domingo, 19 de octubre de 2014

CEUTA TAMBIÉN TIENE SU DAMA


No es tan popular como la de Elche, pero Ceuta también cuenta con su dama. Fue creada por el escultor ceutí Ángel Ruiz Lillo (1930-1989), quien no pudo ver cumplido su deseo de que la ‘Dama de Ceuta’ fuera trasladada a su ciudad natal desde Minnéapolis (Minnessota); lugar en el que había fijado su residencia a mediados de la década de los 50. Actualmente, la escultura que Ángel Ruiz Lillo creó como homenaje a Ceuta, se encuentra en paradero desconocido tras ser vendida toda la obra del artista –tal y como quedó reflejado en su testamento- con el objetivo de impulsar una beca que lleva su nombre y que anualmente permite que un joven español realice sus estudios universitarios en Minnesota o un estadounidense lo haga en España.
Ángel Ruiz Lillo prácticamente desarrolló toda su carrera artística en Estados Unidos, aunque siempre mantuvo su vinculación con Ceuta, ciudad en la que permanecen sus raíces familiares y a la que solía viajar cada verano. Tras residir algunos años en la localidad gaditana de Medina Sidonia, regresaba a Ceuta. A principios de la década de los 50, y gracias a una beca concedida por el Ayuntamiento de Ceuta comenzó sus estudios universitarios en la Escuela Superior de Bellas Artes ‘Santa Isabel de Hungría’ de Sevilla, donde realizó los dos primeros cursos de una carrera que continuó posteriormente en Madrid; concretamente en la Escuela Superior de Bellas Artes de ‘San Fernando’. En 1955, Ángel Ruiz Lillo regresaba a Ceuta, pero apenas dos años después decidía abandonar la ciudad para poner rumbo a Minneápolis (Minnesota),  donde inició una destacada trayectoria artística que se prolongó algo más de tres décadas. En septiembre del año 1989, fallecía en tierras estadounidenses como consecuencia de una  enfermedad denominada Amiatrofia Muscular Progresiva.

Época difícil

La vida de Ángel Ruiz Lillo estuvo marcado por el pasado político de su padre, Ángel Ruiz Enciso, lo que motivó –a juicio de su sobrino Jacinto León- que el artista ceutí encontrara muchas dificultades en su tierra natal: “Por diferentes razones no lo tuvo fácil. Tras realizar la carrera en Sevilla y en Madrid, regresó a Ceuta, pero le tocó vivir en una sociedad muy crispada y para él fue difícil porque era hijo de alcalde republicano que mataron durante la Guerra Civil. Su padre también es conocido en la historia de Ceuta por ser vicedirector del diario ‘El Renacimiento’ y haber militado en el partido de Sánchez Prado. Además mi tío profesaba la religión evangélica. No le daban trabajo en ningún sitio, le llegaron a apedrear y tomó la decisión de irse de Ceuta”.
Ángel Ruiz Lillo emigró a Estados Unidos, fijando su residencia en St. Paul, capital de Minneápolis. Allí emprendía una nueva etapa en la que se fraguó su gran trayectoria como escultor y pintor. El artista ceutí se dedicó a la docencia, pero sus inicios en el Estado de Minnesota fueron bastante humildes: “Aprendió ingles –explica su sobrino- y trabajó en diferentes lugares. Fue limpiacristales, después limpiador o trabajaba en lo que le salía hasta que en los años 59-60 pudo hacer unos estudios de graduación en la Universidad de Minneápolis. Empezó a trabajar en escuelas públicas y privadas, y compaginaba esta labor como profesor con su actividad particular como artista”.
Según datos extraídos de la biografía elaborada por Germán Borrachero e incluida en la colección ‘Cuadernos del Revellín’ -publicación editada por la Dirección Provincial del Ministerio de Cultura en Ceuta- Ángel Ruiz Lillo realizaba en el año 1959 sus primeras exposiciones en Rochester y St. Paul. Posteriormente creó una compañía ‘denominada ‘Ángel Lillo Creations” haciéndose “con una clientela de personajes relevantes de la vida social, religiosa, cultural y política del estado de Minnesota de los que con frecuencia recibía encargos”. Entre otras muestras, el artista ceutí expuso sus obras en la Exposición Colectiva de la Feria del Estado de Minnesota, en el ‘Women´s City Club’ (St. Paul. Minnesota), en la ‘Kramer Galleries’ (St. Paul. Minnesota) o en el ‘Faribault Art Center/Ivan Whillock Studio) (Faribault. Minnesota). Parte de su obra permanece expuesta en el ‘Minneápolis Institute of Arts’, formando parte del patrimonio artístico del estado de Minnesota.

