El Parador Hotel La
Muralla fue y sigue siendo uno de los símbolos del turismo ceutí. Aunque su
construcción coincidió con el boom del turismo en España, la idea de implantar
un Parador en la ciudad fue durante décadas una vieja aspiración de las
autoridades municipales. Desde la constitución del Patronato Nacional de
Turismo -a finales de los años 20- se planteó en varias ocasiones la necesidad
de que Ceuta formara parte de la red de Paradores. De hecho, y según
información facilitada por el cronista oficial de la ciudad, existen documentos
de aquella época y también de la II República en los que se hacen referencia al
proyecto de construcción del hotel. Pese a la insistencia de las diferentes
autoridades locales, la vieja aspiración no se vio cumplida hasta 1967, año en
el que era inaugurado el Gran Hotel La Muralla. Aunque se barajaron otras
opciones, finalmente se eligió un lugar privilegiado para construir el nuevo
establecimiento hotelero: la zona donde estaba ubicado el antiguo Parque de
Artillería, en la Plaza de África, por lo que fue necesaria la cesión de
terreno militar por parte del Ministerio de Defensa. El proyecto contemplaba el
derribo de los cuarteles de San Manuel y el de la Torre del Reloj. Se aprovechó
parte de las Murallas Reales y junto a ellas se edificó el hotel. La
intervención del Ministerio de Información y Turismo, a través de ENTURSA
(Empresa Nacional de Turismo) resultó fundamental para la puesta en marcha de
‘La Muralla’. Así lo considera José Luís Gómez Barceló, quien afirma que “si no
hubiera sido un proyecto estatal, no se podría haber conseguido”. Inicialmente,
el hotel quedó integrado en ENTURSA, hasta que en los años 80 entró a formar
parte de la Red de Paradores.
Anteproyectos
El 20 de junio de 1961
se celebraba una reunión, en la que pareticiparon José María Gómez López;
Alberto Ibáñez Trujillo, alcalde interino de la ciudad; Jesús Díaz de Espina,
delegado provincial de Información y Turismo; José Osuna Fajardo, jefe superior
de Arquitectura del Ministerio de Información y Fortuno Jerace, arquitecto
norteamericano y asesor de la Dirección General de Turismo. El objetivo de este
encuentro era establecer las bases para la construcción del Parador en Ceuta y
decidir la ubicación del mismo. Se estudiaron los diferentes anteproyectos
redactados por los arquitectos del Ministerio de Información y Turismo,
seleccionándose dos de ellos. En cuanto al emplazamiento, inicialmente en
aquella reunión se decidió que el Parador fuese ubicado en la Avenida Virgen de
África, donde actualmente está ubicado el Polifuncional que alberga las
instalaciones de la Policía Local y del cuerpo de Bomberos. La decisión fue
adoptada, tras visitar diferentes lugares, por los arquitectos Fortuno Jerace y
José Osuna. Los dos anteproyectos fueron
publicados al día siguiente en la portada del diario ‘El Faro de Ceuta’. La
reunión también sirvió para fijar el presupuesto de la construcción del hotel,
que ascendería a los cincuenta millones de las antiguas pesetas. La intención
era contar con unas instalaciones hoteleras con capacidad para unas 140
personas. En función de las posibilidades, se dotaría al hotel de unas 65 o 75
habitaciones; además de cuatro ‘suites’. El proyecto incluía un gran salón,
comedor con capacidad para doscientas personas, piscina de agua salada, un
amplio jardín con terrazas, sala de reuniones. Aunque finalmente el Hotel ‘La
Muralla’ se construyó en la Plaza de África, el diseño final estuvo basado en
los dos anteproyectos redactados por los arquitectos del Ministerio de
Información y Turismo.
