martes, 23 de octubre de 2018

'PEREJIL': LA ISLA DE LOS CONFLICTOS (I)


Aunque el más conocido fue el del año 2002, la isla de Perejil (situada a seis millas de Ceuta) ha sido motivo de discusión y enfrentamientos diplomáticos en varias ocasiones. Así lo recoge  el estudio ‘La isla Perejil, la perla decimonónica del Mediterráneo’, un trabajo de investigación publicado en el año 2014. Sus autores, Javier Gil y Óscar Garrido, basándose en documentación oficial, recopilan los diferentes conflictos que ha tenido como protagonista al pequeño islote durante el siglo XIX.
La isla del perejil es y ha sido considerada un punto estratégico en el control del Mediterráneo, por tanto, muy codiciada; y prueba de ello, han sido los distintos conflictos internacionales registrados a lo largo de los años con países como Francia, España, Reino Unido, Marruecos o incluso Estados Unidos como protagonista. Y el motivo, el mismo: hacerse con el control del pequeño, pero ansiado islote.
Según explica Javier Gil, uno de los autores del citado trabajo de investigación, la zona geográfica del Mediterráneo y la frontera marítima entre Europa y África  “siempre ha contado con varios puntos con un interés estratégico muy importantes. Uno de ellos ha sido la isla del Perejil y especialmente para España y Reino Unido, puesto que les hubiese permitido tener todo el control del Mediterráneo”.

Primer conflicto del siglo XIX

El primero de los incidentes por la posesión del islote se producía en 1808. El 5 de abril del citado año, refleja el estudio ‘La isla Perejil, la perla decimonónica del Mediterráneo’, el gobernador de Ceuta, Ramón Carvajal comunicaba por escrito a Pedro Cevallos, secretario de Estado de Fernando VII que “el capitán Juan Alcuña, del corsario español bote número 47 había visto fondear en las inmediaciones de la Isla Perejil a dos místicos ingleses, una cañonera y dos bergantines a la vela, que posteriormente han entrado en la isla con gente y tropa”. En esa misma nota se informaba que se “envió una barquilla pescadora a Perejil para ver lo que estaba ocurriendo y que vieron a doscientos hombres de tropa trabajando”. 
Dos semanas después, el cónsul general de España en Marruecos, Antonio González Salmón remite un despacho al secretario de Estado de Fernando VII informando de la “ocupación de los ingleses” y advirtiendo que Reino Unido pretendía “dañar a España e interceptar los socorros a Ceuta”. El cónsul general de España en Marruecos también escribió al sultán marroquí, Mulay Sulaymán explicando las -a su juicio- consecuencias de la presencia británica en el islote: “[…] Se están fortificando para tener un paso franco e imponer un yugo por el cual venga a ser este reino (Marruecos) dependiente del de Inglaterra y dañar a cuantas embarcaciones quieran incomodar el paso único por donde se comunican Océano y el Mediterráneo, pues agregada a la posesión de Gibraltar la de dicha isla, quedan dueños absolutos del Estrecho”. En este documento, González Salmón también asegura que cuenta “con la información de que los ingleses ofrecen retirarse siempre que los marroquíes ocupen dicha isla” y sospecha que “los ingleses han ocupado la isla con la excusa de que quieren evitar de esta manera que España y Francia hagan lo propio”.

Días más tarde, el cónsul general de España en Marruecos informa que su homólogo francés “ha hecho causa común con España contra la ocupación inglesa de Perejil”. De hecho, ambos países –según se refleja en el estudio ‘La isla Perejil, la perla decimonónica del Mediterráneo’- se plantearon expulsar de forma conjunta a los ingleses del islote. Marruecos no les obligaría a irse, pero tampoco se opondría a que España y Francia “arrojasen a los ingleses a la fuerza”. El 26 de abril de 1808, Antonio Pascual de Borbón y Sajonia (infante de España e hijo de Carlos III) analizaba con el secretario de Estado la posibilidad de enviar una expedición “para desalojar a los ingleses” de la isla. En un escrito fechado el 5 de mayo, Ben-Ábd-delSelahui, ministro bajá de Tetuán y Tánger responde al vicecónsul español que Reino Unido “ha ocupado la isla sin la anuencia marroquí y que el sultán no tiene intención en este momento de ocupar Perejil”. Sólo condicionaba la expulsión de los ingleses a que “esta ocupación supusiera algún perjuicio para sus vasallos”.

Según explica Javier Gil, uno de los autores de ‘La isla Perejil, la perla decimonónica del Mediterráneo’ a ‘CEUTA REPORTAJES’, Reino Unido terminó abandonando el islote. Los escasos documentos de aquella época –lo achacan a las sustracciones efectuadas por los franceses durante la guerra de la Independencia- impiden conocer más detalles del por qué los ingleses ocuparon la isla, aunque en un informe fechado en 1831 (casi veinticinco años después) el que fuera cónsul general español en Marruecos durante el conflicto, explica que “la entrada del ejército francés en España a principios de 1808 fue la oportunidad que esperaban los ingleses desde hacía tiempo para conseguir un enclave en el Norte de África”. Una especie de justificación que también, a tenor de lo recogido en ese documento, pretendía contar con Marruecos como aliado, ya que Reino Unido expuso al sultán Mulay Sulaymán que “la ambición de conquista del emperador francés le llevaría a, después de apoderarse de España, intentar tomar la plaza de Gibraltar y que para ello los galos ocuparían los puntos de la costa africana que considerasen más adecuados para conseguir Gibraltar y bloquear la entrada de víveres y armas en enclave inglés”. Ante esa supuesta invasión del peñón, los británicos “consiguieron atraerse la voluntad del primer ministro del sultán, Sid Mohammed El Selagui, al que reglaron doce mil duros para que convenciera al rey de Marruecos de la cesión de la isla del Perejil a manos británicas. Según este documento fechado en 1931, “de esta manera consiguieron que el sultán les concediese sigilosamente la isla, de la cual tomaron posesión”, aunque posteriormente el rey de Marruecos, tras “convencerle el cónsul general español en Marruecos, dándose cuenta del peligro al que se exponía” dio marcha atrás en la cesión de Perejil a Reino Unido.

