domingo, 21 de noviembre de 2021

domingo, 3 de octubre de 2021

CARMEN ROJAS: UNA LEYENDA DEL BAILE QUE PASEÓ EL NOMBRE DE CEUTA POR MEDIO MUNDO




Es de las pocas ceutíes –quizá la única- que ha estado en la Casa Blanca. Esta vivencia es sólo una de las muchas que quedaron guardadas en aquellos cuadernos que ella misma iba rellenando, y que junto a multitud de recortes de prensa conforman un gran archivo personal que sigue conservando como lo que es: un auténtico tesoro. Su contenido es la mejor muestra para afirmar –con rotundidad y sin ninguna exageración- que estamos ante una de las grandes artistas que ha dado Ceuta. Y es que Carmen Rojas paseó el nombre de su tierra natal por medio mundo. Carmen Cárceles Escarcena (30 de enero de 1935), artísticamente conocida como Carmen Rojas, formó pareja artística durante más de una década con el célebre Antonio ‘El bailarín’.

Su infancia transcurre en la calle Teniente Arrabal, demostrando desde muy pequeña sus cualidades para el baile. “Bailaba desde muy chiquitita”, recuerda Carmen Cárceles, quien rememora su debut en el teatro Cervantes: “Fue en un festival a beneficio de los damnificados de Cádiz que estuvo presidido por el teniente general Varela y su mujer. Bailé el pasodoble ‘Manolete’ con un traje de comunión de mi hermano que le pusieron unos caireles y lo había convertido en un traje de gitano”.

Años después, la artista ceutí se trasladó a Madrid. La capital fue el lugar elegido por la familia para residir porque “mi padre era marinero y casi no lo veíamos, pero Madrid era un punto céntrico que estaba relativamente cerca de los principales puertos y, de este modo también podíamos ir a visitarle al barco”.

Carmen Cárceles llegó a Madrid con 14 años. Su pasión por el baile le llevó a formarse en la academia ‘María de Román’. “La única a la que fui en mi vida”, reconoce la artista caballa. Tras participar en varias obras infantiles, no tardaría en llegar su primera gran oportunidad. Parecía que el destino hizo que estuviera en el lugar adecuado para iniciar su carrera profesional: “Un gran bailarín, Rafael de Córdoba necesitaba un grupo que actuara junto a él, y la maestra nos seleccionó a un grupo de niñas”. Esa fue su primera experiencia profesional. Debutó con el ‘Bolero de Barcelona’. 


ANTONIO ‘EL BAILARÍN’

Poco después supo que Antonio Ruiz Soler, conocido artísticamente como Antonio ‘El Bailarín’ estaba realizando audiciones para formar un nuevo cuerpo de baile. Para María Cárceles, que llevaba tan sólo 5 meses en la academia de baile, supuso una enorme ilusión. Y pese  a que “no tenía nada preparado”, no dudó en presentarse al casting, en un edificio ubicado en el barrio de Salamanca: “Me llevó mi padre. Antonio me preguntó si traía algo ensayado y le dije que nada. El pianista empezó a tocar y yo a bailar. Improvisé y me contrató para formar parte de su compañía”. La artista ceutí veía cumplido un sueño. Tanto que no quiso ni negociar las condiciones el contrato: “Le dije a mi padre que me pagase lo que me pagase, yo quería entrar en la compañía”, rememora Carmen Rojas, quien entró a formar parte del cuerpo de baile de una de las grandes estrellas del momento.

Sin embargo, ésta no fue la primera ocasión que había bailado ante Antonio Ruiz Soler, puesto que anteriormente, su madre la llevó a que bailase ante él. “Antonio había actuado en el Teatro Fontalba de Madrid, y mi madre que era muy decidida me llevó a su camerino para que me viera bailar y le dijera si valía o no”, cuenta Carmen, que en se momento no podía imaginar que años después sería su pareja de baile. Antonio ‘El bailarín’ le recordó en más de una ocasión aquella anécdota. 