Cesión
de los terrenos
13 de enero de 1962, la
sala de juntas del edificio del Gobierno General acogía la firma de la
escritura de cesión de los terrenos por parte del Ayuntamiento para la
construcción del Parador. En el acto, que contó con las presencia de las
principales autoridades de la ciudad; el jefe de los Servicios de Arquitectura
del Ministerio de Información y Turismo fue exponiendo los principales detalles
del proyecto. José Osuna -señalando todas sus explicaciones en el plano-
comentó que el nuevo hotel contaría con sesenta habitaciones y cuatro
apartamentos que podrían alojar a un máximo de ciento veintiocho personas. El
establecimiento hotelero estaría dotado de varios salones sociales, biblioteca,
dos bares, terrazas de verano, piscinas, garaje y aparcamientos. Además todas
las habitaciones dispondrían de aire acondicionado, teléfono, cuarto de baño y
receptores de televisión. Todo ello ocuparía una superficie de unos doce mil
metros cuadrados. El jefe de los Servicios de Arquitectura del Ministerio de
Información y Turismo afirmaba que se habían “compaginado las características
que distinguen a los Paradores Nacionales de Turismo, con las necesidades
peculiares de Ceuta, debido a la carencia en ésta de alojamientos de
categoría”. “Por ello, el nuevo establecimiento –añadía- contribuirá
notablemente a paliar tan acuciante problema, sin sacrificar nada al lujo,
puesto que se trata de un alojamiento cuya clasificación es la Primera A”.
Tras el derribo de los
antiguos cuarteles, las obras de edificación del nuevo hotel se iniciaron el 10
de agosto de 1965. El proyecto fue diseñado por el prestigioso arquitecto
Carlos Picardo Castello -autor del Hotel Jerez o responsable de la remodelación
del Hotel Alfonso XIII de Sevilla-, y que contó con la participación del ceutí
Fernando Moreno Barberá.
Inauguración
La inauguración del
Gran Hotel La Muralla se producía el 29 de mayo de 1967. El acto estuvo
presidido por Antonio García Rodríguez-Acosta, subsecretario de Turismo; y José
Muslera González-Burgos, teniente general jefe del Ejército del Norte de África
y gobernador general de las Plazas de Soberanía. Además también contó con la
presencia, entre otros, de José Sirvent Dargent, presidente del Instituto
Nacional de Turismo; Rafael Muñoz, director-gerente de la Empresa Nacional de
Turismo (ENTURSA) y el alcalde de la ciudad, Alberto Ibáñez Trujillo. Tras la
bendición de las nuevas instalaciones por parte del vicario general de la
Diócesis, Isidro Conde; daba comienzo el acto inaugural en el que intervenía en
primer lugar el alcalde de Ceuta, quien destacaba en su discurso –tal y como
recogía la prensa local- la imperiosa necesidad que tenía la ciudad de contar
con un hotel de estas características, puesto que la carencia de plazas
hoteleras se había convertido en un gran problema: “[…] Ceuta, que tenía un
problema quizás de lo más angustioso al tocar en ella sensiblemente ese impacto
crucial que hoy es el turismo, tenía ante sí un panorama verdaderamente trágico.
No bastaba el esfuerzo corto y poco potente de la iniciativa privada para
paliar un problema angustioso que tocábamos todos los ceutíes cuado comenzaba
la temporada de verano y el movimiento turístico, ascendente o descendente de
la península hacia el vecino país de Marruecos, o bien el turismo nato de Ceuta
se aproximaba y llegaba a sus momentos cruciales. Para nosotros ¿por qué no
decirlo? era hasta bochornoso el tener que contemplar como aquellos visitantes
demandaban toda clase de alojamientos sin que pudiera acceder a los mismos”.
A continuación tomaba
la palabra el presidente del Instituto Nacional de Industria, quien repasaba
las numerosas gestiones realizadas por parte de las Administraciones para la
construcción del Gran Hotel ‘La Muralla’, destacando que las nuevas
instalaciones permitirían a Ceuta “incorporarse al fenómeno socio-económico de
nuestro tiempo: el turismo”. José Sirvent también subrayaba que “el hotel está
clasificado como 1ª A y es de gran
prestancia y noble traza, lo que no impide por otra parte –manifestó- que posea
cierto funcionalismo y que esté abierto a la luz y a la naturaleza. Es un
alojamiento confortable, práctico y adecuado a las necesidades de la población.
Sus dimensiones se han atemperado a la financiación en un principio autorizada
por el Gobierno; pero con una visión de futuro, el edificio principal ha sido
concebido para que en su día, si la explotación la exigiese, pueda ser ampliado
en altura, construyéndose dos plantas más de habitaciones”.