Cariño a Ceuta

A pesar de las dificultades y episodios negativos vividos por Ángel Ruiz Lillo en Ceuta, el artista  nunca perdió su cariño hacia su tierra natal. Jacinto León lo define como “muy caballa”. “Le tocó vivir una época, socialmente hablando, muy mala -reflexiona su sobrino-, pero no tenía ningún tipo de resentimiento por algunos hechos que sufrió. Tenía –continúa- un amor singular por su tierra”.
Las palabras de Jacinto León vienen avaladas por las declaraciones públicas que en numerosas ocasiones realizó Ruiz Lillo a distintos medios de comunicación y que Germán Borrachero recogía en ‘Cuadernos del Revellín’. Entre ellas, extraemos la publicada en el rotativo ‘La Voz’ a principios de la década de los cincuenta: “Yo no renuncio a mi naturaleza caballa y me siento orgulloso de ser ceutí. Esta tierra es magnífica y lo único que le censuro es su desidia o modorra para no volcarse en la exteriorización de tanta belleza como encierra”. Años después volvía a expresar, en esta ocasión en las páginas del diario ‘El Faro’ su sentimiento de cariño hacia Ceuta: “El caso es que algo de mi arte no sólo se vea en los Estados Unidos. Deseo ardientemente, como buen caballa, dejar huella de mi trabajo en esta tierra que me vio nacer y de la que me siento enormemente orgulloso”.

La ’Dama de Ceuta’

La ‘Dama de Ceuta’ fue una de las obras más importantes en su prolífica trayectoria como escultor. No sólo por la calidad de la misma, sino por el significado sentimental que tenía para el artista ceutí. Era una de sus obras preferidas, puesto que suponía un homenaje a su tierra. La ‘Dama de Ceuta’ está inspirada en otra  gran obra -en este caso de la naturaleza- como es la ‘Mujer Muerta’. Jacinto León, quien tuvo ocasión de ver la escultura en la vivienda de su tío en Minneápolis, no duda en definirla como “una belleza”. Pero sobre todo, destaca el sentimiento que Ángel Ruiz Lillo puso en su creación: “La hizo pensando en que quería donarla al pueblo de Ceuta como muestra de agradecimiento por la beca que en su día le concedió el Ayuntamiento; y gracias a la cual pudo realizar la carrera de Bellas Artes. Fue su forma de agradecer a la institución y a la ciudadanía en general, esa ayuda que recibió”.


El deseo del artista ceutí era que la ‘Dama de Ceuta’ fuera trasladada a si ciudad natal. Se hicieron gestiones para ello, pero todas fueron infructuosas; por lo que Ángel Ruiz Lillo falleció sin ver cumplida su ilusión: “Quiso donarla –recuerda Jacinto León-, pero no lo consiguió porque a la persona que ostentaba el cargo de concejal de cultura no le pareció bien la idea. La obra era donada de forma gratuita, pero el coste económico del traslado desde la ciudad de Minneápolis a Ceuta era de tres millones de pesetas. La persona responsable del área de cultura en aquellos momentos no pudo o no quiso que la ‘Dama de Ceuta’ estuviera con los ceutíes”. 

En el año 1977, Ángel Ruiz Lillo ya expresó su deseo en las páginas del diario ‘El Faro de Ceuta’. Germán Borrachero recuperaba en ‘Cuadernos del Revellín’ las manifestaciones del artista ceutí: “Nací en Ceuta, y aunque llevo veinte años residiendo en los Estados Unidos, soy por supuesto ceutí. He hecho ya muchas obras de temas ceutíes, entre ellas la ‘Dama de Ceuta’ que está en Norteamérica, pero me gustaría, como caballa que soy, dejar algo de mi arte en mi pueblo, dejarla en Ceuta”. Años más tarde, el escritor y columnista Juan Díaz Fernández reivindicaba en ‘El Faro de Ceuta’ que la obra de Ruiz Lillo fuera expuesta en Ceuta: “[…] Pero Ángel R. Lillo, hijo de Ceuta, tiene una vieja espina clavada en su corazón. Y es que una de sus esculturas más queridas, la ‘Dama de Ceuta’, no se halla precisamente aquí, en la ciudad que se inspiró y cuyo nombre lleva. Yo pienso que resulta ciertamente una triste ironía del destino el hecho de que otras dos esculturas de un escultor foráneo se yergan al cielo en pleno centro de la ciudad, allí en medio del jardín donde convergen el Rebellín por un lado y la Marina y la Gran Vía por otro. El Ayuntamiento llegó a pagar por ellas veinte millones de pesetas, según me ha dicho alguien que me merece mucho crédito. En cambio, cuando Ángel le propuso su ‘Dama de Ceuta’, no encontró más que obstáculos y cortapisas. Así que, como esta cuestión merece que se rompan lanzas, quiero yo aquí romper la primera, a fin de que la ‘Dama de Ceuta’ se quede donde debe estar, en Ceuta, y no en la sala de algún museo norteamericano […]”. Incluso, Juan Díaz Fernández proponía en ese mismo artículo que se organizara una suscripción popular para sufragar los gastos derivados del transporte de la ‘Dama de Ceuta’ desde Minneápolis.
El hecho de que no cumpliera el deseo de Ángel Ruiz Lillo hizo que el artista ceutí “se muriera con el amor propio bastante fastidiado”, reconoce Jacinto León, quien no oculta que “mi ilusión es que la ‘Dama de Ceuta’ estuviera en nuestra ciudad”.
El sobrino de Ángel Ruiz Lillo dispuso de una gran oportunidad para que la ‘Dama de Ceuta’ fuera trasladada a Ceuta, ya que Jacinto León en el año 1991 fue nombrado concejal de Cultura, cargo que ostentó hasta 1994. Posteriormente, tras la conversión de Ceuta en Ciudad Autónoma, fue viceconsejero de Educación y Cultura, pero consideró que “no era ni ético ni moral dedicarme a gestionar una cuestión particular mientras desempeñaba una función pública”.