En el año 1953, debutó como integrante del cuerpo de baile de Antonio ‘El Bailarín’ en el Festival de Granada. Tras un año en la compañía, surgió la posibilidad de formar pareja de baile con Antonio Ruiz Soler: “Flora Albarracín, primera bailarina de flamenco se fue y Antonio me preguntó si yo me atrevía a bailar con él. A mí me entró de todo, pero yo tenía que decir como fuera que sí porque esa oportunidad no la iba a tener en la vida”. 

Suponía un paso importantísimo en su carrera porque “pasaba de estar en el cuerpo de baile a ser su pareja artística”. Por ello, la respuesta fue clara: “Le dije que sí”.

Carmen Cárceles tenía ante sí un gran reto. Suponía una gran responsabilidad, pero también el momento por el que llevaba luchando –y soñando- desde hacía mucho tiempo. Tras aceptar la propuesta –recuerda la artista ceutí- Antonio ‘El bailarín’ “mandó a su hermana, que también estaba en la compañía, a que me enseñara a mover la cola y preparara las seguidillas. Él no solía ensayar el flamenco porque solía improvisar y yo me preparé como pude”.

El debut de Carmen Rojas como primera bailarina junto a Antonio ‘El bailarín’ se produjo en el Castillo de Peralada.

ACTUACIÓN ACCIDENTADA EN JEREZ DE LA FRONTERA

Si inolvidable fue su estreno como primera bailarina, también, aunque por diferente motivo, lo fue la siguiente actuación en el Teatro Villa Marta (Jerez): “Llevaba una bata de cola muy larga. Yo tenía que dar una vuelta a la izquierda mientras que Antonio una hacia la derecha. La di hacia el lado equivocado y la cola chocó con él, que estaba en el aire, y se fue al suelo”. Carmen Cárceles define aquel momento como “horroroso”, aunque supo reponerse.

En el último tramo de la actuación, en una especie de fiesta final en el escenario, Antonio ‘El bailarín’ se dirigió a la artista caballa. “Lo hizo con la ceja levantada”, puntualiza Carmen Rojas.  “Me dijo: a ver cómo haces los tanguillos y aunque estaba temblando me puse a bailar. El teatro se vino abajo”. 

El incidente no impidió que permaneciese como primera bailarina. Eso sí, cuando terminó el espectáculo, Antonio ‘El bailarín’ le dijo que ensayara la vuelta hacia la izquierda.

DEBUT EN EL CINE

Carmen Rojas también cuenta con una amplia experiencia cinematográfica. Su debut fue en un film “que apenas tenía medios. Rodábamos una toma y ya valía”. Posteriormente formó parte del reparto de películas como ‘Luna de miel’ (1958), ‘El fantástico mundo del Dr. Coppelius’ (1966), ‘Los celos y el duende’ (1967) o ‘La taberna del toro’ (1974), donde tuvo un mayor protagonismo interpretando el papel “de una niña que quiere bailar, y su madre se la presenta a Antonio para que forme parte de su ballet”. Esta escena, aunque no exacta pero sí similar, recordaba a la vivida por Carmen años antes en el Teatro Fontalba.


ACTUACIÓN EN LA CASA BLANCA

Antonio Ruiz Soler alcanzó fama mundial como bailaor. Era una estrella internacional. Carmen Cárceles no duda en calificarlo como “el mejor que ha dado España. Era como Carmen Amaya o Lola Flores. Son seres irrepetibles”. Tal era la dimensión artística de Antonio ‘El Bailarín’ que fue invitado a la Casa Blanca para actuar en el acto conmemorativo del segundo aniversario de la llegada de John F. Kennedy a la presidencia de Estados Unidos. Se trataba de una actuación muy especial, y aunque Carmen Rojas ya no formaba parte del cuerpo de baile, Antonio Ruiz Soler la llamó para que actuara junto a él: “Me había roto el menisco y los ligamentos y estuve ocho meses sin bailar. Me había marchado de la compañía, y me llamó preguntándome si quería bailar delante de Kennedy. Fuimos él, un grupo de chicos y chicas, y yo”. Carmen Cárceles aún conserva una carta remitida desde Washington agradeciéndole la actuación.