Por su parte, el subsecretario
de Turismo era el encargado de cerrar el turno de intervenciones. Antonio
García Rodríguez-Acosta daba mucha importancia a la evolución que el turismo
estaba experimentando en el país y a las consecuencias económicas que ello
conllevaba: “En 1966 entraron en España 17.521.000 turistas, produciendo un
ingreso de 1.249 millones de dólares. Y Ceuta no podía quedar ajena a este gran
movimiento que está produciendo tantos beneficios al país”. El subsecretario de
turismo, y en representación del ministro del área, inauguraba oficialmente el
hotel. Tras el acto, las autoridades recorrían las nuevas instalaciones y
posteriormente asistían a un almuerzo.
El turismo de Ceuta
registró un importante impulso con la apertura del Hotel La Muralla,
suponiendo, según explica José Luís Gómez Barceló, “un gran revulsivo para la
ciudad porque no existían instalaciones de estas características. Se contaba
con hoteles pequeños como el ‘Alhambra’, el ‘Términus’ o el ‘Atlante’, lo que
era el antiguo ‘Majestic’ y hasta entonces considerado el mejor hotel de
Ceuta”.
Medalla
de oro de la ciudad al Instituto Nacional de Industria
Coincidiendo con el
acto inaugural del Gran Hotel ‘La Muralla’, tenía lugar la imposición de la
medalla de oro de la ciudad al Instituto Nacional de Industria. La distinción,
aprobada por unanimidad en un pleno extraordinario, pretendía mostrar el
agradecimiento del consistorio ceutí –según recogía el diario ABC- por el
impulso del I.N.I. a varios proyectos, considerados claves para el desarrollo turístico
e industrial de la ciudad. Y así lo reflejaba el acta plenaria: “La real,
efectiva y decisiva presencia del Instituto Nacional de Industria que, por
sí o por sus filiales, ha dado un giro
insospechado a nuestra vida industrial, cifrando su atención en los puntos
claves de unas deficitarias actividades que su intervención ha sabido convertir
en positivas, despejando preocupaciones que aún pesarían sobre la ciudad con
las extraordinarias dificultades que llevan consigo”. “En materia de
comunicación marítima –continuaba la moción-, la empresa Elcano construyó los
transbordadores ‘Virgen de África’ y ‘Victoria’, que tan importantes servicios
están prestando en la travesía del Estrecho. En el capítulo de energía
eléctrica fueron atendidas las necesidades con la central térmica del muelle
Cañonero Dato y, más tarde, con la del Tarajal. […] Otra y muy interesante
faceta de la actividad comercial era la instalación de frigoríficos para
conservar artículos que hoy constituyen base especial, y la I.G.F.I.S.A.
construyó en la recién urbanizada zona portuaria del ya nombrado muelle
Cañonero Dato unas magníficas instalaciones donde se almacenan alimentos
congelados. Por último, la Empresa Nacional de Turismo emprende la gigantesca
obra de levantar el estupendo hotel La Muralla, que coloca a Ceuta en primera
fila”. Diferentes actuaciones que traducido en pesetas, y según recogía el acta
plenaria, ascendían a un total de “380 millones que han determinado, al mismo
tiempo, la creación de numerosos puestos de trabajo y la apertura hacia nuevas
posibilidades en orden a la prosperidad y el bienestar de la ciudad”. José
Muslera González-Burgos, teniente general jefe del Ejército del Norte de África
y gobernador general de las Plazas de Soberanía; y el alcalde de Ceuta, Alberto
Ibáñez Trujillo fueron los encargados de imponer la Medalla de oro de la ciudad
al presidente del Instituto Nacional de Industria, José Sirvent.
Explosión
Uno de los episodios
más tristes en la historia del Hotel la Muralla se vivió el 26 de junio de
1975. Aquel día estallaron dos artefactos en Ceuta, uno de ellos un coche bomba
aparcado entre la Comandancia General y el establecimiento hotelero. Según
recogía la prensa local, la explosión se produjo a las tres y cinco de la
tarde, al estallar una bomba que estaba adosada a un vehículo con matrícula
marroquí que, al parecer, ya llevaba varios días aparcado en las inmediaciones
del hotel. No se produjeron daños personales. El lateral del edificio de ‘La
Muralla’ recibió los impactos de la explosión, provocando la ruptura de
cristales. Según recogía en sus páginas el diario El Faro de Ceuta, “el ruido
que produjo el estallido fue impresionante, pero tanto el personal del hotel
como los clientes que se encontraban en él, en el comedor, en la barra y en las
habitaciones dieron muestras de una gran serenidad y no hubo el menor síntoma
de pánico”.
