Es de las pocas ceutíes
–quizá la única- que ha estado en la Casa Blanca. Esta vivencia es sólo una de
las muchas que quedaron guardadas en aquellos cuadernos que ella misma iba
rellenando, y que junto a multitud de recortes de prensa conforman un gran
archivo personal que sigue conservando como lo que es: un auténtico tesoro. Su
contenido es la mejor muestra para afirmar –con rotundidad y sin ninguna
exageración- que estamos ante una de las grandes artistas que ha dado Ceuta. Y
es que Carmen Rojas paseó el nombre de su tierra natal por medio mundo. Carmen
Cárceles Escarcena (30 de enero de 1935), artísticamente conocida como Carmen
Rojas, formó pareja artística durante más de una década con el célebre Antonio
‘El bailarín’.
Su infancia transcurre en la calle Teniente Arrabal, demostrando desde muy pequeña sus cualidades para el baile. “Bailaba desde muy chiquitita”, recuerda Carmen Cárceles, quien rememora su debut en el teatro Cervantes: “Fue en un festival a beneficio de los damnificados de Cádiz que estuvo presidido por el teniente general Varela y su mujer. Bailé el pasodoble ‘Manolete’ con un traje de comunión de mi hermano que le pusieron unos caireles y lo había convertido en un traje de gitano”.
Años después, la artista
ceutí se trasladó a Madrid. La capital fue el lugar elegido por la familia para
residir porque “mi padre era marinero y casi no lo veíamos, pero Madrid era un
punto céntrico que estaba relativamente cerca de los principales puertos y, de
este modo también podíamos ir a visitarle al barco”.
Carmen Cárceles llegó a
Madrid con 14 años. Su pasión por el baile le llevó a formarse en la academia
‘María de Román’. “La única a la que fui en mi vida”, reconoce la artista
caballa. Tras participar en varias obras infantiles, no tardaría en llegar su
primera gran oportunidad. Parecía que el destino hizo que estuviera en el lugar
adecuado para iniciar su carrera profesional: “Un gran bailarín, Rafael de
Córdoba necesitaba un grupo que actuara junto a él, y la maestra nos seleccionó
a un grupo de niñas”. Esa fue su primera experiencia profesional. Debutó con el
‘Bolero de Barcelona’.
ANTONIO
‘EL BAILARÍN’
Poco después supo que
Antonio Ruiz Soler, conocido artísticamente como Antonio ‘El Bailarín’ estaba
realizando audiciones para formar un nuevo cuerpo de baile. Para María Cárceles,
que llevaba tan sólo 5 meses en la academia de baile, supuso una enorme
ilusión. Y pese a que “no tenía nada
preparado”, no dudó en presentarse al casting, en un edificio ubicado en el
barrio de Salamanca: “Me llevó mi padre. Antonio me preguntó si traía algo
ensayado y le dije que nada. El pianista empezó a tocar y yo a bailar.
Improvisé y me contrató para formar parte de su compañía”. La artista ceutí
veía cumplido un sueño. Tanto que no quiso ni negociar las condiciones el
contrato: “Le dije a mi padre que me pagase lo que me pagase, yo quería entrar
en la compañía”, rememora Carmen Rojas, quien entró a formar parte del cuerpo
de baile de una de las grandes estrellas del momento.
Sin embargo, ésta no fue la
primera ocasión que había bailado ante Antonio Ruiz Soler, puesto que
anteriormente, su madre la llevó a que bailase ante él. “Antonio había actuado
en el Teatro Fontalba de Madrid, y mi madre que era muy decidida me llevó a su
camerino para que me viera bailar y le dijera si valía o no”, cuenta Carmen,
que en se momento no podía imaginar que años después sería su pareja de baile.
Antonio ‘El bailarín’ le recordó en más de una ocasión aquella anécdota.
En el año 1953, debutó como integrante del cuerpo de baile de Antonio ‘El Bailarín’ en el Festival de Granada. Tras un año en la compañía, surgió la posibilidad de formar pareja de baile con Antonio Ruiz Soler: “Flora Albarracín, primera bailarina de flamenco se fue y Antonio me preguntó si yo me atrevía a bailar con él. A mí me entró de todo, pero yo tenía que decir como fuera que sí porque esa oportunidad no la iba a tener en la vida”.
Suponía un paso importantísimo en su carrera porque “pasaba de estar en el cuerpo de baile a ser su pareja artística”. Por ello, la respuesta fue clara: “Le dije que sí”.
Carmen Cárceles tenía ante
sí un gran reto. Suponía una gran responsabilidad, pero también el momento por
el que llevaba luchando –y soñando- desde hacía mucho tiempo. Tras aceptar la
propuesta –recuerda la artista ceutí- Antonio ‘El bailarín’ “mandó a su
hermana, que también estaba en la compañía, a que me enseñara a mover la cola y
preparara las seguidillas. Él no solía ensayar el flamenco porque solía
improvisar y yo me preparé como pude”.
El debut de Carmen Rojas
como primera bailarina junto a Antonio ‘El bailarín’ se produjo en el Castillo
de Peralada.
ACTUACIÓN
ACCIDENTADA EN JEREZ DE LA FRONTERA
Si inolvidable fue su
estreno como primera bailarina, también, aunque por diferente motivo, lo fue la
siguiente actuación en el Teatro Villa Marta (Jerez): “Llevaba una bata de cola
muy larga. Yo tenía que dar una vuelta a la izquierda mientras que Antonio una
hacia la derecha. La di hacia el lado equivocado y la cola chocó con él, que
estaba en el aire, y se fue al suelo”. Carmen Cárceles define aquel momento
como “horroroso”, aunque supo reponerse.