Tras el espectáculo, en el que Carmen bailó, junto a Antonio, unas seguidillas y unos tanguillos; ambos fueron invitados a una cena. En ella -cuenta la artista ceutí- coincidió con Kirk Douglas o Jim Kelly, entre otros muchos asistentes. La cena se celebró en la casa del por aquel entonces vicepresidente de Estados Unidos, Lyndon B. Johnson. “Estuve hablando con Kennedy y su mujer. Nos llevaron en un coche escoltado por dos motos que iban abriendo paso”, recuerda Carmen Cárceles, que desde que empezó a bailar con Antonio Ruiz Soler, fue anotando en libretas los teatros y lugares en los que actuaba, las fechas, los debuts, el dinero que iba cobrando y hasta el nombre de los barcos en los que viajaba. Cuadernos que aún conserva junto a muchos periódicos de la época que publicaban las crónicas y críticas de los espectáculos. Todo está guardado en carpetas atestiguando una etapa en la que Carmen Rojas brilló con luz propia junto a toda una estrella en el mundo del baile. 



PROFETA EN SU TIERRA

Entre otras distinciones, Carmen Cárceles ha obtenido el Premio Nacional de Teatro, el Premio de Interpretación Coreográfica, el primer premio del Concurso Nacional de Vercelli, la Medalla al Mérito Turístico o la sexta edición de los Premios Actúa. En el año 1967, el Ministerio de Información y Turismo la designó “Embajadora del baile”, representando a España en distintos países. Pero Carmen Cárceles también ha sido profeta en su tierra. La Ciudad Autónoma le  otorgó su nombre a una calle y le concedió la Medalla de la Autonomía (2003). Un reconocimiento que “es muy especial para mí porque me lo dio mi tierra”, reconoce orgullosa la artista caballa que también guarda un gran recuerdo del homenaje que la Academia de Danza de María José Lesmes le rindió con “Rojas, El Espectáculo” en el año 2019. Afirma rotundamente que “fue una de las cosas más emocionantes que han hecho. No lo olvidaré en la vida”. Un más que merecido tributo que la propia Carmen Cárceles disfrutó en las butacas del Teatro Auditorio del Revellín.

Durante muchos años, Carmen Cárceles dirigió una academia de baile en Madrid, donde sigue residiendo a sus 86 años. Cuando se le pregunta qué ha supuesto el baile en su vida, Carmen Cárceles afirma que “ha sido lo mejor que he tenido porque todo se lo debo al baile”.

La trayectoria de Carmen Rojas nos indica que estamos ante una verdadera estrella que derrochó arte por medio mundo. Una leyenda del baile del que los ceutíes nos podemos –y debemos- sentir orgullosos.



lunes, 2 de agosto de 2021

ISA CONTRERAS: CUMPLIENDO UN SUEÑO

Participar en unos Juegos Olímpicos es el sueño de cualquier deportista. La piragüista ceutí Isa Contreras ha visto recompensado el esfuerzo y sacrificio de tantos años y representará a Ceuta y España en Tokio 2020, unas olimpiadas que se celebran con un año de retraso debido al COVID-19. La palista del Club ‘Los Delfines’ ya forma parte de la selecta y reducida lista de ceutíes que han tenido el privilegio de participar en unos Juegos Olímpicos. En ella figuran:  Antonio Pérez Cospedal (Tokio 1964), José Ramón López Díaz-Flor (Montreal 1976), Guillermo Molina (Atenas 2004, Pekín 2008, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016) y Lorena Miranda (Londres 2012). A estos nombres hay que sumar el de Regino Hernández (ceutí afincado en Málaga), quien ya ha representado a España en tres ocasiones en unos Juegos Olímpicos de Invierno (Vancouver 2010, Sochi 2014 y Pieonchang 2018), donde logró la medalla de bronce en snowborad en la especialidad de campo a través.

