarmen Godino recuerda que “tenía un sistema que le iba bastante bien. Al grupo de por la mañana le decía que había una chica que estaba muy preparada, y a mí me motivaba diciéndome lo mismo sobre el resto de alumnas que iban por la mañana”. Esta fórmula provocaba que “nos picáramos y que nos pusiéramos las pilas”. Pilar Ugarte, que formaba parte del grupo matutino, confiesa que cuando veían a Maricarmen Godino decían “ahí va la empollona”. Unos meses antes de las oposiciones, se dieron cuenta que “nos tenía a todas engañadas”. Las tres coinciden en que la exigencia de José Salvador Cárdenas fue “fundamental para que superáramos las oposiciones”. Paqui García resalta que “era muy exigente, pero lo hacía por nuestro bien; y siempre debemos estar agradecidas por su trabajo”. Una labor que, a juicio de Maricarmen Godino, “tiene mucho más valor porque nunca cobraba y lo hacía de forma altruista”.

Pruebas físicas

Además de las pruebas teóricas, las oposiciones también incluían una serie de ejercicios físicos. Según recogían las bases, todos eran “obligatorios, siendo cada uno de ellos eliminatorios”. Las pruebas eran las siguientes:

a)      Correr  60 metros en 12 segundos.
b)      Salto de altura de 0,80 metros con carrera previa.
c)       Salto de longitud de 2 metros con carrera previa.
d)      Levantamiento de peso de 18 kilos en cada brazo hasta la altura de las caderas.

Las aspirantes, en caso de no superar el ejercicio, disponían de una segunda oportunidad.  Maricarmen, Pilar y Paqui califican el período que estuvieron preparando las pruebas físicas como “horroroso”.  Joaquín García de la Torre fue el encargado de entrenarlas. “Nos preparaba por la mañana en el Parque de Bomberos”, recuerda Pilar Ugarte, quien no olvida “una marca que hicimos en una zona del monte Hacho para poder ir a correr cuando no podíamos entrenarnos con él. Nos íbamos allí y corríamos sobre esa marca que habíamos pintado en el suelo”.

Autorización paterna

Tras la publicación del nombre de las opositoras aprobadas, éstas disponían de treinta días para presentar toda la documentación necesaria y exigida en las bases. Entre ella, una “certificación de buena conducta expedido por la Alcaldía respectiva”. Por aquel entonces, la minoría de edad estaba establecida en los veintiún años, por lo que todas las opositoras que hubieran superado las pruebas, y no hubieran cumplido esta edad debían aportar una autorización paterna o de la persona a quien correspondiera la tutela legal. Se consideraba “indispensable” este documento “para su ingreso como Guardia de la Policía Municipal de este Ayuntamiento, sin cuyo requisito no podrán ser nombradas, quedando anuladas todas sus actuaciones en caso de presentar esta autorización y por tanto eliminada de la oposición”.
En el año 1975, fecha en la que se realizan las pruebas de acceso, Pilar Ugarte contaba con veinte años, por lo que “tuve que ir al Juzgado. Allí –explica- mi padre tuvo que firmar el consentimiento y ya pude presentar toda la documentación”.

