Es una de las pastelerías con más solera de
Ceuta. Sus setenta y siete años de historia, y el sabor de sus dulces avalan a
pastelería ‘Vicentino’. Famosas son sus milhojas o sus bizcotelas, productos
que siguen elaborándose como antaño. Según datos facilitados por el cronista
oficial de Ceuta, José Luís Gómez Barceló, la historia de pastelería Vicentino
se remonta a mediados de los años 30 cuando Fermín Hoyos Barquín -destacado
empresario de la época- solicitó licencia para instalar en pleno paseo del
Revellín un negocio para que fuera regentado por su hijo, Vicente Hoyos Alonso.
El lugar elegido fue el antiguo Café ‘Ambos Mundos’, en la esquina de Revellín
con Alférez Baytón. El ‘Vicentino’ que contaba con cafetería, restaurante, pastelería y terraza; muy pronto se convirtió
en un establecimiento de moda en la ciudad. En el año 1939, una vez finalizada
la Guerra Civil, tuvieron que ampliar sus instalaciones, adquiriendo el local
donde, hasta no hace mucho tiempo, estuvo ubicado el restaurante ‘Marina’, y anteriormente
‘Caza y Pesca’. En 1950, el ‘Vicentino’
amplió sus instalaciones, abriendo un nuevo salón en un edificio anexo, construido
por la propia familia Hoyos, y que fue cerrado a finales de los años 60.
Desde sus inicios Fermín Hoyos estuvo al frente
del negocio, aunque era su padre quien
figuraba como propietario, hasta que en el año 1965 el establecimiento fue
puesto a nombre de Herederos de Fermín Hoyos. En el año 1979, el negocio fue
vendido a una sociedad denominada Vicentino S.A, formada por varios empresarios
de la ciudad –entre ellos Rafael Montero Palacios-. Años después el ‘Vicentino’
era traslado a la calle Alférez Baytón, en la planta baja del edificio donde
había estado ubicado desde sus inicios, y donde actualmente permanece. En el
año 1997 el ‘Vicentino’ fue vendido a una sociedad laboral formada por un total
de cuatro personas –trabajadores de la pastelería- que hoy día siguen al frente
de esta emblemática empresa. María Muñoz, quien junto a José Manuel Pérez, Juan
Martín y Francisco Javier Sánchez; asumía la responsabilidad de ‘heredar’ un
negocio con tanta tradición, llegó a coincidir con Vicente Hoyos, hijo del
fundador. “Fue –explica María- muy poco tiempo, tan sólo tres años, hasta que
se produjo el cambio de dueño”. De aquella época -mediados de la década de los
70-, y de aquellas antiguas instalaciones, María Muñoz recuerda “la imagen de
la pastelería y el ambiente”. “Era diferente, tenía algo especial” –rememora-,
confesando que “añora” aquella etapa y que lo recuerda “con bastante cariño”.
Fueron sus primeros años como empleada del ‘Vicentino’. Después llegó, en 1979,
el relevo al frente del negocio, y con ello el traslado a la calle Alférez
Baytón: “A todos los trabajadores nos hacía ilusión. Se mantuvo la cafetería,
la pastelería y el restaurante. Los trabajadores, incluidos los pasteleros,
éramos los mismos”.Casi veinte años después de aquel cambio de ubicación, surgía la oportunidad de asumir las riendas del negocio. Ello suponía “una importante responsabilidad” –expone María-, consciente de que pastelería ‘Vicentino’ “es, y sigue siendo uno de los lugares emblemáticos de Ceuta”. Y lo es, no sólo por su historia, sino también por sus pasteles. Desde el obrador se elaboran como antaño, utilizando las recetas tradicionales: “Se hacen igual que hace cuarenta años o cincuenta años. Seguimos basándonos en las recetas de antes. Hay un pastelero que lleva bastantes años, e intentamos que todo siga igual, además de utilizar las mejores materias primas”. La tradición en la elaboración es fundamental para que “cuando alguien se coma un pastel, tenga el sabor de antes”, añade María Muñoz. En la nevera-vitrina de la confitería encontramos una considerable variedad de pasteles, aunque los más demandados son “las milhojas, las ‘saritas’ y las bizcotelas”. Las ‘saritas’, que podemos considerar el producto estrella porque “son los que nos quedamos sin ellos al final del día”, son pasteles de bizcocho que llevan crema por dentro; mantequilla y azúcar glass con almendras. Durante bastante tiempo la receta e ingredientes de este dulce fueron un auténtico secreto. Y quizás siguen siéndolo.
¿Son los mejores pasteles de Ceuta?. María Muñoz lo tiene claro: “Para mí, lo son”. Lo que no cabe duda es que son numerosos los ceutíes, residentes en otros lugares del mundo, los que durante sus vacaciones estivales regresan a Ceuta, y visitan la pastelería el ‘Vicentino’ para degustar sus dulces. “En verano, muchas personas nos dicen que están de vacaciones y que no pueden dejar de venir, e incluso, que lo primero que hacen es pasarse por la pastelería”, explica María Muñoz quien afirma que “muchos clientes, cuando terminan sus vacaciones, suelen comprar cajas de pasteles para llevárselas a su lugar de residencia”. Y es que, suele ser el comentario generalizado de muchos de ellos, “como los pasteles de Ceuta, y del ‘Vicentino’ no hay en ningún lugar”.
UN PASTEL MUY CEUTÍ
Mantener la tradición no impide que se
elaboren nuevos pasteles. De hecho, una de las nuevas creaciones tiene bastante
aceptación. Se trata del denominado ‘ceutí’, un pastel –por su diseño- muy
‘caballa’. Está hecho de bizcocho y hojaldre, con crema de turrón y chocolate -
tanto blanco como negro-. Además sobre el dulce, una bandera de Ceuta que es
comestible. En su día, explica María, el pastelero creó este nuevo producto
porque “no existe un pastel típico de Ceuta”. Su autor, Juan Martín –explica
mientras trabaja en el obrador junto a Antonio Martínez y Fran Jiménez- que fue mezclando ingredientes hasta dar con el
resultado final. Reconoce que no tenía una idea clara del pastel que quería
elaborar, aunque –matiza- no realizó muchas pruebas y “me salió a la primera”.
El ‘ceutí', por sabor, diseño y originalidad; puede convertirse en un pastel
típico de Ceuta. El tiempo lo dirá. Al igual que ha hecho del ‘Vicentino’ uno
de los establecimientos más emblemáticos y tradicionales de Ceuta, donde varias
generaciones han podido disfrutar de sus pasteles. A través de los sabores se puede viajar al
pasado, sin abandonar el presente. Dulces
recuerdos que, para muchos, afloran en el ‘Vicentino’.
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