También fueron medallistas olímpicos José Ramón López Díaz-Flor y Lorena Miranda, actualmente consejera de Juventud y Deporte de la Ciudad Autónoma. La waterpolista obtenía un subcampeonato olímpico en el año 2012 en las Olimpiadas de Londres; mientras que el piragüista lograba la medalla de plata en Montreal (1976). Ahora, Isa Contreras intentará, en K1 (500 metros), seguir los pasos de Lorena Miranda y José Ramón López Díaz-Flor y subir al pódium en Tokio. Algo que no será nada sencillo. De momento, su objetivo es clasificarse para la final. Porque -tal y como reconoce la propia Isa Contreras- no se conforma con participar en los Juegos Olímpicos. Quiere llegar lo más lejos posible.

Tras su clasificación para Tokio 2020 en el preolímpico disputado en Hungría, Isa Contreras regresó a Ceuta después de siete meses. Con las directrices marcadas por su entrenador, la palista ceutí se ejercitó y entrenó en las instalaciones del Club ‘Los Delfines’. Allí se reencontró con integrantes del cuerpo técnico y con otros muchos piragüistas que se mostraban orgullosos por su clasificación para los JJOO. Se ha convertido, especialmente para los más jóvenes, en un referente: “Se hacían fotos conmigo”, cuenta casi ruborizada Isa Contreras, que se identifica con esos piragüistas que ahora quieren emularla: “Los veo ahora como cuando yo empecé. Para mí era impresionante ver entrenar o coincidir con gente que había conseguido medallas en campeonatos de España. Ellos están viviendo un poco esa ilusión y ojalá les sirva de algo. Encantada de poder ayudar y compartir esa ilusión por este deporte”. Ahora es ella el ejemplo a seguir. 

Isa Contreras comenzó en el mundo del piragüismo cuando tenía 12 años. Por aquel entonces –expone- no pensaba en participar en unas olimpiadas: “Yo iba a pasármelo bien. Hacía mi deporte y disfrutaba con mis amigos. En categoría Infantil llegaron los primeros triunfos, y “cada vez me gustaba más competir y la exigencia de la competitividad. Fui creciendo y subiendo de categorías (cadete, junior…) y participando en campeonatos de España y después de Europa”. Isa Contreras se iba marcando metas. Cada vez más difíciles: “Conseguía algún objetivo y ya pensaba en el siguiente. Y sin ser consciente, un día dije que quería ir a los Juegos Olímpicos”.

Fue entonces cuando inició el largo y sacrificado camino hasta llegar a Tokio. No ha sido sencillo e incluso le surgieron dudas de si lo lograría o no: “Llevaba varios años trabajando para estar en unos JJOO. Levantándome y acostándome pensando en ese objetivo. En 2019, en el Mundial, me llevé un palo y parecía que no lo conseguiría. Era la primera vez que pensaba que se me escapaba mi gran objetivo”. Isa Contreras se puso como meta estar en Tokio, pero si no lo conseguía, “lo dejaba”. El gen competitivo de la ceutí hizo que no se viniera abajo: “Me di un ultimátum, pero después del Mundial era la gran oportunidad”. Por eso, “si siempre lo daba todo, este último año, teniendo la oportunidad del preolímpico viví por y para conseguir la clasificación”. Si no lo lograba, “terminaba un ciclo, pero lo tenía que intentar hasta el final”. En 2020, la clasificación para la Copa del Mundo supuso un gran impulso porque “me dio mucha fuerza”.

Con dudas, pero sin dejar de creer, luchó hasta el final, logrando el 13 de mayo el pasaporte olímpico y la recompensa al derroche de sacrificio e ilusión durante tantos años: “Era mi sueño y mi todo”, confiesa Isa Contreras que ahora ya no se conforma con estar en Tokio porque “ya no me basta con participar en las olimpiadas, ahora quiero disputar la final. Quiero hacer un buen papel y entrar en la final”. El reto ahora es mayor, pero la palista ceutí no renuncia a ese otro sueño, y ya trabaja para lograrlo.

Una meta que refleja –asegura el presidente de la Federación de Piragüismo de Ceuta, David Carmona- “su carácter porque ya no se conforma con el primer paso, ahora quiere el siguiente”.