Libro
de firmas
El Parador Hotel La
Muralla cuenta desde sus inicios con un libro de firmas. Su contenido es dado a
conocer por primera vez en este reportaje. No todas las visitas ilustres
dejaron su rúbrica, aunque entre sus páginas guarda dedicatorias de destacadas
personalidades. Entre ellas, la de dos ex presidentes del Gobierno: Adolfo
Suárez González y José Luís Rodríguez Zapatero. Ambos visitaron el Parador durante
su mandato, lo que da mucho más valor a lo plasmado en su momento en el libro
de firmas. El 6 de diciembre de 1980 –apenas dos meses antes del 23-F-, Adolfo
Suárez escribió lo siguiente: “Para el Hotel La Muralla, con la especial
gratitud de una persona que se siente especialmente vinculado a su empresa”.
Por su parte, José Luís Rodríguez Zapatero firmaba el 1 de febrero de 2006,
reflejando lo siguiente: “Para el Parador de Ceuta y todos su trabajadores, con
cariño, lealtad y gratitud”.
Otro destacado político,
Manuel Fraga Iribarne dejaba plasmada su rúbrica el 10 de febrero de 1979. Su
dedicatoria era significativa, puesto que el Hotel ‘La Muralla’ se construía
durante su etapa al frente del Ministerio de Información y Turismo, principal
promotor del proyecto. Fraga Iribarne lo recordaba en una de las páginas del
libro: “Con mi satisfacción de ver en pleno funcionamiento y éxito el Hotel La
Muralla de Ceuta, que en su día me correspondió la lucha de poner en marcha al
servicio de Ceuta, ciudad de España”. Firmó como secretario de Alianza Popular
Coalición Democrática.
En el libro también
destacan la de varios ex alcaldes (Fructuoso Miaja, Aurelio Puya o Basilio
Fernández) y la rúbrica de la por aquel entonces princesa de Marruecos, Lalla
Lamia Solh -tía del actual monarca del país vecino-, quien mostraba, en
francés, su agradecimiento por la hospitalidad: “Merci beaucoup par votre
accueil” (Muchas gracias por su acogida).
Isabel
González
Artistas, políticos,
miembros de la Casa Real, futbolistas o toreros. A lo largo de su historia, han
sido numerosas las personalidades o personajes populares que se han alojado en
el Hotel La Muralla. Isabel González, actualmente jefa de Servicio de piso; ha
sido testigo de la gran mayoría de esas visitas destacadas y ha vivido
innumerables anécdotas. Una de ellas la protagonizó el mismísimo Adolfo Suárez:
“Yo era telefonista y tuve que hacer el
turno de noche porque consideraron que si el presidente del Gobierno utilizaba
el teléfono, sería más bonito que escuchara una voz femenina”. Y Adolfo Suárez
llamó a la una de la madrugada: “Nos pidió que le consiguiéramos, no se me
olvidará en la vida, Ducados Internacional. A esa hora -rememora Isabel
González- no encontramos ningún sitio abierto y no pudimos atender a su petición”.
En otra ocasión, Isabel
González tuvo que dejar sus funciones para hacer de chófer de Manolo Escobar:
“Por mucho que insistíamos, no encontramos taxi, y perdía el barco; por lo que
me ofrecí a llevarlo al puerto en mi propio coche”.
En el año 1995, coincidiendo
con la inauguración del Parque Marítimo del Mediterráneo, se grabó en las
instalaciones diseñadas por el arquitecto César Manrique un programa de
televisión –emitido posteriormente en Antena 3- que reunió a un destacado número de artistas. Entre
ellos, Alejandro Sanz o Rocío Jurado, quienes se hospedaron en el hotel ‘La
Muralla’. La artista chipionera “me llamó a las dos de la tarde porque el
vestido que iba a utilizar esa noche en la gala, tenía una mancha. Subí y me
pidió que, por favor, hiciera lo posible para quitársela. Tuvimos que llevar el
traje a una tintorería, y finalmente pudo lucirlo”.
Aunque como buena
profesional no desvela nombres, Isabel González recuerda que el componente de
un grupo musical, “arrojó un teléfono por la ventana”. Ante la sorpresa de los
empleados del hotel, la única razón dada es que “se había enfadado”.