Ingreso en la Policía Local

Una vez incorporadas a la plantilla policial, a las seis nuevas agentes se les encomendó dirigir el tráfico en el centro de la ciudad. Concretamente, en la plaza de la Constitución –por aquel entonces Plaza General Galera-, calle Padilla y calle Real. Pese a que había varias ubicaciones, estos tres puntos eran sus únicos destinos. Tres desempeñaban su labor en el turno de mañana, y otras tantas lo hacían en el de la tarde. Su presencia no pasó desapercibida. No era una imagen muy habitual, por lo que despertó bastante expectación entre la ciudadanía. “Era una época –recuerda Maricarmen Godino- en la que los soldados salía de uniforme e iban al edificio de Telefónica a llamar por teléfono. En cada lado de la calle había barandas, y por la tarde era una atracción para los militares mientras esperaban la conferencia con su familia en la península. Y por la mañana, todas las mujeres que iban al mercado o estaban paseando se paraban y se quedaban mirando”.  
Tal era la expectación, que muchos –especialmente turistas- les solicitaban hacerse una fotografía con ellas: “No estaban acostumbrados a ver mujeres policías y se fotografiaban con nosotras. Tuvimos que pedir autorización al Ayuntamiento, y nos lo concedieron”, rememora Maricarmen Godino, quien aún conserva una antigua instantánea junto a un visitante extranjero que “por señas, me pidió que me hiciera una foto con él. Se mostró muy agradecido y se fue. Dos o tres meses después me enviaron una carta del Ayuntamiento, y cuando abrí el sobre vi la fotografía que me hice con el turista que no me había pedido la dirección, pero que se la ingenió para mandarla al Ayuntamiento para que me la dieran”. En el reverso de aquella fotografía, realizada hace más de treinta y ocho años, figura una dedicatoria que todavía no ha traducido. Pilar Ugarte, otra de las primeras mujeres policías de Ceuta, corrobora el testimonio de su compañera  a la hora de afirmar que “todos los días nos pedían hacerse fotos”. “Además de la presencia de muchos militares –explica-, era una época en la que venía mucha gente a comprar a Ceuta, y también se fotografiaban con nosotras”
Uno de los aspectos más llamativos fue el uniforme. El mismo incluía un bolso, tacones y un bombín. “Íbamos por la calle y parecíamos más unas azafatas, que realmente lo que éramos, policías”, ironiza Pilar Ugarte. El atuendo -no  lo oculta Maricarmen Godino- les hacía sentirse “un adorno más de la vía pública”.
Muy pronto, las nuevas agentes obtuvieron el apoyo del resto de sus compañeros. Se convirtieron en ‘las niñas’: “La plantilla estaba formada por gente mayor, apenas había juventud. Nos cuidaban y nos tenían entre algodones”, recuerda Pilar Ugarte, quien afirma que “era impensable que nos dejaran ir al cruce del Morro”. “Por aquel entonces –explica Maricarmen Godino- había en el cuartel una botella de cuero con unas bolitas de bingo. Cada puesto donde nos debíamos situar para dirigir el tráfico estaba numerado. Cuando llegaban los compañeros del turno de mañana, cogían una bola y en función del número que les tocaba, iban a la zona que les correspondía. Y por la tarde igual”. Pero ellas estaban exentas de ese sorteo porque su destino era siempre el mismo: la zona centro. “Los cruces de Plaza de la Constitución, Padilla y Calle Real tenían sus números, pero estaban quitados”, añade Maricarmen Godino. Así permanecieron durante dos años, hasta que comenzaron a reivindicar igualdad en su labor profesional. Eran y se sentían policías, por lo que solicitaron efectuar el mismo trabajo que sus compañeros para poder dirigir el tráfico en otras zonas de la ciudad.  “Dijimos que nosotras también participaríamos en el sorteo de los puestos, y que iríamos donde nos tocara”, recuerda Maricarmen Godino ante la atenta mirada de Pilar Ugarte, quien justifica aquella reivindicación: “Queríamos ejercer de policías y realizar el mismo trabajo que hacían el resto de compañeros, porque para eso habíamos entrado en el Cuerpo”.

Aumenta la plantilla mujeres policías

Durante más de dos décadas, las seis primeras mujeres policías de Ceuta fueron las únicas féminas de la plantilla. Desde su  ingreso, aunque posteriormente se habían convocados oposiciones para el Cuerpo de la Policía Local –las plazas eran mixtas- ninguna mujer había accedido, hasta que en el año 1996 se incorporó a la plantilla ceutí, Belén Gómez. Procedente de Murcia, su llegada se produjo a través de una permuta. Belén Gómez, quien aprobó sus oposiciones en 1989, recuerda que cuando llegó “aún chocaba el hecho de ver a una mujer policía en la calle. La gente me miraba extrañada”. En Murcia, reconoce, había más mujeres policías y realizaban un trabajo idéntico al de sus compañeros. Sin embargo en Ceuta “cuando llegué no había ninguna mujer en la calle”. Fue destinada al área de Seguridad Ciudadana, y “estuve patrullando en el 092 con los mismos turnos que sus compañeros”.
En 1999, tres años después de la incorporación de Belén Gómez, la plantilla femenina de la Policía Local –hasta entonces formada por siete agentes- aumentaba con el ingreso de Isabel Tizón y María del Mar Luque. Ambas accedían a través de una convocatoria, convirtiéndose en las siguientes mujeres policías, tras el ingreso en 1975 de las seis primeras policías, que lo hacían mediante unas oposiciones en Ceuta. Isabel Tizón tenía por aquel entonces 23 años. No guarda muy buenos recuerdos de la preparación de aquella convocatoria: “Fue duro preparar las pruebas físicas. Había mucha competitividad, mucho nivel y la preparación debía ser muy alta. Lo pasé mal; fue angustioso y muy estresante”. Tal fue la dureza, que afirma con bastante rotundidad que si “hubiese suspendido, no se hubiera presentado por segunda vez”.
Superar las pruebas supuso “una gran satisfacción”, por lo que el esfuerzo mereció la pena.

Actualmente


Treinta y nueve años después de su incorporación, tres de aquellas primeras mujeres policías de Ceuta continúan formando parte de la plantilla. El resto, se han jubilado por enfermedad. Actualmente la plantilla femenina está actualmente compuesta por trece agentes. A la pregunta de si se han arrepentido de haber ingresado en la Policía Local, Pilar Ugarte, Paqui García y Maricarmen Godino responden -y lo hacen casi al unísono- que “nunca”, destacando que “hemos evolucionado y supimos adaptarnos a un trabajo en el que sólo había hombres”. Juntas prepararon las oposiciones y posteriormente, “siendo unas niñas” ingresaron en el Cuerpo. Las tres llevan más de media vida compartiendo experiencias. “Somos una familia”, aseveran.  Por ello, ahora esperan que el destino les mantenga unidas para poder cumplir un deseo: “jubilarnos juntas”.