Testamento

La muerte no sorprendió a Ángel Ruiz Lillo. Meses antes le habían diagnosticado una enfermedad mortal. Consciente de que sería su último viaje, el artista ceutí se desplazó en verano –como había hecho desde que se había afincado en Estados Unidos- a su tierra natal. Sabía que la muerte le esperaba, y por ello quiso despedirse de su familia y amigos. Una muestra en la sala de exposiciones de Caja Ceuta supuso un gran homenaje, pero a la vez la despedida oficial al artista caballa. Era su última muestra y la preparó con bastante entusiasmo: “Fue una exposición muy especial con muchas de sus obras tanto escultóricas como pictóricas”, rememora Jacinto León quien vivió de cerca los últimos días de Ángel Ruiz Lillo: “Aproximadamente le quedaban dos meses de vida e intentamos convencerle para que se quedara aquí, pero me confesó que él necesitaba el sosiego, la espiritualidad y tranquilidad que le daba su casa y su entorno en Estados Unidos. A mediados de agosto, Jorge Castro León –otro sobrino del artista- y yo nos trasladamos a Minneápolis y le acompañamos hasta que se produjo su muerte”.
La última voluntad de Ángel Ruiz Lillo, y así quedó reflejado en su testamento, fue donar toda su colección artística. Incluida la ‘Dama de Ceuta’. “Toda su obra cultural, junto a su casa y sus bienes fueron cedidos a la Universidad de Minneápolis para que con los fondos obtenidos se gestionara la Fundación de la Amistad de Ángel Ruiz Lillo (Angel Ruiz Lillo Friendship Scholarship). Está becada con 5000 $ anuales y permite que cada curso un estudiante de Estados Unidos pueda venir a estudiar a España o uno español lo pueda hacer en Minnesota”, explica Jacinto León, quien se muestra “orgullosísimo que de mi tío dejara todo su patrimonio a una obra cultural y educativa. Fue una decisión que adoptó durante sus últimos meses de vida”.


Hasta su muerte, la ‘Dama de Ceuta’ permaneció en la vivienda del escultor ceutí: “Tenía una casa de doble planta con un gran jardín –describe su sobrino-. Era una típica vivienda americana. La escultura estaba expuesta a la entrada de la casa”. Actualmente, la familia de de Ángel Ruiz Lillo desconoce donde se encuentra la talla escultórica inspirada en la ‘Mujer muerta’. Puede estar en un museo o formar parte de una colección privada. La intención de Jacinto León es “intentar recuperarla. Entre mis planes futuros, cuando tenga tiempo y presupuesto, me gustaría trasladarme a Estados Unidos y hacer gestiones con la Universidad de Minnéapolis para acceder a la administración de su testamento para saber quien adquirió la ‘Dama de Ceuta’. Creo que puede estar expuesta a la entrada de un museo o cualquier institución cultural de Ceuta”.
¿Veremos algún día la ‘Dama de Ceuta’ en la ciudad que inspiró a su autor. Jacinto León no pierde la ilusión. Esa misma que Ángel Ruiz Lillo mostró públicamente, aunque no pudo ver cumplida. Su obra está repartida por muchos lugares del mundo. En Ceuta, curiosamente, -salvo colecciones particulares- ninguna. En 2011, la Ciudad Autónoma aprobaba conceder a una calle situada en Loma Colmenar el nombre de Ángel Ruiz Lillo. Un homenaje merecido, pero quizás insuficiente con un artista de prestigio internacional que presumió de ser ceutí. Su ciudad natal sigue en deuda con él.