En el último tramo de la
actuación, en una especie de fiesta final en el escenario, Antonio ‘El
bailarín’ se dirigió a la artista caballa. “Lo hizo con la ceja levantada”,
puntualiza Carmen Rojas. “Me dijo: a ver
cómo haces los tanguillos y aunque estaba temblando me puse a bailar. El teatro
se vino abajo”.
El incidente no impidió que
permaneciese como primera bailarina. Eso sí, cuando terminó el espectáculo,
Antonio ‘El bailarín’ le dijo que ensayara la vuelta hacia la izquierda.
DEBUT
EN EL CINE
Carmen Rojas también cuenta
con una amplia experiencia cinematográfica. Su debut fue en un film “que apenas
tenía medios. Rodábamos una toma y ya valía”. Posteriormente formó parte del
reparto de películas como ‘Luna de miel’ (1958), ‘El fantástico mundo del Dr.
Coppelius’ (1966), ‘Los celos y el duende’ (1967) o ‘La taberna del toro’
(1974), donde tuvo un mayor protagonismo interpretando el papel “de una niña
que quiere bailar, y su madre se la presenta a Antonio para que forme parte de
su ballet”. Esta escena, aunque no exacta pero sí similar, recordaba a la vivida
por Carmen años antes en el Teatro Fontalba.
ACTUACIÓN
EN LA CASA BLANCA
Antonio Ruiz Soler alcanzó
fama mundial como bailaor. Era una estrella internacional. Carmen Cárceles no
duda en calificarlo como “el mejor que ha dado España. Era como Carmen Amaya o
Lola Flores. Son seres irrepetibles”. Tal era la dimensión artística de Antonio
‘El Bailarín’ que fue invitado a la Casa Blanca para actuar en el acto
conmemorativo del segundo aniversario de la llegada de John F. Kennedy a la
presidencia de Estados Unidos. Se trataba de una actuación muy especial, y
aunque Carmen Rojas ya no formaba parte del cuerpo de baile, Antonio Ruiz Soler
la llamó para que actuara junto a él: “Me había roto el menisco y los
ligamentos y estuve ocho meses sin bailar. Me había marchado de la compañía, y
me llamó preguntándome si quería bailar delante de Kennedy. Fuimos él, un grupo
de chicos y chicas, y yo”. Carmen Cárceles aún conserva una carta remitida desde
Washington agradeciéndole la actuación.
Tras el espectáculo, en el
que Carmen bailó, junto a Antonio, unas seguidillas y unos tanguillos; ambos
fueron invitados a una cena. En ella -cuenta la artista ceutí- coincidió con Kirk
Douglas o Jim Kelly, entre otros muchos asistentes. La cena se celebró en la
casa del por aquel entonces vicepresidente de Estados Unidos, Lyndon B. Johnson.
“Estuve hablando con Kennedy y su mujer. Nos llevaron en un coche escoltado por
dos motos que iban abriendo paso”, recuerda Carmen Cárceles, que desde que
empezó a bailar con Antonio Ruiz Soler, fue anotando en libretas los teatros y
lugares en los que actuaba, las fechas, los debuts, el dinero que iba cobrando
y hasta el nombre de los barcos en los que viajaba. Cuadernos que aún conserva
junto a muchos periódicos de la época que publicaban las crónicas y críticas de
los espectáculos. Todo está guardado en carpetas atestiguando una etapa en la
que Carmen Rojas brilló con luz propia junto a toda una estrella en el mundo
del baile.
PROFETA EN SU TIERRA
Entre otras distinciones, Carmen Cárceles ha obtenido el Premio Nacional de Teatro, el Premio de Interpretación Coreográfica, el primer premio del Concurso Nacional de Vercelli, la Medalla al Mérito Turístico o la sexta edición de los Premios Actúa. En el año 1967, el Ministerio de Información y Turismo la designó “Embajadora del baile”, representando a España en distintos países. Pero Carmen Cárceles también ha sido profeta en su tierra. La Ciudad Autónoma le otorgó su nombre a una calle y le concedió la Medalla de la Autonomía (2003). Un reconocimiento que “es muy especial para mí porque me lo dio mi tierra”, reconoce orgullosa la artista caballa que también guarda un gran recuerdo del homenaje que la Academia de Danza de María José Lesmes le rindió con “Rojas, El Espectáculo” en el año 2019. Afirma rotundamente que “fue una de las cosas más emocionantes que han hecho. No lo olvidaré en la vida”. Un más que merecido tributo que la propia Carmen Cárceles disfrutó en las butacas del Teatro Auditorio del Revellín.Durante muchos años, Carmen Cárceles dirigió una academia de baile en Madrid, donde sigue residiendo a sus 86 años. Cuando se le pregunta qué ha supuesto el baile en su vida, Carmen Cárceles afirma que “ha sido lo mejor que he tenido porque todo se lo debo al baile”.
La trayectoria de Carmen Rojas
nos indica que estamos ante una verdadera estrella que derrochó arte por medio
mundo. Una leyenda del baile del que los ceutíes nos podemos –y debemos- sentir
orgullosos.
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