Para Javier Gil, los ingleses ocuparon la isla persiguiendo varios objetivos: “El primero, que en caso de guerra con España o con Francia, tuviese el control del tráfico marítimo del Mediterráneo, lo que suponía dar un golpe en la mesa; y el segundo, atacar las posiciones de España en África incluida Ceuta”.
Diferentes fuentes también coinciden en que la Junta de Cádiz estableció en el islote una guarnición con el objetivo de vigilar el paso de las naves napoleónicas por el Estrecho e incluso apuntan a que poco tiempo después, arribaban a la isla soldados ingleses de Gibraltar “para reforzar a las fuerzas españolas”.  España llegó a artillar (armar de artillería) y efectuar algunos trabajos de defensa en el pequeño islote.
 En 1813, Fernando VII dio la orden de “evacuar la isla por razones económicas”.

Nuevo intento por parte de Reino Unido

El 13 de febrero de 1824, el cónsul de España en Marruecos, Alejandro Briarly remitía un despacho al, por aquel entonces secretario de Estado de Fernando VII en el que informaba que el cónsul británico en Marruecos se había trasladado a la Corte de Fez para solicitar al sultán, Mulay Abderraman la “adquisición” de la isla Perejil. Aunque no contaba con mucha más  información, aseguraba que “la respuesta marroquí ha sido favorable”.
El conde de Ofalia (secretario de Estado de Fernando VII) respondía al cónsul español el 4 de marzo, “dándole órdenes, de parte del rey, de ponerse de acuerdo con cónsul de Francia en Marruecos para conjuntamente impedir que tenga lugar la expresada concesión”.
Siguiendo las directrices dadas en ese último escrito, el cónsul español mantiene una reunión con su homólogo francés, y “éste le ha comunicado que ya ha pedido explicaciones al sultán”.
El diálogo bilateral entre España y Francia continuó en días sucesivos. El 20 de marzo el conde Ofalia remite al duque de San Carlos, embajador español en Francia con la intención de que “presione desde París para que el gobierno francés incremente sus esfuerzos y no llegue a producirse la cesión de Perejil a los ingleses”. La respuesta de Francia es que su “el ministro de Asuntos Exteriores, el vizconde de Chateaubriand también ha tenido noticias sobre la cuestión de Perejil y se propone escribir al embajador de Francia en Gran Bretaña, el príncipe de Polignac para que pida en Londres una explicación”.
El sultán marroquí envía una carta en la que reconoce “la importancia de esta isla”, pero zanja la polémica afirmando que no se cederá a ninguna potencia “aún, cuando nos diesen los tesoros que serían necesarios para cubrir el espacio que hallo en el globo mirado de Levante a Poniente”.
Pese a esta declaración, el cónsul español duda de las intenciones de Marruecos y afirma en un despacho “tener el convencimiento, apoyado en los movimientos militares de los ingleses en la zona, que la isla ha sido cedida secretamente a Inglaterra”. El Ministerio de la Guerra decide, en previsión de posibles acontecimientos, “reforzar la guarnición de Ceuta y proporcionarle los auxilios que pueda necesitar”. Finalmente, destaca el estudio ‘La isla Perejil, la perla decimonónica del Mediterráneo’, que los ingleses no ocuparon el islote.
Javier Gil, entre sus conclusiones afirma a ‘CEUTA REPORTAJES’ que “la determinación inglesa, supuso que España se pusiera las pilas y consiguiera que el islote no fuera ocupado”.

Insistencia inglesa

La insistencia por parte de Reino Unido de ocupar la isla del Perejil no cesó, y volvió a intentarlo tanto en 1831 como en 1833. Es precisamente este año cuando el gobernador de Ceuta, Francisco de Haro asegura en un documento oficial que “el gobierno inglés ha vuelto a solicitar al sultán la cesión de la isla Perejil prometiendo en recompensa fortificar los puntos de la costa que más lo necesiten para su defensa”. Según este mismo escrito, el  sultán “se negó a aceptar la proposición inglesa”.
El gobernador de Ceuta ante la presión inglesa decide acercarse a la isla, aunque sin desembarcar en ella, y certificar su posición estratégica. Así lo narra en un despacho remitido al ministro de la Guerra: “Con las precauciones debidas, para evitar toda sospecha a los moros vecinos, me embarqué en una de las falúas del servicio de sanidad en este puerto. Sin desembarcar en dicho punto tuve ocasión de cerciorarme de la ventajosa situación topográfica que ocupa, no quedando duda que una vez dueños los ingleses de dicha isla, lo serían de todo el mar del Estrecho, puesto que los buques que van y vienen por el mismo tienen por necesidad que pasar muy inmediatos y casi todos bajo del tiro de cañón”.
En ambos casos, las gestiones por parte de Reino Unido no pasaron de ser meros intentos por hacerse con el control de ‘Perejil’.  

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