Club ‘Los Delfines’

Desde ‘Los Delfines’, la presencia de Isa Contreras en Tokio 2020 se califica como “un hito histórico”. Quien lo hace es Víctor López, presidente del club ceutí e hijo del mítico José Ramón López Díaz-Flor, quien afirma que la clasificación para estos JJOO es “la punta del iceberg de todo el trabajo que hay detrás” por parte de la piragüista caballa. Por ello, hace partícipes “no sólo al entorno del club, sino a todos los ceutíes” para que “se sientan orgullosos de lo que ha conseguido con mucho trabajo y esfuerzo”.

En ello coincide el presidente de la Federación de Piragüismo al asegurar rotundamente que “no ha sido cosa de un día”. “Los que hemos estado a su lado estos años, saben lo que hay detrás”, añade David Carmona.

José Ramón López Díaz-Flor: “De Isa Contreras aprendo constantemente”

Una de las personas que mejor conoce el esfuerzo realizado y la constancia de Isa Contreras hasta lograr su clasificación para Tokio 2020 es el también deportista olímpico José Ramón López Díaz-Flor, actualmente director de la Residencia ‘Joaquín Blume’ (Madrid). La palista ceutí, antes de emprender rumbo a Kyotango para ultimar la preparación de cara a los JJOO, escuchó los consejos dados por José Ramón López Díaz-Flor, quien le transmitió un mensaje claro: “Has conseguido el sueño de cualquier deportista y es tu primera participación en unas olimpiadas, por lo que disfruta el momento”. No tiene duda que “una vez que empiece a disfrutar de su participación en estos JJOO las cosas le saldrán como se merece por el trabajo que ha hecho en los últimos años”. Pese a esta recomendación, el director de la Residencia ‘Joaquín Blume’ considera que a la piragüista del Club ‘Los Delfines’ no hay que darle muchos consejos. De hecho, afirma que “de Isa Contreras aprendo constantemente”. 

La clasificación para Tokio 2020 es fruto de la lucha e insistencia, durante años, persiguiendo un objetivo. Una meta que no alcanzan todos. Isa Contreras ya disfruta de una de sus experiencias deportivas más importantes -quizá la más- vividas hasta el momento. Está cumpliendo un sueño, pero lo mejor está por llegar.

sábado, 20 de marzo de 2021

VIUDA E HIJOS DE JUAN ARROYO: UNA HISTORIA MARCADA POR EL ESFUERZO Y LA SUPERACIÓN

Hay negocios que, pese al paso del tiempo mantienen su esencia. Transcurren los años, pero no pierden la fisionomía. Esa imagen de antaño que les hace especiales. Cada vez quedan menos. En el caso de Ceuta podríamos decir que muy pocos. Uno de ellos es Viuda e Hijos de Juan Arroyo, antiguo ultramarinos situado en la avenida Doctor Marañón; aunque inicialmente se ubicó en otra zona de la ciudad. Por él han pasado diferentes generaciones, tanto a un lado como al otro del mostrador. Actualmente, el establecimiento está regentado por Juan Arroyo, nieto de sus fundadores.

Juan Arroyo Tornero y Catalina Reviriego Pérez llegaron a Ceuta procedentes de Jerez y Cortes de la Frontera, respectivamente. Primero, –recuerda Juan Arroyo- estuvieron trabajando para varias empresas. Su abuelo, de contable y su abuela de cocinera. Ya en la década de los 20 del siglo pasado, abrieron un ultramarinos en el denominado ‘Llano de las Damas’. Durante años el negocio funcionó muy bien, caracterizándose por “el calor humano y confianza” que les daban a sus clientes. Pero, se produjo un giro inesperado, ya que “por problemas políticos de aquella época, mi abuelo estuvo en la cárcel y le quitaron todo”, cuenta emocionado Juan Arroyo. Pese a contar con una sentencia de muerte, logró evitar su ejecución. Tras su paso por la prisión de El Puerto de Santa María, Juan Arroyo Tornero regresó a Ceuta, pero falleció poco después. Sin apenas recursos, había que empezar de cero. Por ello, Catalina Reviriego junto a su hijo Miguel –padre del actual regente de ‘Viuda e Hijos de Juan Arroyo’- abría una pequeña tienda en los bajos de una vivienda cedida por un familiar. Aunque Juan Arroyo no sabe precisar la ubicación exacta de aquel pequeño negocio, cree que estaba situado muy cerca del ‘Llano de las Damas’, porque muy pronto, Catalina y su hijo recuperaron gran parte de aquellos clientes que acudían al primer ultramarinos.

