Entronización
La entronización de la talla de la Virgen del Carmen fue promovida por el Club Náutico
C.A.S. Fue necesaria la puesta en marcha de una suscripción popular para sufragar la creación de la escultura, que fue sumergida el 5 de agosto de 1957. Los actos, que estuvieron presididos por el gobernador general de las Plazas de Soberanía, teniente general Galera, se iniciaron con la celebración de una misa oficiada por el coadjutor de la Diócesis de Cádiz y Ceuta en el templo de Nuestra Señora de África. Tras ser bendecida, la imagen fue trasladada en procesión hasta el muelle España, lugar donde se encontraba atracado el dragaminas ‘Almanzora’. A bordo de este buque de la Armada, la talla fue transportada hasta la bahía sur, zona en la que se encontraban numerosas embarcaciones repletas de personas que querían ser testigos de aquella iniciativa que tanta expectación había despertado entre los ceutíes.
Una vez en las proximidades de la piedra del ‘Pineo’ se produjo el trasbordo de la escultura de la Virgen del Carmen a la embarcación ‘Franco’, perteneciente a la empresa ‘Pesquera del Mediterráneo’ y a la que también subió a bordo el teniente general Galera, acompañado por su familia y por una amplia representación de las instituciones civiles y militares de la ciudad.
Lentamente, la grúa de la embarcación ‘Franco’ fue descendiendo la pesada talla de la Virgen del Carmen al mar, donde esperaban cuatro submarinistas pertenecientes al C.A.S.
Conforme la imagen iba desapareciendo en aguas de la Almadraba, el numeroso público congregado en la zona interpretaba una salve marinera.
Manuel Rivera, Antonio Benítez, Manuel Pomares y Juan Bravo fueron los encargados de sumergirse junto a la escultura y entronizarla en un gran bloque de hormigón. Finalizada la operación que se prolongó durante trece minutos, los cuatro submarinistas regresaron a la superficie, siendo recibidos con aplausos. Posteriormente, Pilar Galera, hija del gobernador de las Plazas de Soberanía hizo entrega a los buceadores de varios ramos de flores que fueron depositados junto a la imagen de la Virgen del Carmen. En esta ocasión también se sumergieron otros submarinistas del C.A.S.
La entronización de la talla de la Virgen del Carmen fue promovida por el Club Náutico
C.A.S. Fue necesaria la puesta en marcha de una suscripción popular para sufragar la creación de la escultura, que fue sumergida el 5 de agosto de 1957. Los actos, que estuvieron presididos por el gobernador general de las Plazas de Soberanía, teniente general Galera, se iniciaron con la celebración de una misa oficiada por el coadjutor de la Diócesis de Cádiz y Ceuta en el templo de Nuestra Señora de África. Tras ser bendecida, la imagen fue trasladada en procesión hasta el muelle España, lugar donde se encontraba atracado el dragaminas ‘Almanzora’. A bordo de este buque de la Armada, la talla fue transportada hasta la bahía sur, zona en la que se encontraban numerosas embarcaciones repletas de personas que querían ser testigos de aquella iniciativa que tanta expectación había despertado entre los ceutíes.
Una vez en las proximidades de la piedra del ‘Pineo’ se produjo el trasbordo de la escultura de la Virgen del Carmen a la embarcación ‘Franco’, perteneciente a la empresa ‘Pesquera del Mediterráneo’ y a la que también subió a bordo el teniente general Galera, acompañado por su familia y por una amplia representación de las instituciones civiles y militares de la ciudad.
Lentamente, la grúa de la embarcación ‘Franco’ fue descendiendo la pesada talla de la Virgen del Carmen al mar, donde esperaban cuatro submarinistas pertenecientes al C.A.S.
Conforme la imagen iba desapareciendo en aguas de la Almadraba, el numeroso público congregado en la zona interpretaba una salve marinera.
Manuel Rivera, Antonio Benítez, Manuel Pomares y Juan Bravo fueron los encargados de sumergirse junto a la escultura y entronizarla en un gran bloque de hormigón. Finalizada la operación que se prolongó durante trece minutos, los cuatro submarinistas regresaron a la superficie, siendo recibidos con aplausos. Posteriormente, Pilar Galera, hija del gobernador de las Plazas de Soberanía hizo entrega a los buceadores de varios ramos de flores que fueron depositados junto a la imagen de la Virgen del Carmen. En esta ocasión también se sumergieron otros submarinistas del C.A.S.
Testimonio
La talla de la Virgen del Carmen, de 110 centímetros de altura, tiene un peso superior a los 120 kilos. Está fundida en plomo y a diferencia de otras imágenes, la cabeza está inclinada hacia arriba, por lo que dirige su mirada hacia la superficie. Su autor fue el escultor local Jesús González Martín, quien a la hora de darle forma al rostro de la Virgen se inspiró en una niña ceutí. María Luisa Jiménez, que por aquel entonces tenía nueve años –actualmente cuenta con sesenta y cinco- se siente “muy orgullosa de que la Virgen del Carmen lleve la cara de una mujer caballa”. Algo que muchos desconocen.
Jesús González le impartía clases particulares, y ya anteriormente “me había dibujado en carboncillo”, recuerda María Luisa, quien rememora como surgió la propuesta de ponerle rostro a la talla: “Me comentó que le dijese a mis padres si me permitían posar para hacer la cara de la Virgen. Me autorizaron, y así se hizo”, aunque en su memoria permanecen “muy pocos recuerdos de aquello, porque tenía poca edad”. Pero asegura que el paso del tiempo ha provocado que “lo valore mucho más”.
Paradojas de la vida, su hijo es submarinista y suele sumergirse “muy a menudo para limpiar y ponerle flores a la Virgen”, explica María Luisa, quien afirma que su hijo “deseaba ser mayor para bucear e ir a ver la cara de la Virgen”.
La talla desde que fue entronizada en el año 1958 nunca ha sido extraída del fondo del mar, motivo por el cual, María Luisa Jiménez nunca ha visto la escultura, salvo en fotografías. Su hijo la captó para regalársela, por lo que le queda el consuelo de saber cómo es. Cuando la vio por primera vez sintió “algo muy especial”. “Me hizo –añade- mucha ilusión verla, ya que siempre lo había deseado”. Pese a todo nunca se ha atrevido a sumergirse, aunque confiesa que “me hubiera encantado”.
La imagen, que se encuentra bastante deteriorada, sigue siendo un punto de referencia para aquellos que sienten una gran devoción por la patrona del mar. Y así lo demuestran numerosos submarinistas, cada dieciséis de julio, cuando rinden visita a la talla de la Virgen de Carmen, y realizan una ofrenda de flores en homenaje a aquellas personas que perecieron en el mar, o su vida estuvo ligada a él. Otros buzos suelen acudir con más frecuencia. Frente a la Virgen, unos rezan; otros agradecen su protección, mientras afloran los sentimientos y sobre todo, el recuerdo hacia los que ya no están. Algunos simplemente posan sus manos sobre ella. Cada uno demuestra el fervor a su manera. Lo que no cabe duda es que para todos ellos, esta escultura de la Virgen del Carmen y lo que ella representa, es algo especial.
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