Desde 1949

En el año 1949, Catalina Ribeiro y su hijo Miguel Arroyo trasladaron aquel pequeño negocio a la avenida Doctor Marañón, fundando lo que hoy en día sigue siendo ‘Viuda e Hijos de Juan Arroyo’. Mantuvieron la esencia del primer ultramarinos, y de nuevo, muchos de los clientes que acudieron tanto a la primera como a la posterior ubicación siguieron siendo fieles. Algo de lo que se siente orgulloso Juan Arroyo: “Desde siempre dieron tanta confianza a la clientela que se ganaron su respeto y lealtad. En aquellos tiempos los caminos eran de tierra y no era sencillo ir hasta la zona del Morro, pero la gran mayoría de los clientes siguieron yendo”. Y esa fidelidad, que en algunos casos ha pasado de generación en generación, no se ha perdido.

¿La clave del éxito? Juan Arroyo lo tiene claro: “La confianza y el calor que mis abuelos y mi padre han dado siempre a la clientela”. “Y es algo –añade- que seguimos teniendo muy presente porque más que clientes, son amigos”. Y ese afecto era (y es) recíproco: “Cuando era pequeño me sorprendía el cariño que la clientela le tenía a mi padre”. No ha variado el trato al cliente ni tampoco la sencillez de los productos o tapas que vienen ofreciendo desde hace años. En la carta apenas figuran platos elaborados. Aunque evidentemente los tiempos han cambiado, se mantiene esa esencia característica de los antiguos –y ya casi extintos-ultramarinos: “Ya no es como antes, pero mantengo los jamones, las chacinas o las conservas”. En pequeñas bandejas plateadas, que nos trasladan a otros tiempos, sirven, entre otros muchos productos: longaniza picante, butifarra, morcilla, queso con anchoas, chicharrones, tocino de Ronda, panceta o mortadela… “Y todo con pan”, puntualiza Juan Arroyo. Una serie de productos que acompañan a los reconocidos vino.

El vino de siempre

Algo que también caracteriza a ‘Viuda e Hijos de Juan Arroyo’ es el vino que sirven a su clientela. Siempre procedente de la misma bodega. Algo de lo que presume Juan Arroyo: “Desde los años 30 llevamos vendiendo el vino de las bodegas Primitivo Quiles Quiles. El de Monóvar, el auténtico”. “Antes –recuerda- venía en barriles y ahora lo hace en petacas”. Entre los más demandados se encuentra el ‘ligaíllo’, una mezcla de vino dulce blanco con tinto.

Hubo una época en la que los cantes flamencos formaban parte de la banda sonora en el establecimiento ‘Viuda e Hijos de Juan Arroyo’. “En la época de mi padre se ha cantado mucho flamenco y  grandes cantaores han pasado por aquí”, rememora Juan Arroyo, quien añade que “había y hubo muy buen ambiente”.

La decoración del local tampoco ha variado mucho en los últimos años. Ahora ya no es de madera como antaño, pero las reformas llevadas a cabo han sido las justas: “En más de una ocasión, y con muy buena intención, me han aconsejado que lo reforme” comenta Juan Arroyo que muestra sus dudas de cómo hubiera funcionado el negocio si hubiera modernizado su aspecto. Como testigo del paso del tiempo, aún se conserva una antigua balanza que data de los años 30 del siglo pasado. “Y aún funciona”, presume Juan. 

Para Juan Arroyo, el negocio es un gran legado de su familia, y lo tiene muy en cuenta porque “lo he trabajado yo en los últimos años, pero ya había una base que hicieron mi padre y mi abuela. El trabajo de ellos fue fundamental para que yo pudiese seguir”.

‘Viuda e Hijos de Juan Arroyo’ es de esos negocios que evocan tiempos pasados, y cuya historia está escrita gracias al esfuerzo y sacrificio de sus dueños que a lo largo de las décadas han sabido ganarse el respeto y el cariño de sus clientes.